Ni en el más afiebrado de sus sueños de victoria, Donald Trump debe haber considerado este escenario tan idílico. No es solo su retorno a la Casa Blanca gracias a los votos electorales sino también su victoria incontestable en el voto popular (algo que los republicanos no conseguían hace 20 años), la recuperación del control del Senado para sus correligionarios y la probable retención de la mayoría en la Cámara de Representantes.
A fines del 2020 el magnate republicano vivía sus peores horas en la tienda republicana. Ya le habían achacado la culpa de que el partido hubiera perdido el control de las dos cámaras en las elecciones de medio término del 2018 (cuando transitaba por la mitad de su gobierno) y él mismo no pudo retener la presidencia aquel año y perdió ante Joe Biden.
Correligionarios descontentos lo acusaron de haber ‘secuestrado’ a la agrupación del elefante (símbolo de los republicanos) y de haberla hundido electoralmente. Casi nadie apostaba entonces un dólar por el hecho de que Trump fuera candidato presidencial por tercera vez en el 2024.
Pero lo fue. Desdeñando olímpicamente, además, a rivales dentro del mismo Partido Republicano, a los que ni siquiera se dignó mirar de frente sino siempre desde un pedestal. No se tomó la molestia de acudir a los debates de las elecciones primarias, dejó que se acuchillaran entre ellos, que fueran cayendo uno a uno y que al final solo quedara Nikki Haley -exsubordinada suya- antes de que también inclinara la cerviz y abandonara la carrera.
Los resultados de este resurgimiento asombroso están a la vista: los republicanos han conseguido su victoria presidencial más resonante en lo que va de este siglo.
Y ha marcado algunos hitos: si en el 2020, al no ganar la reelección, rompió la tendencia de presidentes con dos mandatos seguidos (Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama consecutivamente), en este 2024 ha recuperado una figura que se dio solo una vez en los 248 años de historia de EE.UU: se ha convertido en el segundo jefe de Estado con dos gobiernos no consecutivos luego de que lo hiciera Grover Cleveland a fines del siglo XIX.
Trump es, además, el candidato de mayor edad en ser elegido para ocupar la Casa Blanca pues ya tiene 78 años, y Joe Biden estaba recién por cumplirlos hace cuatro años cuando lo derrotó en unos comicios muy reñidos.
El jefe republicano celebra este retorno con gloria cargando una mochila pesadísima que, sin embargo, se volatilizó en el sentir y humor de los votantes. Trump será el primer presidente del país con una condena por delito grave. Hace seis meses, un jurado de Nueva York lo declaró culpable de 34 cargos en un juicio por un plan para influir ilegalmente en los comicios del 2016 a través de un pago de dinero para silenciar a una actriz porno.
Tiene otros tres procesos judiciales pendientes, entre ellos el caso por instigación en el asalto al Capitolio perpetrado en enero del 2021 por hordas trumpistas que buscaban impedir que el Congreso certificara la victoria de Joe Biden.
Durante su paso por la presidencia tuvo que afrontar no solo uno sino dos procedimientos de juicio político de los cuales salió indemne y absuelto por el Senado. Y no olvidemos también las bancarrotas que lleva en la espalda a lo largo de su dilatada trayectoria empresarial. Nada de ello lo desgastó. Trump está de vuelta al frente del país más poderoso del mundo. Y el mundo entero contiene el aliento.