Murieron sofocados, agobiados por el calor y encerrados en un camión. Los cadáveres de los 50 migrantes que fueron encontrados en un camino remoto, cerca a San Antonio, Texas, es una muestra más de la tragedia del tráfico de personas que añoran con ingresar a Estados Unidos desde México, pero que pierden la vida en el intento.
Pero no todos murieron. Hay 16 que aún están hospitalizados por insolación, deshidratación y agotamiento, entre ellos 4 niños. Sus testimonios serán claves para saber quiénes los ayudaron a cruzar la frontera, pero es muy probable que nunca se encuentren culpables, y que esta tragedia pase a engrosar la lista del drama que significa la migración ilegal.
“Esto es una tragedia humana horrenda”, dijo Ron Niremberg, el alcalde de San Antonio, ciudad que soporta unas temperaturas de rondan los 40 grados centígrados y que es una de las principales rutas para los traficantes que trasladan a los migrantes desde la frontera con México, en el sur de Texas, y a los que luego abandonan a su suerte.
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Entre los fallecidos hay 22 mexicanos, siete guatemaltecos y dos hondureños. Aún no se ha confirmado la identidad de los demás.
Las muertes han vuelto a provocar discusiones sobre el tema migratorio, un asunto que se ha politizado desde hace décadas. El gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, no tardó en culpar al presidente Joe Biden de sus “mortíferas políticas de fronteras abiertas” y señalar que “estas muertes pesan sobre él”.
El demócrata, que ingresó a la Casa Blanca en enero del año pasado, prometió que cambiaría la draconiana política migratoria de Donald Trump. Esto provocó una oleada de migrantes en los primeros meses de su mandato -que además se habían contenido desde el 2020 por la pandemia- lo que lo hizo dar marcha atrás ante las críticas. Estados Unidos sigue deportando a los ilegales y contando con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador a través del programa “Quédate en México” (Remain in Mexico) para que ese país acoja a los inmigrantes mientras realizan sus trámites.
“Había mucha expectativa con Joe Biden respecto a la política migratoria, pero el ala derecha de los republicanos le ha impedido reformularla. Lo primero que dijo fue que cancelaría el Título 42, que eran las deportaciones expeditas, pero un juez se lo impidió. También tuvo la oportunidad de cancelar el ‘Remain in Mexico’ y de llegar a un acuerdo con México, pero no lo hizo, y ahí hay una corresponsabilidad de los dos países”, explica a El Comercio Natasha Uren, experta en migración y representante en México de la ONG Coalición de Migrantes Mexicanos.
“Creo Biden sí tenía la voluntad, pero siempre gana la política que se antepone a las personas, y eso es muy triste. Este año hay elecciones legislativas, acaba de aprobarse lo del aborto, entonces ya no hay cómo pueda priorizarse la reforma migratoria”, agrega.
Pero Uren va más allá: “Tenemos una política generalizada a nivel mundial que criminaliza la migración, no se quieren profundizar las causas reales y las coparticipaciones de los países en el fenómeno migratorio, y lo más importante, no hay una política transversal para analizar el tema. Así, lo único que vamos a seguir viendo son más muertos y más sufrimiento”.
“Se han firmado pactos mundiales por la migración, hablan académicos y políticos, pero carecen las voluntades”, añade.
Un problema compartido
Este martes, un día después de conocerse la tragedia en San Antonio, tanto los gobiernos de Estados Unidos y México reconocieron la política migratoria fallida. La rasgada de vestiduras no dejó de aparecer.
“La horrible y trágica muerte de al menos 50 seres humanos en San Antonio es resultado de leyes migratorias rotas y disfuncionales”, lamentó en redes sociales el embajador estadounidense en México, Ken Salazar.
Mientras que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, calificó en una rueda de prensa el suceso de “tremenda desgracia” y la atribuyó al tráfico de personas y a “la falta de controles” tanto en la frontera común como “al interior de Estados Unidos”.
“Este incidente subraya la necesidad de luchar contra la multimillonaria industria criminal que abusa de los migrantes y conduce a la muerte a demasiados inocentes”, indicó el presidente Joe Biden desde Madrid, donde asiste a la cumbre de la OTAN. ¿Pero a dónde llevan las palabras y las buenas intenciones?
“Yo he estado en el desierto de Arizona, he conversado con migrantes de las caravanas, y realmente viven tragedias. Entonces, lo primero que hay que entender en la migración es que quien se atreve a hacerlo bajo estas condiciones es porque tiene una necesidad muy grande que lo está empujando”, comenta Uren.
“Lo único que nos están demostrando estas políticas de endurecimiento es que la gente va a seguir intentando salir, y no es solamente por una cuestión de bienestar. Hay una cuestión de seguridad y un problema enorme de pandillas en Centroamérica. Y ahí todos somos copartícipes, desde Estados Unidos por no tener una política regulatoria de armas pues el 76% de las armas que están en Centroamérica vienen de EE.UU. Es gente que te dice que han matado a sus familiares y viven amenazados”, detalla.
En la reciente Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, a la que no asistió AMLO ni varios presidentes centroamericanos -directos involucrados en el tema migratorio- Washington prometió 3.200 millones de dólares en proyectos de inversión privada en esos países.
Sin embargo, para la experta, la solución no pasa solo por prometer fondos, sino en analizar y combatir en el origen el problema de la violencia.
Pero no solo eso. México no es un mero un país de tránsito para los migrantes centroamericanos. Los 12 millones de mexicanos de primera generación que viven en Estados Unidos es una muestra del vínculo entre los dos países. “Somos más que vecinos. No puedes entender un país sin el otro. Nuestras correlaciones son muy fuertes, no solo económicas, sino sociales. Hay muchas cosas en juego cuando hablamos de migración entre México y EE.UU.”, explica Uren.
De hecho, de los 50 fallecidos, 22 son de nacionalidad mexicana. “México también está expulsando migrantes mexicanos, y eso quiere decir que tampoco está haciendo bien su trabajo”.
Uren recuerda que cuando López Obrador llegó al poder prometió una política migratoria distinta, pero otra vez el país se ha convertido en el guardaespaldas de Estados Unidos. Con la administración norteamericana enfocada en otras prioridades, nadie duda que esta tragedia no tardará en repetirse.