El 5 de agosto de 1926, el mago más famoso de la historia moderna realizaría su última gran hazaña. Harry Houdini, un nombre que es sinónimo de ilusión y fantasía, moriría pocas semanas después de haberse sumergido en una piscina al interior de un ataúd por 91 minutos, no sin antes haber forjado el prestigio de una verdadera leyenda.
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Su verdadero nombre era Erik Weisz, nació en Budapest el 24 de marzo de 1874, cuando la ciudad todavía pertenecía al Imperio Austro-Húngaro. Su padre era un rabino y tenía cinco hermanos y una hermana. La familia Weisz emigró a Estados Unidos cuando Erik contaba con apenas cuatro años de edad.
Con la familia Weisz asentada en Wisconsin, Erik comenzó a trabajar desde muy pequeño, con 8 años ya vendía periódicos y lustraba zapatos. Un año después, sin embargo, su vida cambiaría al conocer la magia.
Fue su padre quien lo llevó a ver un espectáculo del Dr. Lynn, un mago viajero cuyas destrezas cautivaron al pequeño Erik, quien al año siguiente ya había montado su propio circo de barrio con sus amigos. Ahí sería su primera actuación frente al público, bajo el seudónimo de Erich El Príncipe del Aire, realizando actos de contorsionismo y trapecios.
Poco después, decidió acompañar a algunos circos itinerantes durante un año, antes de regresa junto a su familia, que se había trasladado a Nueva York. Con 13 años, conseguiría un libro que no solo lo encausaría aún más profundamente en el mundo del ilusionismo sino que provocaría hasta el cambio de nombre.
NACE HOUDINI
“Las memorias de Robert Houdin” fue el texto que convirtió al mago francés Jean Eugene Robert-Houdin en el máximo ídolo de Erik. Desde entonces comenzó a llamarse Houdini... Harry Houdini.
Sus destrezas físicas -nutridas por sus entrenamientos en natación y atletismo- se mezclaron con su voraz apetito por la historia de la magia, convirtiéndolo en un hábil escapista e ilusionista.
En sus espectáculos comenzó a integrar elementos como camisas de fuerza, esposas y cofres sellados a los que entraba para luego conseguir escapar ante la atónita mirada de su audiencia.
Por ello no sería atrevido asegurar que Houdini fue el padre del escapismo, una rama de la magia que hasta entonces no tenía gran importancia dentro de los espectáculos de otros magos.
PULMONES DE ACERO
Si algo caracterizaba a las presentaciones de Houdini -más allá de los boquiabiertos espectadores- era su capacidad de llevar al público a un estado de alerta máxima debido a la forma en la que arriesgaba su vida.
Uno de los trucos que lo catapultó a la fama, por ejemplo, fue aquel en el que entraba en un angosto bidón lleno de líquido. Luego, pedía al público que contenga la respiración con él y ordenaba a sus asistentes que taparan con un telón.
Luego de varios minutos, la audiencia no podía contener más la respiración. El telón, sin embargo, seguía corrido frente al bidón para que luego de un tiempo considerable, donde parte del público se comenzaba a preocupar, abrieran el contenedor para encontrarse con un Houdini sereno que salía de él.
EL MAGO DE CABEZA
Otro de sus sellos fueron los actos en los que Houdini aparecía atado por una camisa de fuerza, encadenado y asegurado con múltiples candados, además de ir colgando boca abajo desde una grúa, puente o edificio.
Este acto lo replicó tanto en el icónico Times Square de Nueva York, como en Washington y varias ciudades más.
Houdini, aparentemente inmovilizado, conseguía escapar de sus ataduras mientras seguía suspendido en el aire.
Sumergirse en aguas heladas para luego resurgir atravesando una pequeña capa de hielo que se iba formando era otro de sus trucos característicos.
¿VEN AL ELEFANTE?
Con el paso de los años, estos trucos comenzaron a mellar en el físico de Houdini. El mago terminaba las funciones cada vez más adolorido, por lo que decidió ampliar aún más su abanico de ofertas mágicas.
Ya con una imagen consolidada como el mejor mago de la época, Houdini convocó a una nueva función en el hipódromo de Nueva York. En medio de la pista se encontraba un elefante de cinco toneladas que fue cubierto por una manta. Frente a él, Houdini se paraba con una pistola, apuntaba al animal, disparaba y... el elefante desaparecía.
El público no lo podía creer, el enorme animal no dejaba rastro alguno. Incluso hasta el día de hoy continúa siendo un misterio cómo consiguió dicha proeza.
PUGNA CON EL ESPIRITISMO
Cuando Houdini era joven sufrió la muerte de su madre. Fue durante esa época en la que comenzó a generar una animadversión hacia los espiritistas, especialmente hacia quienes aseguraban que podían contactar con los muertos.
Fue por esto, muy probablemente, que el mago dedicó gran parte de su tiempo a probar las falacias de estos espiritistas, convirtiéndose en su mayor opositor público.
Su rechazo al espiritismo era tal que lo llevó a pelearse con Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes y firme creyente de dicha doctrina.
Durante sus últimos años, además, Houdini dedicó gran parte de su tiempo a disfrazarse para acudir a reuniones de espiritistas y ridiculizarlos exponiendo sus engaños. Ofreció premios a quien le demostrara que tenía verdaderos poderes sobrenaturales e incluso pactó un mensaje secreto con su esposo que sería revelado por algún espiritista dentro de los 10 años luego de su muerte.
Como era de esperarse, ningún médium consiguió dar con el encriptado mensaje.
EL ÚLTIMO TRUCO
En julio de 1926 un mago llamado Rahman Bey entró en una caja metálica que luego fue sumergida a una piscina. Luego de una hora, Bey consiguió salir vivo y no perdió la oportunidad para retar a Houdini.
Houdini practicó el acto durante semanas, consiguiendo desde el primer intento superar los 60 minutos de Bey pero quedando inconforme.
El 5 de agosto de 1926, finalmente, Houdini convocó a la prensa al hotel Shelton, en Nueva York. Entró a un ataúd de metal que sus asistentes luego introdujeron a una piscina.
Luego de superar los 60 minutos conseguidos por Bey, el asistente de Houdini usó el teléfono que conectaba a la superficie con el interior del ataúd. El mago, pese a recibir el aviso, decidió permanecer ahí. En total, pasó 91 minutos encerrado y sumergido.
El mago, sin duda, amaba los retos y fue justamente uno de ellos el que lo habría llevado a la muerte. Tras una presentación en Montreal, Houdini aceptó el desafío de unos estudiantes universitarios que aseguraban no soportaría sus golpes.
Uno de los jóvenes, que era además un boxeador amateur, le propinó tres puñetazos en el torso que le causaron un profundo dolor, pero Houidini consiguió disimular y superar el reto.
Uno de esos golpes, sin embargo, impactó en su dañado apéndice que terminó por explotar, causándole una peritonitis por la que ingresó a urgencias el 25 de octubre.
Pese a ser sometido a una cirugía, Houdini falleció al mediodía del 31 de octubre de ese año a causa de la infección. El mago tenía 52 años al momento de su deceso.
La leyenda de Houdini, sin embargo, no podía escapar de las famosas teorías conspirativas. En su caso estas apuntaban a que había sido envenenado por seguidores del espiritismo enfadados con sus humillaciones a su doctrina.
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