“Si no sueno como un político clásico de Washington, es porque no soy un político. ¡Si no sigo las reglas del ‘establishment’, es porque fui elegido para luchar por ustedes!”. Los seguidores de Donald Trump lo escuchan, lo aplauden, se entusiasman, lo vitorean. Estas palabras que dijo en Wisconsin a inicios de mes, a pocos días de las elecciones que terminó perdiendo, las pudo haber dicho cuatro años antes, cuando se convirtió en el ‘outsider’ que capturó el Partido Republicano y con el que llegó a la presidencia de Estados Unidos, y que le ha valido una legión fiel de seguidores que cree, sin reparos, todo lo que dice.
En estos cuatro años, Trump ha sido el hombre más poderoso del planeta, el ciudadano más importante de Washington DC y la cabeza de su administración. Pero la semana pasada no pudo lograr lo que más anhelaba: la reelección.
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Aunque siga sin aceptar la derrota, definitivamente tiene que dejar el poder en enero pues así está establecido en la ley. Pero su inminente salida de la Casa Blanca no significará, de ninguna manera, su salida de la política y, mucho menos, del escenario público, en el cual se maneja como pez en el agua desde hace décadas como magnate inmobiliario y estrella de televisión.
No solo su figura permanecerá y será el referente constante de sus más fieles seguidores, así como ocurre con los líderes populistas, sino que su irrupción en la política ya cambió los cimientos del Partido Republicano y de toda la política estadounidense.
Un líder mesiánico
Si bien se puede decir que hay un antes y después de Trump, no solo en Estados Unidos sino a nivel global, su irrupción no fue producto del azar. Así lo considera la doctora en Ciencias Políticas Susan Stokes, directora del Centro de la Democracia de la Universidad de Chicago.
“No es que todo haya cambiado con Trump. Hemos experimentado un proceso de varias décadas de polarización partidaria, tanto en los liderazgos de los partidos como a nivel del electorado, y esa fue una de las razones por las que él llegó al poder”, comenta a El Comercio.
Stokes considera que las características mesiánicas que tiene Trump para sus seguidores, quienes creen cada palabra que dice pese a sus comprobadas falsedades, le sirven como herramienta para ejercer un poder especial entre su base y en el Partido Republicano.
Por ello, es casi un hecho que él intentará postularse nuevamente a la presidencia en el 2024. Algo que casi ya confirmó el que fuera su exjefe de Gabinete, Mick Mulvaney: “A él no le gusta perder. Definitivamente creo que Trump seguirá involucrado en la política, y definitivamente será uno de los que se postularán en el 2024. Es un hombre con mucha energía”, dijo en una entrevista al Instituto Internacional de Asuntos Europeos.
“El ascenso de Trump claramente ha cambiado el clima político drásticamente para peor y ha hecho que la política estadounidense, principalmente en el Partido Republicano, sea más partidista y desagradable”, comenta Joel Goldstein, profesor de la Escuela de Leyes de la Universidad Saint Louis, en Missouri. “Su comportamiento ha dañado nuestra democracia y el funcionamiento de nuestro gobierno y sociedad”, critica.
Stokes añade que Trump también ha impactado en la cultura política pues ha sembrado la semilla de la suspicacia y la sospecha. “Muchos ahora piensan que todos los actores políticos tienen motivaciones corruptas. Trump ha promovido la imagen de una esfera pública completamente corrupta”, comenta. Por eso, la expresión que hizo popular hace cuatro años de “drenar el pantano” la ha seguido usando, pese a que él mismo vivió en ese pantano desde el 2016.
¿Y el Partido Republicano?
En estos cuatro años quedó más que claro que los preceptos que siempre defendió el Partido Republicano quedaron guardados en un baúl. Trump sacudió los cimientos del pensamiento conservador al defender el proteccionismo, aumentar más el gasto público y desdibujar la diplomacia estadounidense en el mundo, renegando de sus aliados y reuniéndose con alegría con Vladimir Putin o Kim Jong-un.
“El Partido Republicano parece haber abandonado algunos de sus principios económicos fundamentales en beneficio de la promoción de su programa social y el recorte de impuestos, la desregulación y un corrimiento del sistema judicial hacia la derecha”, explicó a la AFP el economista Eswar Prasad, profesor de la Universidad de Cornell.
La politóloga Stokes señala que Trump va a seguir teniendo mucho poder dentro del partido, para pesar de algunos líderes republicanos que ya hubiesen querido verlo fuera.
“Si los demócratas hubiesen ganado las elecciones por mucha diferencia e incluso hubiesen tomado control del Senado, Trump habría quedado muy desprestigiado dentro del partido y se hubiese producido una lucha muy fuerte entre los proTrump y los antiTrump”, agrega Stokes. No obstante, el presidente obtuvo una votación más alta que en el 2016 y perdió por muy poco margen en algunos estados.
Por eso, muchas de las figuras prominentes del partido no se distancian de él y se han unido al coro del presidente sobre las supuestas irregularidades en las elecciones, pese a que no hay ninguna evidencia de ello.
“Trump puede volver a postularse en el 2024, pero muchos de sus aliados ahora, como el vicepresidente Mike Pence; el secretario de Estado, Mike Pompeo; o el senador Ted Cruz, también quieren postularse. En algún momento, algunos de ellos podrían distanciarse de Trump, sus políticas y sus prácticas”, refiere Goldstein.
Para la mitad de los estadounidenses, Trump impulsó un sentido pragmático a la política y la economía, movilizó a un sector de la población que no se sentía representada y habló sin tapujos sobre temas que otros evitaban tocar. Para la otra mitad, enajenó la figura presidencial, empoderó a los supremacistas blancos, dividió aún más al país, gestionó mal la administración y dañó la democracia.
“Yo creo que muchos en el país hemos asumido que la democracia funciona de por sí y que no era necesario saber en detalle cómo funcionan las elecciones o los sistemas gubernamentales. Hemos sido un poco complacientes, pero ahora nos damos cuenta que la democracia es algo que se tiene que proteger activamente”, señala Stokes con respecto a las enseñanzas que han dejado estos últimos cuatro años.
Para bien, o para mal, depende de qué lado se vea, el trumpismo llegó para quedarse, con Trump dentro o fuera de la Casa Blanca.
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