Tiene más de un millón de seguidores en YouTube, se hace llamar Jem-K por las iniciales de sus hijos y se autodefine como “un preso en ele mundo real”. En efecto, este hombre de 35 años de edad lleva 11 años en una celda de una prisión en Estados Unidos. Hoy es la voz que sale de la cárcel a contar lo que le espera a quienes crean que la vida delictiva y el dinero fácil termina bien.
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Jeremy Meeks es hondureño de nacimiento, creció en Estados Unidos y aproximadamente a los 24 años se involucró en un robo que lo condujo a la cárcel, donde purga una condena de 20 años. En varios de sus videos y entrevistas, menciona lo mucho que se arrepiente de esta decisión, ya que el encierro le ha impedido poder disfrutar de su familia y especialmente de ver crecer a sus cuatro hijos.
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Su mayor preocupación ahora es lograr la libertad condicional, pero la pandemia de coronavirus viene demorando su trámite. En su último video de YouTube, Jem-K agradece todas las recomendaciones que llegaron a manos de su abogada para realizar dicho trámite. Según comentó, han sido más de 300 misivas a su favor, de parte de personas y empresas.
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Ha publicado unos 300 videos en su canal de YouTube, ahí relata todo tipo de detalles de su vida en prisión. Una vez realizó uno en el que mostraba los ‘hacks’ de la cárcel para preparar vino, él no sabía que esta actividad era prohibida y al mostrarlo en redes las autoridades de la cárcel lo castigaron a él y a sus compañeros enviándolos al calabozo.
Según contó el ‘youtuber’ en una entrevista a Telemundo, el calabozo es una celda sin ventanas, donde la luz natural no tiene entrada. Solo hay “un cuadrito para la comida” en la puerta que tiene una minúscula ventana de vidrio opaco. “Es como una tumba pero en la superficie”, señala Meeks. Tras este incidente se ha visto obligado a poner en privado dichos videos.
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Le gusta mucho la música, escribe canciones desde antes de estar encerrado. Por eso empezó este camino con un video que subió a su Facebook para su familia, en el que compartía una canción que había compuesto sobre la vida de un preso.
Fue un éxito y una admiradora lo ayudó a hacerse una ‘fanpage’. Luego fue creciendo en redes sociales y abrió su canal de YouTube, donde continuó componiendo. Hace poco estrenó su single “Casanova” y el 25 de agosto lanzará “Corazón Arisco”, además de seguir con su proyecto de video blogs.
Pero como todo camino en redes sociales, debió vencer la vergüenza ante la cámara y cómo esto podía influir en su vida en prisión. “No quería que pensaran que esto era un lloriqueo”, menciona. Él no quería verse débil y por eso enfoca su canal en dar un mensaje a la juventud para que no caigan en un camino errado. Siempre al final o al inicio de sus videos repite su lema: “No vengan pacá”.
Por eso él define su canal como un “diario de vida” en el que muestra una buena actitud frente a la adversidad. En sus videos se puede ver que hace comedia de su propia desgracia y además aprovecha para tratar temas relacionados a los prejuicios sociales en torno a los presos.
¿Y cuando salga de prisión se terminó su canal de YouTube?
Ya tiene pensado las primeras cosas que hará cuando salga de la prisión de máxima seguridad en la que se encuentra. “Primeramente darle gracias a Dios, segundo comerme un buen pollo y tercero abrazar a mi familia” comenta entre risas en el podcast “Yo estuve ahí” de Telemundo.
Piensa continuar con su canal de YouTube cuando obtenga la libertad condicional, quiere hacer un seguimiento de su proceso de reintegración a la sociedad. Además, comenta que está muy motivado en poder darle charlas a jóvenes y también continuar componiendo su música.
Su familia lo está apoyando con este canal, son el equipo administrativo y de edición. Él graba y se encarga de crear el contenido, gracias a un programa de reinserción social. Sus hijos dicen estar muy orgullosos de la labor que hace Jem-K al difundir este tipo de información.
Pese a tener actualmente 1.3 millones de suscriptores en YouTube, 195.000 seguidores en Instagram y 1.080.714 de seguidores en Facebook, dice que no se considera un ‘influencer’. Es una palabra con la que aún le cuesta lidiar.
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