Bajo un paraguas, un hombre y una niña caminan sobre la nieve en una casi vacía Plaza Roja de Moscú.
Parece un día extremadamente frío, perfecto para un almuerzo familiar en un lugar resguardado.
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Con música dramática de fondo, el anuncio muestra a la pareja en primer plano: un anciano de semblante preocupado con abrigo negro y gorra, y su nieta sonriente.
En cuestión de segundos llegan a su destino: un restaurante Pizza Hut en la misma Plaza Roja, la explanada central que atesora gran parte de la historia soviética y rusa.
Pero, ¿por qué, 24 años después, este anuncio se comparte como un símbolo que definió una era?
Porque el hombre del abrigo negro -el que, en efecto, promociona la pizza estadounidense- es Mijaíl Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética.
Costó convencerlo
El propio Gorbachov no estaba seguro de si debía o no protagonizar el comercial y a su esposa, Raisa, le incomodaba aún más la idea.
Por un lado necesitaba el dinero, y se le ofreció un pago considerable. Se cree que lo usó para financiar la Fundación Gorbachov, un grupo de expertos que fundó.
Por otro, aparecer en un anuncio de una gran corporación estadounidense probablemente dañaría aún más su ya malograda reputación dentro de Rusia.
“Decía que sí, luego que no, que sí, que no”, explica a BBC Katie Bistrian, una estadounidense que representó a Gorbachov en las negociaciones.
Esta incertidumbre "quizá fue la forma en que los rusos negociaban, o una señal de la confusión sobre si para él era lo correcto o no".
Gorbachov finalmente aceptó, aunque con condiciones: no lo filmarían comiendo pizza (esa parte se la dejó a su nieta) y tendría la palabra final sobre el guion.
Y, asegura Bistrian, solo usaría su propio sombrero, pese a que ya se había filmado con un doble de cuerpo que portaba uno diferente.
"Él se puso su propio sombrero y preguntó, '¿cómo me queda?' Respondí, 'oh, se ve hermoso'. Y él dijo 'exactamente. ¡Me pondré este sombrero!'"
Símbolo de una era
El anuncio, filmado en 1997 y emitido el año siguiente, refleja claramente las complejidades de la sociedad rusa unos años después de la caída de la Unión Soviética.
“Es una lección de un minuto para contextualizar el Moscú de la década de 1990″, le dice a la BBC el académico Yuval Weber, un experto en Rusia que usa el anuncio como material de enseñanza.
La presencia de la cadena estadounidense de pizzerías en Moscú -su primer local abrió en 1990- fue un símbolo de los crecientes vínculos económicos entre Occidente y Rusia.
Pero, como queda claro en el anuncio, las reformas que comenzó Gorbachov no agradaron a todos.
Su liderazgo supuso una apertura de la economía soviética y aportó cierto nivel de democracia a un Estado autocrático.
Pero no pudo evitar el progresivo colapso del sistema y muchos rusos lo culpan por los años de agitación económica y social posteriores.
“Por él, tenemos…”
En el anuncio, un hombre de mediana edad se percata de la presencia del exlíder y exclama: “¡Es Gorbachov!”.
Y después se queja: "Por él, tenemos confusión económica".
Pero un hombre más joven, que representa a las nuevas generaciones más abiertas a la apertura, responde: "¡Por él, tenemos oportunidades!".
La conversación continúa: "Inestabilidad", "libertad", "caos" y "esperanza" son los conceptos que los comensales usan para definir lo que Gorbachov aportó a Rusia.
Para Weber, que trabaja en la Escuela de Gobierno Bush de la Universidad de Texas A&M, el diálogo refleja las realidades de la sociedad rusa en aquel momento.
"Tienes al hombre de mediana edad, para el que claramente las cosas no funcionaron en los últimos 10 años más o menos. Cree que lo que Gorbachov representa es la ausencia de estabilidad", explica.
"Al mismo tiempo, tenemos al chico más joven: es lo suficientemente joven y capaz como para aprovechar cualquier oportunidad surgida de la transición de un sistema económico a otro".
La discusión entre los dos hombres queda zanjada con la intervención de una anciana, que tiene sus propios motivos para sentirse agradecida con Gorbachov.
"Por él, tenemos... Pizza Hut", sentencia.
Nadie puede discutir eso y, después de pensarlo un segundo, el hombre de mediana edad descontento con el caos económico de Rusia se pone en pie, levanta su porción de pizza y exclama: "¡Saludos a Gorbachov!"
El ambiente cambia. En un instante, todo el restaurante se une a la celebración. Gorbachov sonríe y saluda, mientras su nieta se frota las manos.
Un video para la historia
Usar a Gorbachov como fuente de conflicto y la pizza como elemento unificador fue la idea de los creadores del anuncio.
“Buscábamos alguna manera de utilizar a Gorbachov (…) como fuente de controversia y dejar que la pizza uniera a la gente. Al menos podían estar de acuerdo en que él les trajo la pizza y eso era algo bueno”, declaró uno de los guionistas, Tom Derbyshire, al programa Newshour en el Servicio Mundial de la BBC.
El anuncio se emitió en varios países pero nunca en Rusia, donde fue ridiculizado por la prensa.
En Occidente se ha convertido casi en un vídeo de culto que reaparece cada pocos años en las redes sociales, redescubriendo para mucha gente la extraña contradicción del exlíder soviético que vende pizzas estadounidenses.
Gorbachov será recordado de muchas maneras: reverenciado en Occidente por su papel en el fin de la Guerra Fría, pero muy rechazado en Rusia por la agitación económica y social provocada por el colapso de la Unión Soviética.
Casi 25 años después, este anuncio refleja ambos lados de su legado.
¿Y qué pasó con Pizza Hut en Rusia? Casi un cuarto de siglo después de filmarse el anuncio, la marca se retiró del país en respuesta a la invasión rusa de Ucrania.