A las 6:30 de la mañana del domingo 26, luego de que se activara la alarma sonora antiaérea, se sintieron cuatro explosiones en Kiev. Se terminaba así casi un mes en el que la capital de Ucrania no era atacada por Rusia.
“Un misil fue derribado por la defensa antiaérea en la región de Kiev, los escombros cayeron sobre una aldea”, informó Oleksiy Kuleba, gobernador de la región.
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Por lo menos esa es la tesis de los liderados por el presidente Volodymyr Zelensky: “tras un bombardeo enemigo, se produjo un incendio en un edificio de nueve plantas”, que dejó dos heridos y otros más “bajo los escombros”.
Para el alcalde de Kiev, Vitaly Klitschko, se trata de una forma de intimidación, dado que la cumbre de la OTAN se iniciará este martes 28 en Madrid y que es muy probable que se discuta la integración ucraniana.
Moscú no comparte la opinión. De hecho, para los de Vladimir Putin la responsabilidad del hecho es únicamente de Ucrania. Según informó su Ministerio de Defensa, ellos dispararon con éxito cuatro misiles contra una fábrica de armas. Ninguno de ellos apuntó a civiles. El proyectil que cayó en el edificio fue lanzado por un error en el sistema de defensa de Kiev, agregó.
Reuters explica que este argumento se suma al que ya maneja el Kremlin sobre no atacar a civiles. Sin embargo, según anotan los reportes de la ONU, al menos hay 4.731 personas ajenas al conflicto que han perecido desde el 24 de febrero.
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¿Un cambio de dirección?
La tesis rusa se habría quedado sin fundamento este lunes 27. Uno de sus misiles impactó contra un centro comercial en Kremenchuk, en el centro del país invadido. Por ahora se habla de 10 muertos y más de 40 heridos, muchos de ellos graves.
En respuesta, el presidente Zelensky dijo: “Es solo un intento de la gente de vivir una vida normal, lo que enfurece mucho a los ocupantes. Rusia continúa atribuyendo su impotencia a los ciudadanos comunes. Es inútil esperar adecuación y humanidad de su parte”.
La frase tiene una especial repercusión porque, después de meses en los que él mismo pidiera a Putin sentarse a conversar, parece haber aceptado que el diálogo es inviable. De hecho, este lunes durante una reunión del G7 -integrado por Alemania, Estados Unidos, Francia, Canadá, Italia, Japón y el Reino Unido-, el mandatario ucraniano dijo que no es un buen momento para negociar.
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Antes, sostuvo Zelensky, Occidente tiene que tener una mejor posición (de fuerza), para lo que será necesario que el G7 endurezca las sanciones en contra de Rusia. De hecho, algunas de ellas ya han empezado a hacer efecto. Por ejemplo, es la primera vez en cien años que Rusia ha suspendido sus pagos de deuda.
¿La guerra ha tomado acaso un rumbo distinto?
“Estos bombardeos todavía son muy recientes como para poder afirmar a qué responden -señala Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura-. Es necesario esperar un poco más para dar una respuesta”.
“Desde luego, si esto se vuelve a repetir, sí podría hacernos pensar que se trata de una nueva estrategia, porque eso de echarle la culpa a los ucranianos no es tan creíble. Lo han intentado antes y luego aparecieron testimonios que daban cuenta de la responsabilidad del ejército ruso. Eso sí: si fuera un nuevo camino, sería horroroso y habría que entender que nace de la desesperación”.
Para Sandro Teixeira Moita, doctor en Ciencias Militares, sí existe la posibilidad de que el supuesto ataque al edificio de civiles sea un error en el sistema de defensa ucraniano. “Ha pasado antes y es posible que siga sucediendo, sobre todo en un escenario en el que está sobrecargado”.
Aun así, no habría que descartar que haya sido orquestado por Rusia.
Teixeira añade: “Hay más posibilidades de que sea así. Una parte de la doctrina moderna de los bombardeos es lograr, a partir del terror, presionar al Gobierno que es atacado. Es una forma de demostrar poder, de evidenciar que tienen la capacidad de atacar cualquier ciudad del país”.
Lo de Zelensky, dice Banús, ya lo viene repitiendo desde hace algún tiempo. Que lo vuelva a mencionar bien podría revelar que tiene informes sobre la situación de los rusos, datos que el resto del mundo no sabe. Pero también existe la posibilidad de que las palabras del presidente ucraniano busquen forzar a sus aliados a aumentar la ayuda.
Banús agrega: “Puede que diga que no va a negociar simplemente como forma de presión a los países occidentales para que manden más armas. En todo caso, como la información es insuficiente y fragmentaria, tenemos que ser muy cautos al momento de evaluar sus palabras”.
A opinión de Teixeira, Zelensky está en una encrucijada. “De acuerdo a una encuesta de la prensa ucraniana, los ucranianos no quieren comprometerse con los rusos a intercambiar territorio a cambio de la paz. Por el otro lado, Rusia presiona para que se sienten a negociar”.
Esto en un contexto en el que Moscú sigue ganando territorio en el Donbás.
Teixeira concluye: “Zelensky cree que habrá un mejor momento para negociar, pero necesita ganar el tan preciado tiempo. El asunto es que, en este momento, el tiempo está de lado de los rusos. Cada vez que un cargamento de Occidente se demora en llegar a las tropas ucranianas, suma a la causa rusa”.