El niño Gabriel Esteban Cubillos Rodríguez había salido con su padre debido a que este último estaba separado de su esposa y el fin de semana pasado era el que le correspondía para estar con él y compartir tiempo en familia.
Aquella mañana salió de su casa en Tocancipá, Colombia, y se dirigió a la de su expareja ubicada en el barrio Sierra Morena de la localidad de Usme. Ese día saludó a la madre del menor y lo único que hizo antes de irse fue pedirle el baño prestado.
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Luego, padre e hijo, salieron ese sábado 1 de octubre a una reunión familiar. Tenían una fiesta en el parque Simón Bolívar para celebrar el Día del Amor y la Amistad. Hasta ese momento nadie sospechaba nada.
Al culminar la reunión el hombre le dijo a su familia que se iba a dejar a Gabriel a la casa de su mamá y todos se despidieron. Pero a eso de las 9 de la noche, la hermana del hombre recibió un mensaje. Este le decía que no lo esperara porque no iba a regresar y que buscara unas cosas que le había dejado en una moto que había parqueado en su casa en el barrio Castilla de la localidad de Kennedy.
Allí la mujer encontró una suma de ocho millones de pesos y una nota en donde dejaba varias recomendaciones para disponer de sus pertenencias.
A eso de las 10 de la noche la madre de Gabriel ya había entrado en pánico pues su expareja la había llamado a decirle que buscara una USB que había escondido en el baño de su casa cuando lo había pedido prestado.
En esa memoria la mujer vio dos videos, en uno de ellos le reprochaba muchas cosas acerca de su relación y de las causas del fin de la misma y en el otro le advertía cuáles eran sus macabros planes con el niño, le decía que lo iba a asesinar. Su relación había sido tortuosa en parte por los problemas mentales del hombre.
Inmediatamente el niño fue reportado como desaparecido en Tocancipá pues se presumía que estaba allá, en donde residía su padre, pero tras el seguimiento que le hicieron las autoridades se dieron cuenta de que el destino del padre y del hijo era otro.
Gracias a un exhaustivo rastreo de cámaras de seguridad y de equipos electrónicos pudieron determinar que él había salido con destino hacia Melgar en el departamento del Tolima y que se había hospedado en el hotel El Rey.
Luego se supo que el padre había enviado una fotografía a la madre en donde le decía que el niño ya estaba muerto y que había sido por asfixia. La pequeña víctima se ve sobre unas sábanas blancas y atrás solo se divisa la imagen de una corona, el símbolo del hotel.
Cuando las autoridades arribaron al lugar encontraron el cuerpo sin vida de Gabriel. No lo podían creer, el impacto fue extremo. Luego se enteraron de que el padre había escapado en horas de la mañana sin dejar rastro. Inmediatamente se activó el plan candado para buscar al presunto asesino quien anoche era buscado por cielo y tierra.
De este último se sabe que tenía 50 años y que tenía antecedentes de enfermedad mental pues ya había intentado quitarse la vida. Había vivido con la madre del niño durante seis años pero la relación había llegado a su fin por múltiples problemas.