El mayor narcotraficante de Colombia lloró y lanzó insultos mientras era llevado al aeropuerto internacional El Dorado, pero su suerte ya estaba echada. Un día después de haber sido extraditado a Estados Unidos, Dairo Antonio Úsuga David, alias ‘Otoniel’, compareció este jueves 5 en un tribunal de Brooklyn, en Nueva York, que instruye el caso por tráfico de drogas contra el sanguinario capo de 50 años. Sentado en el banquillo de los acusados, se declaró no culpable.
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Según el documento inculpatorio, Otoniel es “líder de una empresa criminal continuada” y está acusado de haber introducido más de 10 toneladas de cocaína a Estados Unidos como jefe del Clan del Golfo, que cuenta con más de 6.000 miembros y es la mayor banda criminal de Colombia.
Breon Peace, el fiscal federal de Brooklyn, ha asegurado que esa organización criminal ejerce “control militar sobre cantidades de territorio” en la región de Urabá en Antioquia, “una de las zonas narcotraficantes que genera más ganancias dentro de Colombia”.
Otoniel fue detenido en octubre del 2021 tras una intensa persecución de meses por las selvas cercanas a Panamá, en el noroeste de Colombia. Hasta entonces, comandaba el Clan del Golfo, responsable del 30% (unas 300 toneladas) de las exportaciones de cocaína del mayor productor mundial de esa droga.
“No hay más Otonieles”
El Clan del Golfo ha sido diezmado por una serie de golpes de las autoridades contra el círculo cercano de Otoniel. Tras su captura, el presidente de Colombia, Iván Duque, proclamó el principio del fin de la que es considerada la mayor banda narco de Colombia.
Jeremy McDermott, codirector de la organización InSight Crime, especializada en crimen organizado en Latinoamérica y el Caribe, considera que lo que se ha visto en la última década es una fragmentación paulatina del crimen organizado en Colombia. “Con la salida de Otoniel yo creo que vamos a ver todavía más fragmentación dentro del Clan del Golfo porque no hay nadie que tuviera el mismo perfil de Otoniel”, dice a El Comercio.
Otoniel tiene una trayectoria criminal que refleja toda una vida en la ilegalidad. Integró las filas del Ejército Popular de Liberación (EPL). Tras la firma de una acuerdo de paz en 1991, pasó a formar parte de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y, tras la desmovilización de estas, en el 2006, creó la banda criminal de Los Urabeños, actual Clan del Golfo.
“Él es un dinosaurio, en el sentido de que no hay más Otonieles. Este hombre ha tenido una trayectoria criminal y de guerrillero, también de paramilitar. Es una figura que genera mucha sumisión o reverencia en el hampa. No hay gente con el mismo perfil”, apunta McDermott.
En los últimos años, Otoniel prácticamente había vuelto a su vida de guerrillero porque el bloque de búsqueda en su contra era descomunal. “Otoniel se movía cada día en mula, canoa, etc. Muy poca gente puede aguantar ese tipo de vida, pero él fue guerrillero, paramilitar. Los narcos de hoy no tienen este mismo perfil”, agrega el experto.
Sin cambios profundos
Pese a lo importante de la caída de Otoniel, es poco probable que su extradición cambie drásticamente el funcionamiento del Clan del Golfo debido a que la organización está acostumbrada a operar sin la presencia física del capo.
“La organización interna de Los Urabeños [Clan del Golfo] está diseñada para maximizar la presencia territorial, la participación en economías criminales y la adaptabilidad al cambio. Esto ha llevado al grupo a valerse de diferentes redes armadas en los territorios, principalmente compuestas por estructuras centrales y franquicias”, indica la organización InSight Crime.
Además, McDermott recuerda que hoy en día, particularmente el tráfico hacia Europa, es multinacional, por lo que en cada eslabón en la cadena de narcotráfico uno puede encontrar un colombiano, un venezolano, un europeo, dependiendo de la ruta, el destino, el dueño o el comprador.
“Existe un tipo de red multinacional para el narcotráfico. Yo creo que va a seguir igual. Hay que recordar que Colombia está exportando más cocaína que nunca, lo único que ha cambiado es que no sabemos quiénes son los dueños de los cargamentos, quiénes los están manejando”, dice el experto.
Otro factor importante es que hay otros grupos criminales en la escena colombiana, como el ELN, que está bastante involucrado en la producción de cocaína y protege laboratorios y cultivos en sus áreas de influencia. También están las disidencias de las FARC y la Segunda Marquetalia, que también participan en el narcotráfico.
“Pero la gran mayoría de narcotraficantes de alta gama hoy en día son invisibles, se mantienen ocultos y con perfil bajo porque hoy no se pueden esconder en el conflicto civil como antes, el mundo ha cambiado. No hay carteles, es un mundo de subcontratación criminal”, apunta McDermott.
Edgardo Buscaglia
Académico senior en Derecho y Economía de la Universidad de Columbia y asesor gubernamental en temas de delincuencia organizada
—¿Qué impacto real tendrá la extradición de Otoniel en el Clan del Golfo?
Estas son organizaciones criminales en las que cuando se extradita a uno de sus líderes, sea regional o de la cúpula, lo que sucede es que hay un efecto multiplicador en Estados Unidos, que no se ve en países como México, Venezuela, Perú, Colombia. Como los norteamericanos tienen leyes mucho más flexibles y presupuestos mucho más vastos, pueden perseguir a la estructura criminal de esa organización con base en los testimonios de las personas que extradita. A cambio de beneficios procesales, muchos de los extraditados terminan brindando información sobre los activos patrimoniales, empresas pantalla y fábricas de la organización en varios países del mundo. Estados Unidos tiene esa ventaja comparativa y los países que permiten la extradición lo saben bien.
—¿Cómo ha quedado esa organización criminal en Colombia?
La extradición genera, como en todos los casos, luchas internas para reemplazar a estos líderes y al mismo tiempo genera una relativa debilidad temporal, pero no permanente. En la medida en que Estados Unidos no avance con estos desmantelamientos patrimoniales transnacionales e internacionales, la organización en el mediano plazo seguirá igual. Esta gente es reemplazable, son organizaciones, no familias. En lo que sí habrá diferencia es en el efecto multiplicador de desmantelamiento patrimonial que resultará de la extradición de Otoniel.
—¿Cuál es la relevancia de la figura de Otoniel en este momento?
Los grupos criminales colombianos dejaron de ser solo narcotraficantes, se dedican a un abanico de delitos, entre ellos el tráfico de migrantes, trata de personas, tráfico de armas, tráfico de drogas. El hecho de que a esta figura emblemática se la extradite genera un efecto a corto plazo de disminución de estos delitos, pero a mediano plazo no hay ninguna diferencia. La organización va a seguir igual si es que Estados Unidos no logra generar el efecto multiplicador del que hablaba antes.
—¿Qué grupos de narcotráfico operan aún en Colombia?
Colombia ha tenido desde hace 20 años mejoras institucionales para combatir a la delincuencia organizada. Ha tenido grandes progresos, sin embargo, los países limítrofes no han tenido esa mejora. Los grupos colombianos o los grupos extranjeros que operan en Colombia, incluyendo al cartel de Sinaloa mexicano, tienen bases patrimoniales en Colombia y en los países limítrofes. Se dio lo que se llama un efecto cucaracha, donde a medida que funcionó el desempeño institucional colombiano para desmantelar, encarcelar o extraditar a estos criminales, los delincuentes empezaron a operar más desde países con menor costo esperado.
—¿Cuál es la relevancia actual del Clan del Golfo en la escena del crimen organizado?
En comparación al cartel de Sinaloa, tiene una relevancia menor. El cartel de Sinaloa, de origen mexicano, es la organización criminal más sofisticada que penetra al sistema político mexicano, colombiano y de otros países con mayor frecuencia. En ese sentido, el Clan del Golfo es un grupo de segundo nivel comparado al cartel de Sinaloa. También en cuanto al poder patrimonial es un grupo de segundo nivel.
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