A medida que avanza la cuenta atrás para el anunciado cambio en la política de inmigración de Estados Unidos y a la espera de una oleada de migrantes en la frontera sur, los que ya aguardan para ingresar desde México están cada vez más desesperados.
Bajo un sol implacable, cientos de personas se encuentran en un páramo seco y polvoriento. Esperan.
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Hambrientos y sedientos, exhaustos y asustados, todos se han reunido junto a la enorme valla fronteriza de acero que los separa de Estados Unidos. A través de ella pueden ver el lugar por el que han sacrificado tanto para tratar de alcanzarlo.
Pero nadie sabe si se les permitirá cruzar esa frontera.
Rosario Medina dice que para encontrar comida para sus nietos ha estado hurgando en los basureros e incluso recolectando agua para los biberones en el contaminado río Bravo.
No es de extrañar que las lágrimas corran por su rostro cuando describe cómo trató de sobrevivir aquí durante los últimos ocho días, mientras los labios de los niños se llenan de ampollas por el sol.
Para encontrarme con estas personas, primero tuve que cruzar ese río apestoso y luego arrastrarme por la tierra a través de un pequeño hueco en la cerca de alambre de púas.
Luego escuché las historias de los viajes aterradores que muchas de estas personas habían soportado.
Un sistema desbordado
MiLexi Gómez me contó sobre cómo fue viajar desde Venezuela, llevar a sus cuatro hijos pequeños a través de la selva, subirlos por las montañas y luego tener que saltar para montarse sobre trenes cuyos boletos no podían pagar.
Ahora todos tienen que dormir en la tierra, ella teme que los resfriados que sufren sus gemelos puedan convertirse en bronquitis.
"Nos sentimos desesperados", dice ella. "No podemos dormir por la noche porque hace demasiado frío. No tenemos dinero para comer, no tenemos cómo lavarnos. Le pregunto a Dios qué debo hacer para proteger a mis hijos en este lugar".
Estas escenas son muy inusuales.
Normalmente, los migrantes que buscan ingresar a Estados Unidos serían alojados en albergues en el centro de Juárez. Pero la cantidad de migrantes que se han reunido en los últimos días ha desbordado el sistema.
Los funcionarios que han trabajado a lo largo de la frontera durante décadas dicen que nunca habían visto algo así.
La mayoría de las personas con las que hablé tenían la idea de que las reglas que rigen la entrada a EE.UU. van a cambiar esta semana. Pero hubo una gran desinformación y confusión sobre lo que eso significará para los migrantes como ellos.
Muchos creen que tan pronto como se levante el Título 42, la política de la era de la covid-19 que facilitó la deportación a través de la frontera de migrantes y solicitantes de asilo y que expira en la medianoche del jueves al viernes, será mucho más fácil la entrada a EE.UU.
Esa es una de las razones por las que un gran número de personas se han reunido en la frontera.
Otros se apresuraron a llegar porque creen que deben intentar ingresar antes de que se derogue la norma.
MiLexi dice que había oído en las noticias que tenía que llegar antes del 11 de mayo para tener la oportunidad de entrar. Le preocupa que, con tantas otras personas reunidas aquí, su familia no pueda cruzar la frontera a tiempo.
"Estamos muy preocupados porque ya hemos sacrificado mucho", me dijo. "Si no podemos entrar a Estados Unidos, no sé a dónde iremos, ya que no podemos regresar a mi país. Esa es la verdad".
“Caos temporal”
Los funcionarios en la frontera han dicho que la afluencia podría superar los 10.000 migrantes por día cuando la ley cambie en unas pocas horas. El presidente de EE.UU., Joe Biden, dijo esta semana que "va a ser caótico por un tiempo", pero los republicanos le echan la culpa a él.
"Joe Biden envió un mensaje de que la frontera de Estados Unidos está abierta y millones de personas respondieron a ese llamado y comenzaron a cruzar nuestra frontera ilegalmente", dijo el líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, el republicano Steve Scalise.
El gobierno de Biden dice que está haciendo que sea más seguro y fácil para personas como MiLexi y su familia seguir un camino legal hacia el asilo.
Cada mes se aceptará un estimado de 30.000 refugiados procedentes de Venezuela, así como de Nicaragua, Cuba y Haití. Pero luego de que esa cuota se haya cumplido, otros serán devueltos a México.
Preoupación por la seguridad
Rosario Medina no sabía nada de estos cambios legales cuando su familia partió hacia Estados Unidos en octubre pasado. Como son de Guatemala, pronto les resultará más difícil obtener asilo.
Me contó que teme por la seguridad de su hija pequeña y sus nietos en un país dominado por pandillas que frecuentemente asesinan, violan y secuestran.
Bajo las nuevas reglas de inmigración, solo sería aceptada si puede demostrar que su familia enfrenta una "amenaza inminente y extrema".
Y tendría que haber hecho una cita en uno de los 100 centros regionales de procesamiento (aún no construidos) en toda América del Sur para solicitar asilo antes de viajar a EE.UU.
Cuando conocí a Dicar Matano, él tenía un suéter verde envuelto alrededor de su cabeza para tratar de protegerse del sol. Está convencido de que cualquiera que pueda ingresar a EE.UU. antes del cambio no puede ser deportado legalmente.
Por eso lleva más de una semana durmiendo aquí, en esta polvorienta tierra de nadie, junto a su mujer, su hijo y su hermano gravemente enfermo.
Habiéndose quedado sin dinero, ahora está pidiendo comida. "Estoy avergonzado porque no me gusta mendigar o pedir ayuda gratuita. Me gusta ganarme la vida con mi propio trabajo duro", me dijo.
Se fue de Venezuela porque dice que no podía pagar para alimentar a su familia allí.
En el futuro, los migrantes como la familia Matano no podrán simplemente llegar a la frontera de Estados Unidos y solicitar asilo.
Todos los migrantes serán considerados inelegibles para el asilo si no pueden probar que solicitaron protección previamente en un tercer país en su camino a EE.UU.
La familia Matano tendría que haber pedido primero asilo en México antes de poder solicitar la entrada a EE.UU.
Estados Unidos dice que lanzará campañas publicitarias en América Central y del Sur para comunicar las nuevas reglas y tratar de evitar que la gente se presente en la frontera.
Para aquellos que ya están aquí, existe confusión y temor sobre si alguna vez lograrán cruzar.
De vez en cuando se abre la puerta de la imponente valla metálica y se permite el paso a un puñado de personas. No está del todo claro cómo se seleccionan los pocos afortunados.
Sin embargo, cada vez que se mueve la puerta, sientes la oleada colectiva de esperanza de estas personas que están convencidas de que todas sus dificultades habrán valido la pena si pueden tener la oportunidad de comenzar de nuevo en Estados Unidos.