Si perciben algo parecido a una tregua entre poderes y posiciones políticas, no se dejen llevar por las apariencias. Es cierto que el gobierno está ensayando una nueva y cordial forma de aproximarse al Congreso tras semanas de jaleo, pero la coalición vacadora sigue esperando la oportunidad de lanzar una tercera moción de vacancia, cuando la fiscalía sirva nuevas evidencias –pues ya existen varias- de las tramas de corrupción urdidas desde Palacio.
Sucede que hay diversos condicionantes de la aparente o relativa tregua. Dos de ellas: que el presidente quiso viajar a Nueva York en cierta paz (pues de otra forma no votaban el permiso congresal indispensable) y que la cercanía de las elecciones municipales y regionales tiene a los partidos concentrados en ganar gobernaciones y municipios. No ha habido tregua en la fiscalización extrema de interpelaciones y censuras (ocurrió la de Geiner Alvarado y se espera, con menos ánimo, la de Willy Huerta) y Castillo no ha depuesto su vocación por encontrar ministros funcionales a sus tribulaciones en carteras sensibles. Los invito a leer mi columna y videocolumna de hoy, y otros artículos de mis colegas.