Angie Higuchi

Tras los embates del ciclón Yaku y las lluvias, la costa norte ahora sufre el golpe del dengue. En lo que va del año, 186 personas han muerto por en todo el país, siendo la mayoría personas vulnerables, como niños y adultos mayores. En total, se han reportado más de 126.000 casos, abarrotando los ya colapsados hospitales. Todo indica que esta cifra seguirá en aumento. Ambas estadísticas ya superan las registradas en el 2017, cuando el impactó al Perú y desencadenó también un brote de dengue.

Piura es la región más golpeada. A la fecha, solo Piura ha presentado 59 fallecidos por dicha enfermedad. Esto se debe a que se están usando las mismas técnicas que en el 2017: fumigación, trampas y abatización. El problema es que, como lo puede argumentar cualquier experto agrícola, con las plagas, los insectos comienzan a desarrollar resistencia a los productos químicos que se emplean contra ellos.

El control del dengue se encuentra en la verificación de la proliferación del zancudo, que es el único transmisor de la enfermedad. Un caso similar es el que ocurrió con la mosca de la fruta. El ingeniero agrónomo Renato Calle, profesor de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, indica que la mosca de la fruta puede generar pérdidas en todo un campo de cultivo. Chile, preocupado por sus exportaciones de uvas, manzanas, peras, entre otros, hizo investigaciones en el ámbito científico de esterilización del macho de la mosca de la fruta para evitar que se reproduzca. De este modo, hubo un control de la población de esta especie y se evitaron pérdidas agrícolas importantes que hubieran perjudicado transacciones comerciales internacionales.

Para el caso del zancudo, se puede hacer una acción similar. Se sabe que la hembra del género ‘Aedes’ (de patas blancas) está identificada como la transmisora de la enfermedad. Sobre esto, si bien los profesionales del sector salud tienen un gran conocimiento para el manejo de los pacientes, aún están trabajando con métodos poco efectivos para la disminución de la población del zancudo. Pues aumentar la dosis de fumigación y/o la frecuencia de esta no hará que el mosquito deje de proliferarse.

Asimismo, esta técnica de rociamiento de químicos puede contaminar productos alimentarios como vegetales y frutas aledaños al área fumigada. Peor aún, puede perjudicar enormemente la salud de las personas, que pueden estar en contacto directo o indirecto con el producto de fumigación, causando problemas de irritación visual, dificultad para respirar, dolores de cabeza, diarreas y náuseas. Por lo tanto, es urgente que profesionales ligados al sistema de salud enfoquen sus esfuerzos en la atención primaria de los pacientes, mientras otros especialistas se centran en interrumpir el ciclo de reproducción del insecto.

Aquí los entomólogos de distintas especialidades (con formación en biología, agronomía, zootecnia, etc.) cobran vital importancia. Dentro de un grupo multidisciplinario, estos profesionales pueden evaluar la dinámica poblacional del zancudo en sus diferentes fases de vida y en sus hábitats naturales. Ellos tienen la capacidad de recomendar qué medidas se deben tomar para reducir la población de insectos, tanto precisando las dosis adecuadas de mezclas de químicos para controlar al zancudo como usando la investigación a nivel biológico y tecnológico para acabar con el mosquito, como se hizo con la mosca de la fruta. Así, se podrá tener mayor control sobre el insecto y evitar que siga contagiando a más peruanos.

Entendamos que la dura realidad es que el dengue no se va a erradicar del todo. La zona norte es lluviosa y los zancudos van a aparecer por defecto. Sin embargo, es importante controlar al insecto vector para evitar más enfermos y actuar preventivamente. Todo esto antes de que el fenómeno de El Niño global llegue a nuestras costas a finales de año.

La ministra de Salud, Rosa Gutiérrez, prometió S/50 millones para el control del dengue. Pero la epidemia no se solucionará con la simple asignación de presupuesto. Se trata también de trabajar en la creación de equipos multidisciplinarios con profesionales basados en la ciencia que tengan los conocimientos para el control de la población vector, que es el zancudo. De otro modo, ni los casos de contagio ni de fallecimientos irán a la baja en las próximas semanas. El dengue es un mal que, sin ser improvisados y teniendo voluntad a escala de Gobierno, así como de todos los actores en la sociedad, no es invencible.

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Angie Higuchi es profesora e investigadora de la Universidad del Pacífico