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La enseñanza basada en simulación en la educación universitaria
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La educación universitaria atraviesa un profundo proceso de transformación impulsado por cambios sociales, avances tecnológicos y nuevas demandas del mercado laboral. En este contexto, la enseñanza basada en simulación (EBS) se ha consolidado como una de las estrategias pedagógicas más innovadoras y efectivas, capaz de situar al estudiante en el centro del aprendizaje y permitirle desarrollar competencias técnicas, cognitivas y socioemocionales en un entorno seguro.
La creación de centros interdisciplinarios de simulación avanzada no solo responde a la necesidad de infraestructura especializada, sino que constituye un nodo estratégico para articular innovación educativa, investigación aplicada y desarrollo de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial (IA) y la realidad aumentada (RA).
El valor de la simulación radica en que permite recrear situaciones reales o verosímiles en un entorno controlado, ofreciendo a los estudiantes la oportunidad de experimentar, decidir y actuar sin el riesgo de consecuencias negativas. Según Serrat y Camps (2023), su impacto es triple: anticipa escenarios laborales complejos antes de que el estudiante enfrente la práctica real; aumenta la seguridad y la confianza profesional; y desarrolla competencias integrales –técnicas, comunicativas, éticas y de trabajo en equipo– bajo un enfoque experiencial.
Esta metodología es aplicable a múltiples disciplinas: salud, ingeniería, derecho, ciencias sociales, educación y administración, lo que refuerza su carácter interdisciplinario. Diversos estudios muestran beneficios significativos de la EBS, como el aprendizaje activo y centrado en el estudiante, integración de teoría y práctica, fomento del pensamiento crítico y la resolución de problemas, reducción de errores en entornos reales y el entrenamiento en habilidades blandas.
Un centro interdisciplinario de simulación avanzada no es solo un espacio físico equipado con tecnología, sino un ecosistema de aprendizaje, investigación y transferencia de conocimiento que articula escenarios de alta, media y baja fidelidad, integración curricular, colaboración interdisciplinaria, permitiendo evaluar el impacto de las tecnologías emergentes, innovando permanentemente.
La incorporación de IA en simulación permite generar nuevos escenarios y casos personalizados, acompañar el progreso y el desempeño del estudiante. Por otro lado, la RA y realidad virtual (RV) logran la inmersión total en entornos 3D que reproducen situaciones imposibles de replicar físicamente, como entrenamiento en procedimientos de alto riesgo o bajo acceso, como cirugías especializadas.
El valor pedagógico de la simulación se maximiza cuando se estructura en fases, como la preparación y contextualización del estudiante, estableciendo objetivos claros de aprendizaje; la práctica de simulación, entendida como la ejecución de la experiencia en un entorno controlado, con observación directa y el ‘debriefing’, que es la reflexión guiada para analizar aciertos, errores y áreas de mejora, consolidando el aprendizaje.
La enseñanza por simulación en la universidad es mucho más que una herramienta innovadora: es un puente entre el aula y la realidad profesional, capaz de preparar a los estudiantes para contextos complejos, inciertos y cambiantes, garantizando la adquisición de competencias profesionales observables y transferibles.
La creación y fortalecimiento de centros interdisciplinarios de simulación avanzada permitirá una educación universitaria integral, práctica, interdisciplinaria y tecnológicamente avanzada, alineada con las demandas de un mundo global y digital.

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