Keiko Fujimori lanzó la postulación presidencial de su padre, Alberto Fujimori. “Mi padre y yo hemos conversado y decidido juntos que él será el candidato presidencial”, dijo en su cuenta de la red social X.
En Fuerza Popular (FP) las cosas se deciden entre padre e hija. Miguel Torres, vocero, ha establecido el papel de los militantes: “A todos los fujimoristas nos toca defender el derecho constitucional de ser elegido, de postular” (El Comercio, 16/7/2024).
Fujimori cumple en estos días 86 años. A pesar de la decisión vertical, en FP tendrá que haber elecciones internas. Eso será el segundo semestre del 2025. Para entonces, Fujimori tendrá 87 años.
Los Fujimori fabulan con un presidente de entre 88 a 93 años.
Fujimori es la persona peor calificada para resolver el problema de la debilidad institucional del país. Aliado con los mandos militares del momento, cerró el Congreso en 1992. Hoy Pedro Castillo está en prisión y procesado por pretender hacer lo mismo.
Fujimori intervino el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Consejo Nacional de la Magistratura, la contraloría y el Tribunal Constitucional. Le dio poderes absolutos a Vladimiro Montesinos, bajo cuya égida se sobornó a jueces y fiscales y se ejecutaron las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta.
Fujimori fue elegido en 1990. Acabó su mandato constitucional con el autogolpe de 1992. La Constitución de 1993 le habilitó hasta 1995. Fue reelegido en 1995. Volvió a postular el 2000, nuevamente contra el principio de no reelección inmediata.
Keiko Fujimori contó cómo fue hablar con su padre de una nueva postulación presidencial. “Yo miraba el brillo de sus ojos”, le contó a Beto Ortiz (“Beto a saber”, Willax TV, 11/7/2024). También declaró que ella “dejaría que sea mi padre el líder de esa plancha presidencial”.
Alberto Fujimori no puede postular a la presidencia. Debe S/57 millones de reparación civil. Fue sentenciado (y nunca absuelto) por la autoría mediata de los asesinatos de Barrios Altos y La Cantuta.
Fujimori está libre por un indulto, no por una remisión de la pena. El fujimorismo anticipa una campaña para que eso sea considerado secundario frente al derecho de elegir y ser elegido.
No se puede dejar que triunfe ese criterio. Una vez aceptado, todo sentenciado por crímenes gravísimos podría reclamar esa posibilidad. A ese abismo nos llevaría “el brillo de sus ojos” en Fuerza Popular.