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El JNE vs. la ONPE: un peligroso enfrentamiento
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Al escándalo que supuso el fraude en las elecciones internas de Acción Popular, que dejó fuera de carrera al partido de la lampa, se suma lo que ha habido detrás de esta decisión: la pública discrepancia entre la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y el Jurado Nacional de Elecciones (JNE). Es decir, el organizador de las elecciones y el juez se encuentran enfrentados, a cuatro meses de los comicios generales.
Para la ONPE, las internas de AP fueron limpias y sin irregularidades, cuando se sabe de la suplantación fraudulenta de delegados.
Así lo hace saber el JNE en su resolución sancionadora, en la que precisa: “El JNE informó a la ONPE con antelación al desarrollo de las elecciones primarias de la [organización política], no habiendo adoptado la ONPE las medidas del caso. Contrario a ello, elaboró el informe 000597-2025-GOECOR/ONPE, de fecha 7 de diciembre del 2025, en el cual señala que [...] cualquier lista distinta a la comunicada por los canales oficiales de la ONPE carece de sustento legal y afecta gravemente la transparencia y confianza del proceso electoral [...], dejando de lado, en primer lugar, las observaciones realizadas por los fiscalizadores del JNE, las cuales les hacían ver que se estaría cometiendo un error al considerar delegados que no fueron elegidos el 30 de noviembre del 2025”.
En términos sencillos, el JNE alertó a la ONPE que se estaba cometiendo un error al considerar delegados que no fueron elegidos. Es decir, ya se estaba alertando de la suplantación que acabó con las aspiraciones de AP.
En su resolución, el JNE alerta del deber de la ONPE “de asegurar que las votaciones traduzcan la expresión auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos, y que los escrutinios sean reflejo exacto y oportuno de la voluntad del elector expresada en las urnas por votación directa”.
Visto esto, uno se pregunta: ¿qué o quién nos garantiza a los ciudadanos que este tipo de enfrentamientos y discrepancias no se repetirán en las elecciones generales?
Un riesgo innecesario que ni la ONPE ni el JNE deben correr. No se pueden repetir los escenarios del 2021, en los que la desconfianza –desgraciadamente– se instaló en algunos actores.
Las del 2026 son elecciones complejas, no solo por el número de fórmulas presidenciales, sino porque incorpora a senadores después de 35 años.
La ONPE y el JNE tienen cuatro meses por delante para afinar el proceso y, sobre todo, ponerse de acuerdo. Si esto ha pasado en una elección primaria, ¿se imaginan una discrepancia de esta naturaleza en plenos comicios? No es posible que la ONPE haga caso omiso a las advertencias de fiscalizadores del JNE.
Hay tiempo de enmendar... por el bien de la democracia.

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