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En octubre no hay milagros
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En una política como la peruana, tan escasa de certezas, octubre resulta un mes clave, porque empezará a brindar definiciones a las que hay que prestar atención. En efecto, se inicia el camino de retiro del liderazgo político vigente y también de los que serán los primeros momentos de la carrera electoral.
Así, en la arena electoral, deben concretarse las renuncias de los altos funcionarios que busquen tentar suerte en los próximos comicios. El plazo, como se recuerda, se cumple el lunes 13 y alcanza, entre otros, al burgomaestre capitalino, Rafael López Aliaga, quien lidera las encuestas y, al menos, a tres ministros que tienen militancia vigente en partidos con registro electoral.
En cuanto a los sondeos, comienza a tomar forma el reducido grupo de punteros. Ipsos, la encuestadora que realiza el seguimiento más constante, muestra, en sus últimas tres entregas, el crecimiento de Mario Vizcarra, que pasa del 3% en la primera al 7% en la tercera. Con esto, alcanza a Keiko Fujimori (7%), quien se mantiene estable, tanto como López Aliaga (10%) y Carlos Álvarez (4%).
En cualquier caso, es muy temprano para afirmar que este grupo se mantendrá hasta abril. De hecho, si volvemos por un momento al proceso electoral del 2021, a estas alturas del 2020, George Forsyth lideraba las encuestas con un sólido 19%, que luego se fue diluyendo hasta el día de los comicios, cuando ni siquiera superó la valla electoral.
En cuanto al recambio político que plantea abril, es importante no perder de vista su impacto. En el Ejecutivo ya se reseñaron las potenciales renuncias, que incluso podrían venir acompañadas de un ánimo más impetuoso. Si bien este gobierno debe tomar decisiones importantes en diversos frentes, tiene pendiente una hoja de ruta mínima.
Por su parte, en el Congreso ya podemos notar tempranamente el apuro por ejercer el poder que se va. La diligencia con la que procede el presidente José Jerí en cada ley que se aprueba, aun cuando esta represente una papa caliente para las autoridades que han de venir, es una muestra de ello.
El caso reciente de la creación de una veintena de universidades –una decisión tomada sin ningún sustento técnico, sino más bien por mera conveniencia electoral– grafica lo sostenido. Se creía que la hora loca parlamentaria iba de abril a julio del año electoral, pero parece haberse adelantado esta vez. De hecho, si algo caracteriza al 2026 es su cariz doblemente electoral: en abril y octubre.
Octubre, pues, es un mes clave. Y aunque la fe lo asocie a la intervención divina, lo más probable es que nos enfrentemos a un tenso período de confirmaciones de sospechas y temores. Los milagros, al parecer, deberán esperar hasta abril.

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