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¿Quién me trae...?
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La renuncia de Hernando de Soto al partido Progresemos ha significado, también, decirle adiós a la que hubiera sido su segunda candidatura presidencial. Como se recuerda, en el 2021, De Soto fue candidato a la primera magistratura bajo el manto de Avanza País, aunque al poco tiempo se alejara de dicho partido. Ya en el 2001, como se recuerda, De Soto trató de inscribir a Capital Popular, su partido, pero no consiguió su cometido. Por tanto, De Soto ostenta dos candidaturas truncas y solo una concretada. Vocación de candidato, como vemos, no le falta.
Sin embargo, su talón de Aquiles ha sido la falta de un vehículo partidario sobre el cual depositar sus aspiraciones. Su temprana deserción de lo que luego fue el Movimiento Libertad, en 1987, parece haber estado signada por reservas y enfrentamientos lejos de discrepancias ideológicas.
No es la primera candidatura trunca en el bloque de derecha, como bien recordara Martin Hidalgo hace unos días. A De Soto deben sumarse los casos correspondientes al renovado PPC: Fernando Cillóniz, Óscar Valdés y Javier González-Olaechea (El Comercio, 2/6/2024). Además, de confirmarse ciertos rumores, el comediante Carlos Álvarez correría la misma suerte si abandona País para Todos. Por último, antes de que la contienda fuera oficialmente convocada (setiembre del 2024), Carlos Añaños renunció a Perú Moderno, postergando sus aspiraciones presidenciales por un lustro.
“Renuncio a Progresemos para poder luchar contra el crimen organizado, para construir formalización y capitalización rápida y efectiva, y una adaptación realista a la nueva coyuntura internacional, con un plan concreto basado sobre resultados exitosos en el Perú y en el extranjero”, señala De Soto tras su alejamiento (El Comercio, 29/5/2025).
Ahora, todo ello tendrá que hacerlo fuera de la escena electoral, al menos de la correspondiente al poder nacional. Aunque De Soto no niega sus expectativas de alcanzar a endosar candidaturas en la esfera subnacional de octubre del 2026, será poco lo que tenga que aportar en estas.
Por ahora, su partida deja, al menos, dos interrogantes que seguramente serán respondidas con el paso de los meses. ¿A dónde irá a parar ese (aún moderado) porcentaje de votos que simpatizaba con De Soto (entre 3% y 5%)? Por lo pronto, resulta esperable que a una candidatura de derecha (¿López Aliaga? ¿Butters?).
La segunda interrogante apunta a tratar de dilucidar qué pasará con Progresemos. Lo más probable es que pierda la breve figuración que la renuncia de su candidato le ha dado y regrese al anonimato en el cual se encontraba hasta antes de que este culebrón se iniciara. Y es que, aun con el prominente precandidato que el partido presentaba, ¿alguien recuerda cuál era su símbolo o puede nombrar a algún miembro de su dirigencia?

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