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La comunicación en torno al retiro de las AFP
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La comunicación en torno al retiro de las AFP

La comunicación en torno al retiro de las AFP

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En el Perú, pocos temas generan tanta controversia como los retiros de los fondos de las AFP. Más que una discusión económica, se trata de una pugna de encuadres comunicacionales.

De un lado está el mensaje más directo, emocional y comprensible: “la gente necesita liquidez porque tiene emergencias y, al fin y al cabo, el dinero le pertenece a los aportantes”. Es un encuadre que no requiere mayor explicación: habla en el idioma del trabajador que debe pagar la tarjeta de crédito, la pensión escolar de sus hijos o el recibo de luz. Responde a una idea sencilla y poderosa: si el dinero es tuyo, puedes disponer de él libremente, ya sea para gastarlo o invertirlo.

Junto a este relato ha surgido otro, también ligado a la necesidad pero con un matiz de proyección: “nuestros fondos pueden rentabilizarse mejor en otros productos financieros”. Aquí la urgencia inmediata convive con la expectativa de hacer crecer el dinero en manos propias. En esa lógica, el retiro no es solo un salvavidas coyuntural, sino también una alternativa de inversión en un mercado que ofrece opciones más atractivas que las administradoras tradicionales.

El giro del Ejecutivo al respaldar un octavo retiro se explica, más que por sensibilidad social, por un cálculo político. Es una medida que busca sintonizar con el malestar ciudadano y, al mismo tiempo, situar los reflectores sobre este tema y opacar otros igual de sensibles, pero no convenientes en la agenda nacional. El gobierno ha utilizado el encuadre de la necesidad como refugio comunicacional, a costa del encuadre del ahorro previsional en el que tanto se había insistido a través de su propio ministro de Economía.

En paralelo, las AFP y algunos voceros estatales han insistido en otro encuadre: “debes ahorrar para tu pensión de jubilación”. Se trata de un argumento válido, incluso razonable, pero que funciona en un plano distante. Hablar de un futuro incierto y lejano no alcanza para contrarrestar las urgencias del presente. Ese mensaje, además, se erosiona frente a la abundante oferta de productos financieros que prometen mayor rentabilidad. La pregunta que muchos se hacen es obvia: ¿por qué no invertir en otra opción que ofrezca mejores resultados y, al mismo tiempo, te brinde una vejez digna?

Allí radica el problema central del relato previsional: no triunfa el argumento más sólido, sino el que logra conectar con la experiencia cotidiana. Y en ese terreno, las AFP han fallado. Eligieron estadísticas, proyecciones y campañas técnicas para justificar su mensaje, pero olvidaron que lo que moviliza son las historias personales. Nunca lograron convertir el “ahorra para mañana” en una narrativa emocionalmente convincente que se sintiera real hoy.

A este déficit se suma un elemento corrosivo: la percepción instalada de que las AFP nunca pierden, incluso cuando el mercado tambalea. Esa imagen, arraigada en la opinión pública, resta credibilidad a cualquier defensa técnica del sistema.

Esto no significa que la sostenibilidad previsional sea irrelevante. Todo lo contrario. Pero mientras un encuadre se perciba cercano y el otro distante, la balanza seguirá inclinándose hacia el primero. En comunicación política quien define el marco del debate, define también sus límites. Y aquí, el más potente sigue siendo el de la necesidad inmediata.

El octavo retiro —como los siete anteriores— no es casualidad. Es la consecuencia natural de una colisión de relatos en la que uno conecta auténticamente con las urgencias de la población, mientras el otro permanece desconectado.

El mensaje de fondo es contundente: en el espacio público no basta con tener la razón. Los mejores argumentos, si no logran convertirse en historias significativas, terminan siendo irrelevantes. Las AFP enfrentan entonces un doble desafío: financiero y comunicacional. Porque lo que está en disputa no es solo un modelo de ahorro, sino qué relato resulta más creíble. Y hasta hoy, la narrativa de la necesidad y la rentabilidad ha demostrado ser mucho más efectiva en un país marcado por la urgencia.

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*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Renzo Mazzei es periodista

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