El primer problema que tendrán que enfrentar las autoridades elegidas mañana es el de la corrupción. Nadie, sin embargo, ha hecho un planteamiento institucional sobre la materia.
Hay candidatos que hablan de la corrupción de otros, y proponen como alternativa su candidatura. Eso está muy bien, pero sería mejor que nos digan cómo van a hacer.
No se trata de un cambio de personas, sino de un cambio de instituciones. No bastan las buenas intenciones. Necesitamos ideas sobre cómo cerrarle el paso al aprovechamiento del poder.
¿Qué tipo de fiscalización se propone? ¿Cómo se debe rendir cuentas? ¿Qué sistemas de vigilancia son mejores?
¿Cuánto poder se le quiere dar a la minoría para fiscalizar? ¿Cómo puede la ciudadanía controlar al funcionario negligente, al reglamento absurdo, a la autorización escamoteada?
En el distrito de Quellouno, La Convención, han secuestrado al hijo del alcalde. En el distrito de Platería, en Puno, han secuestrado a uno de los candidatos.
Ha habido atentados con explosivos contra un candidato en Amarilis, Huánuco, y contra el alcalde de Jaén, en Cajamarca.
Hay que agregar a la lista, además, a los candidatos con pedido de prisión y a los que ya están en prisión. Además, recordemos a los que tienen investigación fiscal o procesos en curso.
No podemos olvidarnos, por supuesto, de los prófugos, como el alcalde de Chiclayo. En sus oficinas se encontró fajos de billetes por más de 2 millones de soles. Y joyas y dinero en la casa de su pareja, de 22 años.
No se puede generalizar, por supuesto. Y cada persona es distinta. Los ciudadanos, sin embargo, tenemos derecho a que se nos diga cómo se va a enfrentar la corrupción.
¿Qué es lo que hace tan codiciable una alcaldía distrital en Puno, Cusco, Cajamarca o Huánuco? ¿Qué es lo que atrae como miel a tantos y tan avezados delincuentes?
En Lima y otras ciudades no hemos visto granadas de guerra en la campaña. Sin embargo, no tenemos por qué pensar que el fenómeno de la corrupción y el atractivo del poder sean distintos.
Esto tiene que parar. No va a parar si nos hacemos los tontos. No va a parar si nos cruzamos de brazos.
Es bueno que los candidatos nos digan cómo van a arreglar las pistas, recoger la basura u ordenar el comercio. Es evidente que necesitamos, además, propuestas y soluciones para el transporte y la seguridad ciudadana.
Resulta imprescindible, sin embargo, que nos digan cómo van a enfrentar el problema de la corrupción. No es relevante que nos digan que ellos no son corruptos. Nos tienen que decir qué van a hacer al respecto.
Cuando la policía nacional no se dio abasto, a un alcalde se le ocurrió crear el Serenazgo. No importó qué decía él sobre sí mismo, sino que hizo algo.
Pues bien, en relación a la corrupción, ¿qué van a hacer las nuevas autoridades? Esperamos esa respuesta desde el 6 de octubre. Y esperamos las acciones, desde el 1 de enero de 2015.
Se trata del principal problema municipal, regional y nacional.