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Al menos 15 partidos vienen manteniendo conversaciones con miras a formar alianzas para las , según pudo conocer este Diario. El plazo para presentar sus solicitudes, sin embargo, está cerca de agotarse –en seis semanas– y, más allá de lo que digan ante las cámaras, en privado sus representantes confiesan que la labor de llegar a acuerdos está siendo un quebradero de cabeza.

Es cierto que tejer una no es una labor sencilla. Implica renunciar a un programa de gobierno propio y a cuotas de poder para los partidarios, en un tira y afloja que puede desatar peleas incluso entre organizaciones ideológicamente afines. El relato que hace Mario Vargas Llosa en “El pez en el agua” sobre las vicisitudes del Movimiento Libertad al momento de negociar con Acción Popular y el PPC la conformación del Fredemo es un buen ejemplo de ello. Quizá por eso, desde 1931, en el Perú, solo se conformaron 22 alianzas electorales. Y, en la última elección, 18 candidatos prefirieron correr solos antes que forjar una entente.

Sin embargo, más allá de los inconvenientes que pueden suscitar sus conformaciones, las coaliciones electorales tendrían beneficios considerables en el actual proceso. Para comenzar, reducirían el número de candidaturas, una operación que la ciudadanía sin duda agradecería. Según cifras del JNE, si los 43 partidos habilitados para participar en estas elecciones presentasen candidatos propios, tendríamos un total de 11.309 aspirantes pugnando el próximo 12 de abril por ocupar un cargo. Ninguna persona tiene el tiempo (ni las ganas) para escudriñar tantos nombres.

Pero, además, las alianzas beneficiarían a los propios partidos, que verían crecer sus posibilidades de pasar la valla electoral y, en consecuencia, salvar una inscripción que a partir del 2026 será mucho más difícil de conseguir. Según un estudio de Transparencia e Ipsos, tomando como referencia los resultados de las últimas cuatro primeras vueltas, con el escenario actual, solo cinco partidos pasarían la valla, en el mejor de los casos.

Es absurdo asumir que una mayoría de los líderes partidarios cree genuinamente que tiene posibilidades de lograr el 5% de los votos en un proceso con más de 40 competidores. Y, sin embargo, hasta el momento no existe una sola alianza formalizada. ¿Por qué? Por el problema de siempre: las ansias de poder y el convencimiento de que el plan de gobierno y los candidatos de uno son mejores que los del otro.

Si los partidos empiezan a dejar de lado sus egos y sus posiciones maximalistas (en sencillo, a hacer política), descubrirán que tienen mucho más que ganar al ir en alianzas. Pero deben hacerlo pronto; el tiempo apremia.

Editorial de El Comercio

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