Alejandro Toledo, ex presidente de la República e invencible declamador, aprovechó estos días para figurar… perdón, quise decir para dar su íntima versión y deslindar de los hechos (por demás ilusorios) que se le imputan en el caso Ecoteva.
Después de explicar que el plazo que la fiscalía tenía para subsanar las irregularidades en su investigación ya venció –eso, claro, asumiendo que supo contar las fechas de manera correcta, y obviando también las declaraciones de la procuradora Julia Príncipe confirmando que efectivamente las contó mal–, el chakano de oro se encontraría a salvo.
Formalidades aparte, Toledo aprovechó las cámaras… digo, disculpen, la ocasión para recordarle a todos los asistentes que, aun si no hubiera esta pequeñísima formalidad con respecto a las fechas, él saldría, por supuesto, bien parado. Después de todo, la acusación tendría, como nos dijo y le creemos, una motivación política que buscaría impedir su participación en las elecciones.
No es que, por otro lado, necesariamente vaya a postularse. La única decisión tomada es que va a “recorrer todo el Perú”. ¿De dónde a dónde viajará, nos preguntamos, en esta incierta campaña? “No soy maoísta, pero iré del campo a la ciudad, de los arenales a la plaza de armas”, ha dicho. Todo esto, por supuesto, no para fortalecer su imagen, sino (como es práctica de los líderes fundacionales) a Perú Posible, partido independiente que bien podría ir sin Toledo como cara, símbolo y pasión.