Alexandra San Martín

El panorama de la al interior de nuestro país es un tema preocupante. Las cifras lo dicen todo: la tasa de analfabetismo en el sector rural es de 19,9% y de 6,6% en mujeres y hombres, respectivamente (INEI, 2021). Dichas cifras evidencian una clara desigualdad de género existente en el ámbito educativo. Por tal motivo, no es complicado pensar que la tasa más alta de deserción es de las mujeres (8,6%) en comparación con la de los hombres (6%). Son diversos los motivos por los que las estudiantes abandonan los estudio; entre ellos, la sobrecarga de actividades domésticas, motivos familiares, embarazo adolescente, entre otros.

Me gustaría poner énfasis en el patrón cultural establecido por el imaginario social de las comunidades. El rol de las mujeres está relacionado con estereotipos que predefinen las actividades que ellas realizan; esto es, a quedarse en casa ayudando en los quehaceres domésticos y/o colaborando con los negocios familiares. Esta es la razón por la que una gran cantidad de padres en las zonas rurales prefieren que sus hijos varones asistan a las escuelas y se eduquen. Si se brindara a más niñas la posibilidad de acceder a la educación y adquirir habilidades para enfrentar los desafíos de la vida, la realidad sería notablemente diferente.

En el verano del 2021, tuve la oportunidad de realizar el voluntariado “Vacaciones RE-Útiles” y dicté clases virtuales de matemáticas, comunicación y ciencias sociales a unas hermanas gemelas de la selva. Allí experimenté en primera persona la realidad educativa de mi país, ya que mis alumnas aún no sabían leer bien a los 10 años, lo que me sorprendió bastante. Recuerdo que fue todo un reto enseñarles y que no recibía el seguimiento debido de sus padres, pues aplazaban las tareas para las siguientes clases. Ahí me di cuenta de que no le tomaban importancia a la educación y que priorizaban las actividades domésticas (cuidar al hermano menor, darles de comer a los animales, ayudar en la casa, etc.).

Dada la alarmante situación, en nuestro país ha surgido una interesante propuesta que tiene como objetivo vencer la pobreza y lograr la justicia social. Se trata de CARE , una ONG que viene trabajando desde el 2016 en el programa “Niñas con oportunidades”, cuyo objetivo recae en que las mujeres de las zonas rurales del país culminen la secundaria con habilidades para la vida. Se educa en ciudadanía y habilidades socioemocionales, educación sexual integral y empoderamiento económico.

En definitiva, como jóvenes universitarios, podemos ayudar a lograr una educación inclusiva con justicia social siendo parte de diversos voluntariados que se encuentran disponibles. La ayuda que brindemos impactará en unos niños que tendrán más oportunidades en el futuro y mejorará sus condiciones de vida en nuestra sociedad. Además, considero importante que se concientice sobre la igualdad en la educación para hombres y mujeres. De esta manera, los padres cambiarán su parecer y le darán la importancia debida a la educación de sus hijas.

Alexandra San Martín es estudiante de Marketing en la Universidad del Pacífico

Contenido Sugerido

Contenido GEC