Lo que pasó el lunes 6 de febrero dejó estremecida a toda Lima. A las 12:40 del mediodía, una familia que iba en un auto a pocos metros del centro comercial Plaza San Miguel paró por la luz roja de un semáforo en el cruce de las avenidas Riva Agüero y La Marina. De otro carro, metros más atrás, bajaron 3 sujetos, corrieron hacia el auto de la familia y dispararon 50 veces contra ellos, matando a 6 de los ocupantes en menos de 30 segundos, incluidos a 2 niños de 10 y 12 años.
Un episodio casi exactamente igual ocurrió en Huaycán en octubre del año pasado. Una mototaxi donde iban 4 personas y una bebe de 10 meses en brazos fue interceptada por asesinos por encargo que dispararon más de 25 veces matándolos a todos y dejando gravemente herida a la bebe.
Casos como el de Huaycán o San Miguel ocurren todos los días y noches, sin importar que en el objetivo se crucen niños, ancianos o familias enteras: el sicariato en Lima ya se salió de control, ya escapó de las manos de las autoridades.
¿Cuál es el modus operandi de un asesino por encargo? Fotógrafos del crimen, aquellos que cubren todo lo que #PasaEnLaCalle mientras tú estás durmiendo, nos lo explican. Una radiografía del nuevo sicario limeño es revelada por quienes -en la mayoría de casos- llegan primero a la escena del crimen, siempre antes que la fiscalía, y a veces, incluso, antes que la policía y propios familiares.
Los fotógrafos del crimen
Joel es un periodista de la noche. Desde hace 5 años trabaja desde las 10 de la noche hasta las 7 de la mañana cubriendo todo lo que ocurre antes de que despiertes. Fue uno de los primeros en llegar a aquella sangrienta escena en Huaycán, una de las tantas que ya se acostumbró a ver.
Desde el año 2020, Joel comenzó a notar un común denominador en sus coberturas: todas las noches se encuentra con al menos un crimen cometido por sicarios. Aquí no importa si frente al asesino hay bebés, ancianos o mascotas. Su trabajo es matar.
“Desde el 2020 han aumentado los casos de ajustes de cuenta de manera exponencial y luego del Estado de Emergencia por la pandemia se pueden cubrir unos 50 casos de sicariato al mes”, dice Joel. Añade que la mayor cantidad de crímenes por encargo se dan entre martes y jueves. Esto tendría que ver con los días de la semana en que los extorsionadores y prestamistas del sistema gota a gota dan el ultimátum. “Les dan a su víctima la oportunidad de pagar hasta el final de la semana, domingo. Si no cumple, se le da una primera advertencia lunes o martes. Si vuelven a incumplir, lo matan”, dice Joel.
La cantidad de casquillos hallados en las escenas del crimen evidencia que los sicarios actualmente disparan a matar. No van a intimidar, ni amedrentar. El más mínimo margen de error es la diferencia entre un trabajo concluido y otro que no.
César Grados, quien lleva más de una década cubriendo crímenes cometidos por sicarios, explica que los asesinos por encargo de los últimos años no son ‘expertos’ en el oficio de matar. “Eso lo notas por la cantidad de balazos que encuentras en la escena del crimen. El sicario de los años 90 y los 2000 aplicaba de forma certera un balazo para fulminar a su víctima. En escenas del crimen en los últimos tres años se pueden hallar 50 o hasta 60 casquillos de bala para una sola víctima. Esos sicarios tienen el oficio como un cachuelo más: de día se dedican a robar y por la noche matan a cambio de 500 o 1000 soles”, dice.
La noche es el momento en el que suelen llevar a cabo sus planes. Después de pasar varios días y hasta semanas marcando a sus blancos, encuentran un patrón: los lugares a los que suelen ir y las horas en que los transitan. Toda esta información será necesaria para elegir el momento más conveniente para fulminarlos.
“Siempre vas a encontrar más de 5 disparos. He llagado a observar mas de 50 disparos, casquillos en la escena. La mayoría es con moto o moto lineal. Siempre dos personas, con casco, cubiertos, siempre de negro”, sostiene Joel. “El sicario siempre va a seguir a su víctima hasta donde vive”, añade César.
El negocio del sicariato es tan elaborado que incluso hay evidencia de que están modificando armas, de manera artesanal, para que una pistola de cacerina, de pocas balas, sea capaz de disparar hasta 30.
Extorsión y cobro de cupos
Solo en Lima se registraron cerca de 300 asesinatos por encargo entre enero y noviembre del 2022. Es decir, al menos uno por día. Las cifras fuera de la capital llegan a ser incalculables. La mayoría de los asesinatos por encargo se dan en el marco de una extorsión: organizaciones criminales al acecho de pequeños y grandes negocios, construcciones, transportistas o ambulantes; toda persona en capacidad de producir ganancias, a quienes puedan cobrarles un cupo semanal a cambio de darles supuesta seguridad o la promesa temporal de no hacerles daño.
En Perú, uno emprende y ya tiene a alguien detrás pidiéndole cupo.
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Según la Policía Nacional, en el 2021, solo en 35 distritos fiscales del Perú hubo 4.700 denuncias por extorsión, 64% más que en el 2020. Y en 2022, de enero a inicios de diciembre, la policia ya contaba 5.200 casos, 22,5% más que lo registrado en todo 2021. Imagínense cuánto más crecería esta cifra si contáramos todos los casos de cobro de cupos que no se denuncian por temor, que son la mayoría.
Y el último eslabón en esta cadena delictiva de la extorsión es el sicario: el que hace el trabajo sucio.
Lo que también nos muestra el trabajo periodístico de estos reporteros es el alarmante aumento de sicarios menores de edad. Básicamente, son niños armados cometiendo asesinatos por encargo. El caso más reciente es el del asesino de 14 años que mató a su víctima en pleno día, en una tienda de San Miguel.
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Se registraron 168 crímenes por encargo entre setiembre del 2022 y enero del 2023, es decir, casi 34 al mes, más de uno al día y 8 por semana en promedio. En el 40% de los casos las víctimas asesinadas suman más de una persona, es decir, el encargo del sicario, en esos casos, es matar a la víctima principal junto con sus acompañantes o familiares, como ocurrió en San Miguel.
Hace poco asesinaron a una mujer trans en Trujillo, quien fue carbonizada. Ahora, por el cobro de cupos, balearon a Rubí en el Cercado de Lima. Los miserables grabaron todo, desde sus últimos segundos con vida, hasta el homicidio y lo publicaron @PoliciaPeru las imágenes duelen pic.twitter.com/wOh1ru6uto
— Gianna Camacho García (@periodistatrans) February 14, 2023
La voz de los expertos
Para el exdirector de la PNP, Eduardo Pérez Rocha, el homicidio calificado por ajuste de cuentas se realiza por medio de organizaciones criminales. Desde hace 10 años, estas mafias utilizan a menores de edad para atentar contra la vida de terceros. “La pena máxima para los más jóvenes que cometen asesinato es de 6 años; se trata de actos antisociales catalogados como infracciones”, sostiene.
Asegura que los adultos se aprovechan de la inexperiencia e ingenuidad de los niños. “Los albergues para menores son utilizados como unas vacaciones, cuando estos salen libres, vuelven a las calles”, dice.
Cluber Aliaga Lodtmann, exjefe de la Región Policial Callao y Nororiente, sostiene que las mafias utilizan a los menores de edad para evadir responsabilidades penales. “Estos niños vienen de zonas con alta incidencia delictiva, prácticamente conviven con la delincuencia; por ello, pueden ser manipulados fácilmente”, sostiene.
Enfatiza en la existencia de una ‘subcultura’ donde los crímenes son tolerados entre vecinos y familia, todo esto con el objetivo de intimidar y ejercer poder sobre el barrio. “Los mayores tienen más cuidado en el uso de armas, pero los jóvenes son más vehementes y disparan sin ningún reparo”, dijo.
Por su parte, el exviceministro del Interior, Ricardo Valdés, precisa que este perfil surge desde la imitación, donde los jóvenes se identifican con un liderazgo negativo que genera relaciones violentas. “Esto no es nuevo, surge con el desarrollo de las pandillas, es así que los adolescentes se van formando en la criminalidad”, sostuvo.
El líder negativo es quien se encarga de formar a las futuras generaciones. “De esa manera, los mayores se lavan las manos. Un adulto puede recibir de 25 a 30 años de pena privativa de la libertad hasta una cadena perpetua por homicidio”, añadió.
Para el exministro del Interior, Remigio Hernani, la presencia de jóvenes en bandas de este tipo no es una novedad. “Desde hace varios años ya vemos que la iniciación delictiva es cada vez a menor edad. Un claro ejemplo es ‘Gringasho’, quien con 13 años ya se había convertido en el sicario más joven del Perú”, dijo a El Comercio.