Fernando Vivas

Cuentan que en la madrugada del martes, cuando ya estaba difundida y digerida la noticia de que Bruno Pacheco se había entregado y llevaba días hablando con la fiscalía, Pedro Castillo se quebró emocionalmente. No solo el golpe es devastador para él y para su entorno palaciego; para su poder y su familia; sino para una amistad que extrañaba. Fueron uña y mugre –valga la figura- en sus primeros meses de inocencia perdida.