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Luz, los fallos y las sombras, una crónica de Fernando Vivas sobre la presidenta del TC
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Las dudas, las discordias, las mayorías raspantes, los consensos por sorpresa, los vemos a través de un grueso cristal. No se ve ni se oye todo, pero sí bastante. Hay que reconocer la transparencia al grupo de 7 magistrados ahora presididos por Luz Pacheco (antes lo hizo Francisco Morales).
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Cada uno sale a los medios a explicar los fallos de los casos en los que fueron ponentes y, muchas veces, hasta sus votos en minoría.
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Héctor Villalobos analiza a fondo los hechos políticos que definen la agenda, cada miércoles.
Todos los otros colegiados del sistema de justicia son opacos: la Junta Nacional de Justicia, la Junta de Fiscales Supremos y el pleno de la Corte Suprema nos mezquinan esa pedagogía.

Por todo esto, ya estamos familiarizados con los tics, los circunloquios, los ‘no puedo adelantar opinión, pero sí puedo decir que…”, de doña Luz y su media docena de representados. En la víspera del fallo que ha dado razón, en lo esencial, a la demanda competencial promovida por el entorno de Dina contra el Ministerio Público; apareció en RPP asegurando que el fallo que conoceríamos pronto guardaba un equilibrio entre la necesidad de proteger la investidura presidencial y la gobernabilidad, y la necesidad de investigar y combatir el delito de alto nivel.
Luego, le tocó al ponente del caso, Pedro Hernández, prodigarse en medios explicando el fallo, pero Luz también compareció reforzando a su colega. Si hubiera sido otra cabeza de ente, lo vería como un mero control de daños; pero tratándose de ella, veo algo distinto. Se los explicaré.

La historia lo dirá
Luz Pacheco Zerga , abogada septuagenaria, es una mujer de fe adiestrada para no mezclar sus convicciones religiosas en las argumentaciones jurídicas, a sabiendas de que ello es casi imposible. Está asociada al Opus Dei -ha estudiado en la Universidad de Navarra, sancta sanctorum de la Obra- y lo ha mencionado en más de una ocasión aclarando que el Opus no manda ni se hace cargo de lo que hagan sus fieles. No es ajena a hacer disclaimers al respecto.
“Puede equivocarse, pero creyendo haber hecho lo justo en un momento determinado. Ningún constitucionalista arrogante o sabelotodo la va a corregir, qué se creen. Lo hará la historia”
Alguna vez escribió en una columna que no simpatizaba con Rafael López Aliaga, otro fiel de la Obra, y advertía a otros fieles a no sentirse obligados a votar por él en unas pasadas elecciones. Le habrá costado muchas disquisiciones internas -no llegamos a verlas a través del cristal grueso- apoyar el fallo que anuló una caseta de peaje en la Panamericana Norte.
Resultó de un amparo promovido por un ciudadano de Puente Piedra, pero RLA había hecho suya la causa. Y ese fallo le seguirá costando más disquisiciones porque compromete al TC en controversias internacionales.
Entonces, lo que quiero explicarles es que Pacheco no sale a hacer el control de daños práctico de un funcionario inseguro, sino a defender sus fallos porque cree que la rectitud, esa mezcla de fe y de razón jurídica, le impide meter la pata. Puede equivocarse, pero creyendo haber hecho lo justo en un momento determinado. O sea, ningún constitucionalista arrogante o sabelotodo la va a corregir, qué se creen. Lo hará la historia. Y aún es muy temprano para saberlo.
Tendremos que esperar nuevos escándalos de Dina y de quien quiera que la suceda, para calibrar si las limitadas indagaciones previas que ahora permite el fallo fueron suficientes; o, si por no poder hacer diligencias invasivas ni allanamientos ni tumbadas de puerta como los que cayeron sobre Castillo y Boluarte, triunfó la corrupción al más alto nivel.
Cuando pase todo eso, allí saldrá doña Luz a evaluar si el fallo fue certero o la historia lo contraría lastimeramente. Lo presumo así porque la entrevisté en una situación similar, el año pasado cuando Alberto Fujimori anunció que quería ser el candidato de Fuerza Popular en las elecciones del 2026. El TC lo había liberado en el 2023 para ayudar a cerrar heridas, no para echarles sal como él lo estaba haciendo. “Sigue siendo un delincuente”, me dijo, refiriéndose a que la liberación validaba el indulto que recibió de PPK, pero no lo redimía de sus delitos. No admitió que el fallo hubiese sido un error, sino estar ‘desconcertada’. Luego, la muerte de Fujimori difuminó el tema y quitó un gran peso de encima al colegiado de Pacheco.
¿Hubieran hecho lo mismo que acaban de hacer si el presidente fuera Pedro Castillo? Probablemente no, pues no le hicieron caso en varios de los habeas corpus y amparos que su defensa ha promovido buscando su libertad. Pero ni Luz ni su colegiado reconocerán que la justicia tiene nombre y apellido.
La consigna es decir que no piensan en Boluarte sino en todos los presidentes que vendrán y que podrán padecer indagaciones restringidas.
A su favor, hay que decir que Fujimori, Toledo, Humala, PPK y el difunto Alan García igual fueron perseguidos con severidad acabado su periodo de inmunidad; y que, si el escándalo es muy grande, cabe la vacancia.
En contra hay que esgrimir que la corrupción campea tan corrosiva y tan impune que hay que dar el ejemplo en las alturas, sin privilegios de trono.










