La sierra chotana siempre ha mirado con apetito el verdor del vecino amazonense. Decenas de miles de migrantes dan fe de ello. Óscar Altamirano Quispe es el ejemplo más próspero de esa migración chotana. Nació en 1952 en el distrito chotano de Conchán, limítrofe con Tacabamba, el distrito donde nacieron Pedro Castillo y César Acuña; y encontró fortuna en Amazonas. La familia Castillo Terrones, por cierto, también se dejó seducir por Amazonas. En el documental “El profesor” (Álvaro Lasso, 2021), se cuenta que Castillo y su padre estuvieron unos meses en la campaña agrícola cerca a Bagua, en Amazonas, razón por la cual Pedro perdió un año de estudios escolares.
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Altamirano ha postulado 4 veces a la gobernación de su región adoptiva y ganó en dos de esas ocasiones: del 2011 al 2014 y del 2019 hasta hoy. ¿Cómo no iba a consultar el aprendiz Pedro al chotano más empoderado de todos, luego de Acuña y de sí mismo? Aníbal Torres es un ilustre abogado de origen chotano pero recién aprende de política; Fermín Silva tiene la clínica La Luz y contactos bulliciosos, no mucho más; Alejandro Sánchez Sánchez y Abel Cabrera Fernández son empresarios empeñosos que le prestaron casa (Sarratea) y carro (una camioneta para la campaña); pero Altamirano es el chotano que le faltaba, pues sabe de gestión, de ejecución de obras y de cubileteo político regional.
También sabe algo de política nacional. Cuando el ex primer ministro de Martín Vizcarra, César Villanueva, se convirtió en el gobernador de moda gracias a los buenos indicadores de la región San Martín, reemplazando coca por café y cacao; tuvo una breve incursión como PCM de Ollanta Humala entre el 2013 y 2014. Ello lo dejó con las ganas de ser candidato presidencial, para lo que nucleó a varios movimientos regionales, entre ellos los de Altamirano en Amazonas y de Martín Vizcarra en Moquegua. Estuvo afiliado a Fuerza Social, el partido que lanzó a Susana Villarán a Lima, pero este ya había dejado de ser un vehículo electoral; así que se puso a buscar otros.
El apetito presidencial de Villanueva se estrelló con la realidad, pero intentó ubicarse, con su fuerza regional, en la plancha de PPK. Ya estaba prácticamente enganchado en ella, pero Vizcarra hizo su trato aparte con PPK y lo atrasó. La coalición regional que Villanueva había armado se diluyó y con ella la posibilidad de que su aliado Altamirano, quizá, hubiera saltado a la política nacional. El chotano amazonense volvió a postular a la gobernación. Tras su primer periodo, se lanzó tres veces seguidas. La primera perdió contra José Arista, que fue ministro de Agricultura de Humala y fugaz ministro de Economía de Manuel Merino; la segunda vez, perdió contra Gilmer Horna Corrales, el hombre más poderoso de Amazonas e investigado por sus vínculos con el comercio de la amapola, la fuente del opio y la heroína. A pesar de las imputaciones, está voceado para volver al GORE Amazonas, sucediendo a Altamirano.
Amigo discreto
Al gobernador no lo vimos, como a muchos otros políticos, merodeando por Sarratea en la segunda vuelta. No podía ni debía hacerlo, pues cumplía sus funciones en Chachapoyas. Pero sí tuvo contacto con Castillo, como lo muestra una designación clave. Cuando se formó el primer gabinete, indagué por el origen de Geiner Alvarado, el ministro de Vivienda. ¿Cómo había llegado a tener cartera este hombre que no respondía a ninguna cuota partidaria, ni era maestro, ni tenía experiencia de gestión en el gobierno central?
Hasta que encontré la respuesta. Me dijeron que había sido una recomendación de Altamirano. Alvarado nació en 1983 en la provincia de Chachapoyas, Amazonas y estudió ingeniería civil en la Universidad Pedro Ruiz Gallo en Lambayeque. Trabajó en el gobierno regional de Amazonas hasta que fue ascendido a director general de Transportes, durante la gestión de Altamirano. Esa evolución se detuvo cuando tuvo una sanción administrativa, impuesta por el tribunal de Servir, que lo suspendió por 180 días que ya se cumplieron. Según la sentencia de la segunda e inapelable instancia, Alvarado, cuando fue Director de Caminos e Infraestructura Aeroportuaria, causó “perjuicio económico al permitir el pago de una obra con serias deficiencias técnicas”.
Como bien saben, los reflectores están sobre Alvarado desde que Karelim López, además de describir a la presunta mafia que se reparte obras en el MTC y en la que estaría implicado Pedro Castillo, dijo que algo similar ocurría en Vivienda. Agregó, en su declaración con la que aspira a ser colaboradora eficaz, que el esquema de corrupción tiene una pata en la casa de Sarratea, implicando al dueño de esta, Alejandro Sánchez Sánchez y al empresario Abel Cabrera Fernández, como canalizador de obras en el sector de Alvarado. Cabrera, por cierto, es amigo declarado del presidente y, para volver sobre nuestra pista amazonense, ha ejecutado obras de mejoramiento de infraestructura de colegios en Amazonas, a través del Consorcio Ingenieros Asociados.
Si, según las imputaciones de Karelim, Alvarado se descarrió; no sabemos si lo hizo bajo conocimiento de Altamirano. El gobernador no contesta los mensajes donde le pido que me confirme cómo así sugirió a Alvarado a un puesto tan sensible y cuál es si reacción ante la denunciada trama de corrupción de la que sería parte.
Le pregunté a un ex ministro de Vivienda que prefirió mantener la reserva, cuál puede ser el atractivo perverso de su sector para fines non sanctos. Me dijo que, aunque el volumen total de inversión es menor que el del MTC, se presta más para el clientelismo y la corrupción focalizada, porque se ejecutan obras de todo tamaño, algunas directamente con un municipio. En el MTC, en cambio, los proyectos suelen ser más complejos e involucran a más de un distrito o gobiernos subnacionales. Ciertamente, las designaciones en Vivienda son particularmente sensibles, pues desde allí se puede hacer obra popular y políticamente eficaz. De muestra dos ejemplos: Carlos Bruce tuvo éxito y gran visibilidad cuando manejó ese sector durante el gobierno de Toledo, y Milton Von Hesse, fue pre candidato presidencial del humalismo, luego de pasar por el mismo sector. Alvarado, por el contrario, es ministro de perfil bajo, lo que refuerza, penosamente y pero que el clientelismo, las denuncias e hipótesis de corrupción.
Tengo un hermano
El hombre del GORE no solo sugirió un ministro, sino que a él le habrían sugerido convertirse en ministro. Según una fuente de la política amazonense, Altamirano ha comentado en su entorno que Castillo le ofreció ser ministro de Desarrollo Agrario, pero él rechazó la oferta porque prefirió cumplir con su mandato regional que acaba en octubre de este año y se hizo a la idea que luego podía reemplazar a quien estuviera en el cargo. Por cierto, el gobernador es agrónomo egresado de la Universidad Nacional de Cajamarca, así que su nombramiento en el Midagri no hubiera sido controversial.
La historia no acaba aquí, en uno de los tantos ofrecimientos ministeriales frustrados del castillismo. Víctor Maita, que fue designado en el Midagri en virtud de un acuerdo de Castillo con gremios agrarios, recibió un pedido del presidente. Me lo ha confirmado una fuente ligada a él. Este le pidió nombrar a Juan Rodo Altamirano Quispe, viceministro de Políticas y Supervisión del Desarrollo Agrario. Juan Rodo es hermano de Óscar. Hay que decir, a su favor, que tiene más experiencia que Óscar y el propio Maita en el sector, pues fue director regional de Agricultura en Cajamarca y trabajó en otras áreas del Midagri.
Juan Altamirano ha sobrevivido a la salida de Maita. El nuevo ministro, Óscar Zea, es congresista del ala magisterial de Perú Libre y entró en virtud de la cuota que Castillo otorga a sus maestros. Zea ha designado a su brazo derecho, Paul Jaimes Blanco, que era asesor en su despacho, como secretario general del ministerio, y presumimos que respetará el origen presidencial del fichaje de su viceministro.
Lástima que el hermano Óscar no quiera hablar con nosotros de su ascendiente sobre el presidente. Le hubiéramos querido preguntar, además, si mantiene algún apetito para ingresar a la política nacional cuando deje el GORE Amazonas. En noviembre pasado tuvo una mala experiencia cuando la Comisión de Fiscalización y Contraloría presidida por el fujimorista Alejandro Aguinaga lo citó virtualmente para que responda a denuncias sobre supuestas irregularidades en la compra de implementos sanitarios. Incluso, se difundió un audio en el que un funcionario del GORE, aparentemente, buscaba direccionar la compra a favor de un proveedor. Altamirano alegó que el gobierno regional no tenía injerencia en es ese tipo de adquisiciones, sino el órgano descentralizado del Minsa. Estos requerimientos son poca cosa comparados con los que se ciernen sobre Pedro y Geiner. Si piensa en ellos, a Óscar se le habrán quitado las ganas de incursionar en la política nacional.
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