Vivimos un tiempo electoral inaudito y austero. Se aplica la prohibición de comprar publicidad en TV (la que ven está en franjas pagadas por el Estado) y la emergencia obliga a cancelar los mítines. Lo más caro en estos tiempos –me contaba un activista que acompaña a su líder- son los pasajes en avión. Y conste que las giras se han reducido y los candidatos viajan con apenas 2 o 3 acompañantes. Ni siquiera los flanquea su plancha.
Si por estas razones todos los candidatos llevan campañas inauditas y austeras; la de Somos Perú es más que eso, es disfuncional: el candidato al número 1 por Lima le roba cámaras al candidato presidencial. Martín Vizcarra acapara portadas, entrevistas y hace giras nacionales a pesar de que su electorado solo está en Lima y a pesar de que el candidato a presidente, Daniel Salaverry, tiene labia y experiencia. No por gusto fue promesa aprista en Trujillo, portavoz fujimorista y protagonista de un espectacular quiebre con Keiko Fujimori mientras era presidente del Congreso.
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La apuesta de Somos con la venia de Salaverry –¡qué le queda!– es impactar al atribulado electorado nacional con la controversial popularidad del presidente vacado, para que marquen el corazón de Somos (no parece importarles que crucen votos con otro aspirante a la presidencia) y se multipliquen las aspas por los números 1 regionales, aunque los unos no tengan que ver con el moqueguano que va por Lima. La disfuncionalidad ha llegado a su franja, donde, a diferencia de los otros partidos, el spot con Salaverry ha dejado lugar a otro, con Vizcarra llamando a votar por ‘Somos 1’. Mensaje insólito: el presidente no es tan importante, como marcar el número 1 de Vizcarra en todas las regiones.
Vizcarra, político sin partido y que cultiva pocas lealtades en su entorno, le pidió a Somos dejarse acompañar por algunos de sus colaboradores del pasado reciente. El jefe de campaña iba a ser originalmente un somista pero ahora es César Figueredo, exjefe de Cofopri, que renunció al cargo tras la difusión de un audio en el que la exasistenta Karem Roca y Vizcarra discuten sobre el empleo de Édgar Zapata, esposo de Roca, fichado en Cofopri. Ese episodio dejó establecido que Figueredo era de tal confianza de Vizcarra que asumía la contratación de familiares del entorno presidencial.
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Mirian Morales, la célebre y empoderada ex secretaria de la Presidencia, colabora en el plan de gobierno (para el que Salaverry ya había convocado a otros técnicos) y su hermano mayor, Juan Morales, va por el Parlamento Andino. El sucesor de Morales en el despacho presidencial, Pedro Pablo Angulo, es el número 1 en La Libertad, tierra de Salaverry, el candidato a presidente con menos comando y menos cupo que el que va por Lima.
Más importante que esos puestos en las listas es la presencia de Mónica Moreno, la ex jefa de comunicación de Palacio, a cargo de la prensa en la campaña. Ella no acompaña a Vizcarra y Salaverry en las giras, pero sí viaja con ellos Manuel Suárez, quien secundó a Mónica en Palacio. Con tanto vizcarrismo alrededor suyo, un abrumado Salaverry a veces viaja tramos solo, con el apoyo de los candidatos regionales somistas, y se encuentra con Vizcarra en otros puntos lejos de la Lima a la que supuestamente el ex presidente quiere representar. Tanto el partido como el candidato presidencial se tragan todos los sapos que provocan las continuas revelaciones sobre Vizcarra. 7 de los 11 congresistas de la bancada original de Somos Perú votaron por declarar su ‘incapacidad moral permanente’, lo que provocó una ruptura. De los que se quedaron, una no vacadora (Matilde Fernández) y un vacador (José Luis Pérez Flores) acompañan a Salaverry en la plancha. Guillermo Aliaga, connotado vacador, es el número 1 al Parlamento Andino.
Hasta ahora, la matemática les sonríe: En la última encuesta de Ipsos, mientras Salaverry marcaba un 3% de intención de voto en el décimo lugar, el partido marcaba 7% en el tercer lugar, con presumible efecto Vizcarra. En la más reciente encuesta del IEP, Salaverry está en el puesto 12 con 2.2%, mientras el partido está en el segundo puesto con 9.5%.Esta disfuncionalidad del Somos vizcarrista tiene un antecedente. En el 2006, cuando Martha Chávez fue la candidata presidencial de la fujimorista de Alianza Por el Futuro; Keiko Fujimori, que era la número 1 por Lima, acaparó la parafernalia partidaria. Muchos candidatos al Congreso, ¡colocaban en sus paneles una fotografía con Keiko de Lima y no con su candidata nacional!. Martha llegó a lanzar una puya en público a su equipo, por tenerla postergada. Sin embargo, las dos eran parte de un mismo movimiento y los trapos sucios terminaron de lavarse en casa. Chávez, en realidad, se había lanzado en el lugar que los fujimoristas habían reservado para Alberto Fujimori (su postulación fue rechazada por el JNE) y Keiko no tenía ni la edad reglamentaria para postular (tenía 31, se requiere 35).
Pero la disfuncionalidad somista aplasta a ese antecedente naranja: aquí Vizcarra tiene su propio comando y el candidato presidencial, Daniel Salaverry, es tan ajeno como él al partido. Es un triángulo sin identidad y sin más base que las ganas de brincar la valla. En Somos, un año atrás, no tenían idea de con quien se lanzarían al ruedo. No tenían candidato presidencial desde el 2000 cuando lanzaron, sin mucha suerte, a su líder fundador Alberto Andrade. En el 2001 se aliaron a Jorge Santisteban, que retiró su candidatura y los dejó colgados. En el 2006 se aliaron a Valentín Paniagua y Alberto Andrade estuvo en la plancha y entró al Congreso. En el 2011 se aliaron a Toledo, y Fernando Andrade, hermano menor del difunto Alberto (murió en el 2009) y su sucesor en la presidencia del partido, entró al Congreso.
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Fernando no tenía ni pasta presidenciable ni muchas ganas de liderar el partido y lo dejó a su asesora en el despacho congresal Patricia Li Sotelo en el 2017. En el 2016 se aliaron a Acuña, pero rompieron la alianza tras los escándalos que precedieron la exclusión de este del proceso.
A falta de cuadros presidenciables y de alianzas (estas han desaparecido con la reforma que eleva la valla un 1% por cada aliado), su primera y natural apuesta fue George Forsyth, quien ya había ganado la alcaldía de La Victoria como invitado de ellos. Pero el entorno de Forsyth pedía más control del aparato del que la presidente Patricia Li Sotelo estaba dispuesta a cederle. Además, según fuentes somistas, Rennán Espinoza, ex alcalde de Puente Piedra e importante socio del partido (número 1 en la actual lista y también número uno en renunciar a la bancada), hizo su propio acercamiento a Forsyth, lo que terminó de frustrar un acuerdo firme.
Como saben, Forsyth finalmente consiguió un pacto a su medida con el vientre evangélico Restauración Nacional (rebautizado Victoria Nacional) y Somos Perú siguió buscando candidatos. Conversaron con Jorge Nieto y también con Hernando de Soto, quien, según fuentes somistas, pidió tanto o más control que Forsyth. Hasta que apareció Daniel Salaverry, que aún estaba lejos de inscribir su propio partido Perú Firme, y pactaron con él.
Según fuentes ligadas a Somos y al grupo de Salaverry, este tiene muy pocos invitados en el acuerdo y no está bien ubicados en la lista. Por ejemplo, Alfredo Azurín, del entorno de Salaverry, es el número 15 por Lima. Más bien, Somos se había reservado puestos estratégicos para otros invitados al margen del acuerdo con Salaverry. Y llegó Vizcarra.
Somos Martín
Antes de la aventura vizcarrista, el score de Somos no era malo. Para un ser un partido de raigambre municipalista logró presencia en varias regiones. No han tendido candidato presidencial propio desde que lo intentaron con Alberto Andrade; como ya vimos, pero mantuvieron su inscripción a punta de alianzas y su score municipal no es malo. Entre sus hallazgos en lides ediles están Michel Azcueta, el histórico alcalde de Villa El Salvador, Jorge Muñoz en Miraflores, Óscar Benavides en Ate y el propio Forsyth.
“Somos un partido, no un vientre de alquiler” me dijo el vocero somista José Jerí cuando, para una crónica que publiqué sobre la historia del partido y de la controversial Patricia Li (“Somos Perú, un partido con el corazón roto” del 7/12/2020) le pregunté por la doble aventura con Salaverry y Vizcarra. Me aclaró que a Salaverry no le habían dado, ni este había pedido, mayores cupos en la lista.
Somos, defendiendo su aparato, no aceptó cederlo en prenda al candidato presidencial pero, estratégicamente, se reservó primeros puestos en las listas de Lima y regiones, para designar invitados que lo ayuden a saltar la valla. El pacto con Salaverry no agotó esa múltiple búsqueda. En Lima, por ejemplo, hubo negociaciones con Mariano González, el ex ministro de Defensa de PPK que renunció por una denuncia de favoritismo a una subalterna que hoy es su esposa (de ahí que se le conoció como ‘el ministro del amor’). El propio González me ha confirmado que había pactado ser el número 1 cuando apareció Vizcarra y el partido lo dejó de lado. González migró a Victoria Nacional y es el número 3 en la lista de Forsyth. También hubo conversaciones frustradas con Flor de María Hurtado, la esposa de Álex Gonzales, el aclade de San Juan de Lurigancho, el más populoso distrito del Perú.
El entusiasmo por Vizcarra no fue solo de Li sino también de su primer vicepresidente Javier Paredes y sobre todo del segundo vicepresidente, Juan Carlos Morillo, gobernador de Áncash que fue detenido preliminarmente en noviembre del 2020 y luego recludio en prisión preventiva, investigado por irregularidades en la remodelación del hospital de Nuevo Chimbote.
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Somos no es un partido de cohesión doctrinaria e ideológica, es más bien de un centro difuso, una suerte de federación de alcaldes y gobernadores y de aspirantes a ello. Pero los antecedentes judiciales de Li Sotelo y Morillo, sumados al fichaje de Vizcarra, han agobiado a viejos somistas. Juan Carlos Zurek, el secretario general en disputa con el resto de la cúpula, pide públicamente el retiro de Salaverry y Vizcarra. Ello, obviamente, implicaría que el partido pierda su inscripción así que le pedía una respuesta realista y me la dio: “Quiero evitar que un partido con legado lo pierda. Es mejor perder la inscripción y espero liderar el proceso de reinscripción”. O sea, no solo es un ‘váyanse invitados’, sino un ‘fuera Patricia Li’.
Por cierto, la contracampaña de Zurek le ha granjeado una acusación: que ataca el plan de la cúpula de Li Sotelo para congraciarse con George Forsyth, a quien realmente apoya. La prueba, me señala la fuente, sería la presencia de su pareja en la campaña de Forsyth. Zurek me dijo que rechaza la imputación de apoyar a otro partido y admite que su pareja es funcionaria la alcaldía de La Victoria y, en efecto, se afilió a Victoria Nacional. Pero ahora trabaja con la nueva gestión victoriana, y no participa en la campaña de Forsyth.
Si Somos salta la valla, Patricia Li habrá logrado su cometido. Salaverry no tendrá nada que reclamar a sus anfitriones y Vizcarra, principal autor del brinco, tendrá que lidiar con sus acusaciones constitucionales y sus investigaciones fiscales, mientras la bancada, al menos la parte somista, silvará hacia el techo.
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