La historia de Acción Popular (AP) confirma y a la vez desafía las hipótesis de los politólogos sobre el Perú como un caso extremo de descomposición de los partidos. Según esa teoría, el partido es una mera plataforma para que los invitados se matriculen y pongan su agenda por delante de los intereses y dogmas partidarios. En este punto, los más notorios acciopopulistas, es decir, congresistas, gobernadores y alcaldes, confirman la teoría, reclamando el libre albedrío en sus acciones políticas.
En Acción Popular, como contamos en la crónica “Manuel Merino y la lampa maravillosa” (27/9/20), los alcaldes montan con suma autonomía sus aparatos clientelistas y los congresistas reclaman su cómodo ‘voto de conciencia’, con mayor frescura que en otros partidos. Merino, que es un veterano acciopulista dos veces congresista (del 2001 al 2006 y del 2011 al 2016) antes de presidir el Congreso, se vio contagiado de ese personalismo, nada menos que enredándose en un plan de vacancia que lo hubiera podido convertir en presidente del Perú, sin siquiera consultar con la Comisión Política (CP) del partido.
O sea, AP le da la razón a Steven Levitsky y Mauricio Zavaleta en “¿Por qué no hay partidos políticos en el Perú?” (Planeta, 2019) cuando dicen que los partidos han devenido plataformas para que militantes, sean de larga data o de ocasión, urdan sus candidaturas y plasmen sus agendas, sin horizonte largo, sin lealtades institucionales.
Con mi lampa no te metas
Sin embargo, AP también plantea un desafío a esa sentencia de la descomposición partidaria en manos de los candidatos intrusos. En primer lugar, en AP absolutamente todos los que aspiran a una curul tienen que ser militantes. Así se ha decidido en su plenario del domingo 10 de octubre. Ni siquiera usarán el 20% de invitados que permite la ley y que, en otros partidos, cuando las normas eran más laxas, se abusaba al extremo que más eran los invitados que los militantes (así se construyó, por ejemplo, la bancada de Fuerza Popular en el congreso pasado).
Mira: Plenario de Acción Popular toma acuerdos para sus elecciones internas
En AP no hay, por lo tanto, cúpula o líder notorio que pueda abrir las compuertas a todos los invitados que quieran o crean que levantarán la popularidad del partido. La dirigencia es bastante débil ante las bases, los congresistas y los alcaldes. Militantes y autoridades elegidas han apabullado a la Comisión Política (CP) formada por los ex presidentes y ex secretarios generales (Víctor Andrés García Belaunde, Yonhy Lescano, Alberto Velarde, Edmundo del Águila Morote, Bertha Arroyo de Alva, Luis Enrique Gálvez y Alan Kessel) y por el presidente del partido, Mesías Guevara, que tiene más chamba en el gobierno regional de Cajamarca que en el destino del partido. AP ni siquiera tiene un presidente a tiempo completo como Fuerza Popular, el Partido Morado o APP.
La decisión del plenario de no convocar a ningún invitado estuvo acompañada de otra camisa de fuerza: no permitir que ninguna de las actuales autoridades postule a la reelección. Hasta incluyeron innecesariamente a los congresistas en la prohibición, pues el referéndum del 2018 ya estableció la no reelección de aquellos y el JNE lo acaba de confirmar para los que albergaban dudas.
Por lo tanto, he aquí un partido que no quiere ser cascarón para invitados ni afiliados de ocasión, con bases que quieren llenarse de reglas para que la mayor cantidad de los suyos pueda participar y candidatear. Por supuesto, aclaremos que esta suerte de fantasía de un partido cerrado a los intrusos y con rotación del poder; se sostendrá mientras dure la buena racha (AP saltó la valla en el 2016, el triunfo de Jorge Muñoz en Lima le permitió un gran arrastre limeño e incluso nacional solo comparable al de APP en el 2018 y obtuvo la primera mayoría con 25 curules en el 2020) y mientras el partido sea microcéfalo. AP tiene pequeñas cabezas y un cuerpo grande que impone sus normas y ataranta a sus líderes.
O sea, AP desafía la tesis de la descomposición de partidos con esta mezcla de fortaleza institucional (si se entiende por ella a llenarse de candados ante intrusos y repitentes que podrían fortalecerse en el poder) y tolerancia al libre albedrío de sus elegidos. Su centrismo y ductilidad ideológica ayudan a este resultado.
¿Pero porqué un plenario convocado por los dirigentes tuvo acuerdos que parecían dictados por las bases y no por ellos? Porque además de los 8 miembros de la CP participaron en las decisiones los 25 congresistas y una docena de alcaldes (según sus reglas internas, solo se considera a los que tienen distritos con más 50 mil electores).
Esa gran mayoría del plenario encarna -me lo dice un miembro de la CP- el poder de las bases. Los 24 congresistas, salvo Merino, el portavoz Otto Guibovich y el alterno Ricardo Burga, son hijos de esta revuelta de militantes y dirigentes intermedios que ya tuvo un primer e importante triunfo el año pasado en octubre cuando, bajo la modalidad de 1 militante 1 voto y con el candado de no reelección y cero invitados; armaron una lista congresal donde el que tenía más votos ocupaba el número uno en su localidad, y así sucesivamente.
El resultado en Lima, por todos conocido, fue el primer lugar a Mónica Saavedra, apoyada por el aparato distrital del alcalde Jorge Quintana, de Jesús María, y en el número 2, de Leslye Lazo, apoyada por el aparato de Jorge Chávez, su esposo y alcalde de San Martín de Porres. Recién las conocía la mayoría. Los alcaldes, que son dirigentes intermedios, se empoderan notablemente en este esquema microcéfalo, pues son quienes movilizan votos en las internas.
Esta promoción de acciopopulistas que hoy no quiere intrusos, es fruto de una gran apertura de compuertas que ocurrió el año pasado antes de las elecciones internas de dirigentes (estas se suspendieron por impugnaciones entre distintas facciones, pero las campañas que se habían montado para la ocasión se dirigieron hacia las elecciones de listas al Congreso). Todos los que ingresaron el año pasado antes de esas elecciones podrán postular ahora. Luego el padrón se cerró. O sea, abrieron la puerta y la cerraron detrás de sí. Un fortalecimiento institucional a la medida de la nueva promoción.
Mesías Guevara, el presidente con mandato vencido pero vigente hasta que no haya un congreso partidario; me contó que uno de los propósitos del plenario fue adecuar las normas del partido para que la ONPE no solo vigile, sino que lleve a cabo el proceso electoral. Incluso, van a acondicionar aulas en colegios, para evitas las estrecheces de los locales partidarios y cumplir con los protocolos sanitarios. He aquí, contra la corriente, un partido que nos va a dar el espectáculo de unas primarias internas con todas las de la ley y hasta con un sistema clientelar de arrastre de votos internos que muchos recién conocimos el año pasado, pero que ya es asumido por los postulantes.
Tu sí, yo no
Contradiciendo este ‘entusiasmo con candados’ de las bases por elegir planchas, tenemos el drama de candidatos indecisos. Hasta hace unas semanas se corrían las apuestas por un trío de postulantes que había manifestado públicamente su afán presidencial: Alfredo Barnechea, Raúl Diez Canseco (RDC) y Yonhy Lescano.
Barnechea, tras su decorosa performance del 2016, tuvo guiños equívocos hacia el ex alcalde Luis Castañeda (¡en plena campaña de Jorge Muñoz¡) y hacia el APRA (su ex partido) durante el velorio de Alan García. Ello molestó a las bases y fortaleció la decisión de Diez Canseco, quien lo había respaldado decididamente en el 2016, de lanzarse por su cuenta. Ante el silencio de Barnechea -que no lo rompe casi por nada y, para su fortuna, no lo perjudica- sobre su candidatura, se especuló que la había abandonado. Pero sus principales aliados internos, como Otto Guibovich, el alcalde de Jesús María, Jorge Quintana y García Belaunde, confirmaban que sí estaba interesado.
Sobre RDC hay que decir que, si bien es militante de larga data y sobrino del fundador Fernando Belaunde, perdió su condición de dirigente cuando abandonó el partido para aventurarse a ser vicepresidente de Alejandro Toledo en el 2001 (renunció a ese cargo en el 2004, tras ser acusado de favorecer, mediante una ley específica, el negocio del padre de su entonces pareja y hoy esposa Luciana de la Fuente). Volvió al partido, pero su temporal abandono le costó no poder ser dirigente. Abiertamente, en AP todos reconocen que Edmundo del Águila Morote lo representa en la CP. El hijo de este, Edmundo del Águila Herrera, en alguna medida cumplió el mismo papel en la bancada del congreso pasado.
Lescano, sin las dudas del otro par, había declarado más de una vez su afán de postular y fue constante en ello. Para él sería la primera vez que aspiraría a la presidencia, pues Barnechea lo hizo en el 2016 y estuvo cerca de serlo en el 2001 con UPP. Diez Canseco fue candidato de AP en 1995, con poca fortuna.
En el 2000, el candidato presidencial de AP fue García Belaunde y lo menciono porque, por un par de días, estuvo dispuesto a volverlo a ser. Resulta que luego del plenario del 10 de octubre, aparentemente en desacuerdo con los candados allí puestos que complicaban sus campañas (no poder disponer de una cuota de invitados, entre otras cosas), tanto Diez Canseco como Barnechea anunciaron que declinaban. Lo de Diez Canseco fue terminante y lo anunció el 14 de octubre en un video difundido en sus redes: “Ha sido una renuncia difícil pero muy meditada”. Alguien que lo conoce bien, me dice que es probable que la decisión la tomara tiempo atrás viendo su lugar muy modesto, alrededor de 1%, en las encuestas de intención de votos y temeroso de las complicaciones que acarrea la campaña. Encontró, tras las decisiones del plenario, un buen momento para anunciar su declinación.
Paralelamente, Barnechea procesaba dudas similares desde España, y también aprovechó el plenario para declinar su candidatura. Pero no fue un desistimiento oficial y cortante como el de RDC, sino una comunicación a sus aliados que, a su vez, la hicieron pública. Tuvo el efecto relámpago de provocar el anuncio de García Belaunde, animándose a candidatear para no dejar la emoción electoral del partido a un triunfo fácil de su eterno rival Lescano. Recordarán que ambos, ‘Vitocho’ y Yonhy, han discrepado abiertamente en por lo menos 3 periodos parlamentarios y, de alguna forma, encarnan los dos orígenes de la militancia y dirigencia de AL: la burguesía limeña ligada a los fundadores (García Belaunde es sobrino de Fernando Belaunde) y la emergente militancia regional. Lescano viene de Puno y tiene arraigo en el Sur, aunque en sus dos últimos periodos parlamentarios postuló por Lima.
Finalmente, Barnechea terminó de deshojar margaritas y confirmó que sí postulará. Ello desactivó el anuncio de García Belaunde, pero no el de Edmundo del Águila Herrera que se lanzó, una vez que se oficializó la declinación de RDC y sin que le importen demasiado los devaneos ajenos. Luis Enrique Gálvez, miembro dela CP, también se lanzó.
He hablado con diversos dirigentes y en la mayoría está la expectativa de que la contienda principal está entre Lescano y Barnechea. El primero tiene de jefe de campaña a Juan Carlos Oyola, actual congresista por Ica; casualmente, la tierra natal de Barnechea. Hablé con Alberto Velarde, miembro de la CP y candidato a la 2da vicepresidencia en la plancha de Lescano (la primera es Gisela Tipe, una enfermera ayacuchana con maestría en gestión pública) y me contó su convicción de que si bien el fuerte de Lescano no es Lima, triunfará en las regiones.
Los dirigentes con los que hablé mencionan disímiles porcentajes respecto al peso electoral de Lima y el resto del país. Algunos dicen ‘mitad mitad’; otros dicen ‘Lima es solo 30%’. Una fuente me proporcionó un cuadro elaborado con las cifras del registrador del partido, Alonso Tenorio, y se ve que Lima tiene el 31% del padrón. Pero la experiencia en anteriores internas dice que el electorado movilizable está entre el 5% y el 20% del total del padrón y que esa cantidad, que oscila entre 10,000 y 30,000, se concentra en alrededor de un 40% en Lima y Callao. Otra fuente me pasó un informe pericial enviado al comité electoral, que cuestiona irregularidades y repeticiones en algunas firmas. Aquí, la guerra interna se cerrará en las urnas como en las elecciones generales, pero comienza en el padrón.
Para quienes piensan que el arraigo regional de Lescano lo acerca fácilmente a un triunfo, se dará con la sorpresa de que las regiones con más militantes, entre ellas, La Libertad, Loreto y Piura, no son precisamente ‘lescanistas’. Hablé con Jorge Quintana, el alcalde de Jesús María, miembro del equipo de Barnechea (su jefe de campaña es Julio Chávez, el alcalde de San Martín de Porres) y me dijo que alcaldes de otros distritos, como los de Surco y San Isidro, también apoyan a su candidato. Otros alcaldes, como los de Ate, San Juan de Miraflores, Magdalena y Pueblo Libro son más cercanos a Diez Canseco, y por lo tanto podrían apoyar a Edmundo del Águila. Es muy temprano para saber si Barnechea podrá lograr una confluencia con Del Águila y que este se inhiba; pues de lo contrario, su electorado se dispersará en beneficio de Lescano. A medida que nos acerquemos al 29 de noviembre, veremos movidas en ese sentido. Otro factor que puede pesar en los militantes que se desplacen a las urnas, es la intención de voto de Barnechea y de Lescano en las encuestas nacionales. Si uno despuntara, podría convencer a militantes que vean en él un mejor prospecto para saltar la valla; si se mantienen cerca al 1%, la diferencia sería irrelevante.
Pregunté a Velarde y Quintana, si programar un debate de los 4 candidatos, les parecía una buena idea. Fueron evasivos al responderme porque, al parecer, no han conversado con sus líderes sobre ese detalle. En el 2016, según me contó Mesías Guevara, él quiso que hubiera un debate, pero Barnechea prefirió ahorrárselo. Volvemos, de alguna manera, al clivaje original de la lampa: la burguesía limeña, encarnada por alguien ajeno al origen del partido pero afín a sus líderes tradicionales y a sus ideas (su candidata a la primera vicepresidencia es Maricarmen Alva, sobrina del cofundador Javier Alva Orlandini y el 2do vicepresidente es el ex congresista por Cusco, Armando Villanueva Mercado) y las emergentes y vocingleras bases regionales. Menudo duelo.
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