Actualmente, los muertos por día en Guayaquil no llegan a 10 y el número de contagios ha disminuido progresivamente. (Foto: Rodrigo Buendía / AFP)
Actualmente, los muertos por día en Guayaquil no llegan a 10 y el número de contagios ha disminuido progresivamente. (Foto: Rodrigo Buendía / AFP)
/ RODRIGO BUENDIA
Diana Seminario

Casi tres meses del inicio del aislamiento social obligatorio, nos hemos convertido en el octavo país en el mundo con más infectados y según las cifras oficiales, hemos perdido a 5.465 personas por .

Entretanto, el Gobierno –con cada vez menos intervenciones públicas– nos sigue diciendo que “los mejores esfuerzos” sí están dando resultados y que no podríamos ni imaginar qué hubiera pasado sin cuarentena.

Lo que queremos imaginar es qué hubiera pasado si el presidente Martín Vizcarra y sus ministros hubieran tenido las puertas abiertas a la empresa privada y a la sociedad civil para que en un trabajo conjunto fueran un solo puño en la lucha contra el virus.

Basta con mirar el caso de Guayaquil (Ecuador). Hacia fines de marzo y los primeros días de abril, los fallecidos sumaban 400 por día, las imágenes de muertos en las calles eran desgarradoras y el sistema de salud había colapsado. Actualmente, los muertos por día en Guayaquil no llegan a 10 y el número de contagios ha disminuido progresivamente.

Antonio Mabres, exrector de la Universidad de Piura, nos detalla la experiencia ecuatoriana en su artículo “Un ejemplo para imitar: Guayaquil venció el COVID-19”.

“Un grupo de personas e instituciones del sector privado, principalmente empresarios, con la aprobación más o menos explícita de las autoridades, asumieron con decisión el reto de solucionar el problema y formaron el Comité Especial de Emergencia por coronavirus en Guayaquil. Lo lideró el ex alcalde de Guayaquil Jaime Nebot Saadi, quien delegó buena parte de la dirección a la señora María Gloria Alarcón, que había sido la primera presidenta mujer de la Cámara de Comercio de Guayaquil hasta el 2010. Se formaron equipos que se pusieron a analizar a fondo el complejo problema y a trabajar con rapidez. En 24 horas ya habían recaudado un millón de dólares y en pocas semanas tenían un fideicomiso por dos millones y medio, que ha permitido ir afrontando los gastos. Asumieron todos los frentes, con grupos de trabajo y un comité central, en estrecha coordinación con los respectivos responsables de los gobiernos local y central. No esperaron formalizar los permisos o encargos, la situación crítica no permitía un solo día de retraso; bastaba el diálogo directo, telefónico casi siempre, con las distintas autoridades y actuar. Todas las instituciones aportaron: el cuerpo de bomberos, la Cruz Roja, los directores de los hospitales e infectólogos, la Iglesia Católica y otras”. (artículo completo )

Aquí los esfuerzos independientes son aislados y pocas veces agradecidos. La empresa privada ha hecho lo suyo y la Iglesia Católica se ha puesto de pie en todo el país. Primero el vicariato de Iquitos, con el padre Miguel Fuertes, logró dos plantas de oxígeno y la campaña Oxigenemos Piura, encabezada por el padre Martín Chero, llevó 150 balones de oxígeno para Piura y Sullana. A esto se suma el trabajo silencioso de cientos de parroquias que alimentan a los más necesitados.

Ojalá desde el Poder Ejecutivo se entienda que no estamos en competencia de popularidad. Nunca es tarde para sumar esfuerzos.

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