Desde que Joaquín Randall tenía 4 años, su mamá, Wendy Weeks, preparaba matacuy, un macerado tradicional de la zona con hierbas y cañazo, que ofrecía a los distintos viajeros que pasaban por su hospedaje El Albergue, ubicado cerca a la estación de tren de Ollantaytambo. Hoy, casi 40 años después, esa receta familiar se transformó y es uno de los productos bandera de la Destilería Andina, una empresa formada por Joaquín y su hermano Ishamel, junto a su socio Haresh Bhojwani.
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Antes de contar más sobre la interesante historia de este elixir andino, es necesario explicar qué es el matacuy. Según comenta Randall, es conocido como un compuesto tradicional de Cusco, que es considerado medicinal ya que se prepara con hierbas de la zona, que tendrían propiedades curativas y digestivas. “Antiguamente, cada familia maceraba sus hierbas en cañazo para compartir y es una costumbre que todavía se encuentra en algunas zonas rurales”, explica el fundador de Destilería Andina.
En los años 70, Wendy Weeks y Robert Randall, padres de Joaquín, decidieron dejar su vida en Estados Unidos y establecerse en Ollantaytambo, donde inauguraron un hospedaje llamado El Albergue. “Desde su llegada, ellos tuvieron compadres y se apegaron a las costumbres de los andes. Siempre tenían huéspedes de todos lados: viajeros a Machu Picchu, exploradores, arqueólogos y artistas, así que a todos los que pasaban por acá se les invitaba su compuesto. Así es que mi madre comienza a hacer sus primeros compuestos en los años 80, por eso la etiqueta actual dice “Circa 1983″”, señala.
No es sino hasta el año 2002, en que Joaquín regresa de la universidad, en que esta receta familiar da un siguiente paso y empieza a ser comercializada a pequeña escala con una etiqueta propia. “La imagen del perro que utilizamos actualmente, es una versión estilizada de una pintura que hizo mi madre y que se encontraba en la etiqueta original”, recuerda Randall.
Los inicios de Destilería Andina
Durante muchos años, el comercio de este elixir familiar se mantuvo a pequeña escala. “Hace seis o siete años, mi compadre Haresh Bhojwani me contactó con la propuesta de crear una destilería y él, que ya había vivido en Perú pero se encontraba en Nueva York, regresó para este proyecto. Así, decidimos dar inicio al proceso de creación junto a mi hermano Ishmael, por supuesto, con el visto bueno de mi madre”, cuenta a Provecho.
Durante la creación de Destilería Andina, se dieron cuenta que el cañazo que compraban y utilizaban, no siempre tenía los mismos estándares que buscaban, por lo que decidieron pasarlo por una segunda destilación, para conseguir un producto aún mejor.
Así fue que, en 2016, salió Caña Alta, el primer producto que esta empresa lanzó al mercado. “En ese tiempo la gente decía: ¿cañazo? cómo vas a venderlo, si te hace doler la cabeza o cosas por el estilo. Tenía una reputación no tan buena y nosotros tuvimos que recordarle al público peruano que el pisco, hasta hace unos años, tenía la misma reputación y que lo que hacía la diferencia era el proceso”, dice el socio fundador.
Y es que, como nos recuerda, esa es la historia de casi todos los destilados del mundo. Lo mismo ocurrió con el gin, vodka e incluso el moonshine. Eran destilados artesanales que no tenían ninguna regulación, pero que poco a poco fueron siendo más reconocidos, se estandarizaron y ahora forman parte de las mejores barras del mundo.
“Nosotros hemos tratado de rescatar el cañazo, que sea un producto reconocido a nivel nacional y que se entienda que no todo cañazo es malo”, resalta Randall.
El Matacuy de ahora
“El método original que hacía mi madre era: metíamos todas las hierbas con el cañazo, esperábamos un año y luego veíamos lo que pasaba y saliera lo que saliera, eso tomábamos. A veces un sabor podría predominar más que otros y había mucha variación”, menciona.
En cambio, actualmente siguen un proceso mas riguroso en el cual se le extrae el sabor a las hierbas con las que trabajan antes, durante y después del proceso de destilación. “Originalmente, en el matacuy se utilizaban 12 hierbas originarias, pero ahora nosotros trabajamos con 54 hierbas de la zona”, agrega.
La Noche Matacuy
Como parte de Destilería Andina, hace cinco años inauguraron Chuncho, un restaurante que se enfoca en llevar a la mesa los platos típicos de la zona con los mejores insumos locales, incluso muchos de ellos son producidos en su propia huerta.
En esta ocasión, para celebrar los 39 años de la receta que dio origen a todo, se realizó el 4 de noviembre La Noche Matacuy, un evento también buscó compartir con los amigos de la marca una cena deliciosa acompañada por bebidas especiales y música.
Puede conocer más sobre Destilería Andina y los productos que ofrecen en su página web (www.matacuy.com) o en su página de Instagram @destileriaandina
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