Hay que aprender a observar. No en vano es el primer paso del método científico. Tenerlo como regla ha sido clave para que la arqueóloga Yomira Huamán Santillán ponga los ojos sobre el complejo arqueológico de Cajamarquilla, a 6 km al norte del río Rímac, en Lurigancho-Chosica. Ayudó ser vecina de la zona. Sabe mejor que nadie que el área de 167 hectáreas ha sido explorada en poco menos de 2%. En su último año de carrera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, le pedían un trabajo de investigación: quería cerrar una etapa importante estudiando el lugar que la vio crecer.
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