La nostalgia por el 78: la historia detrás de la versión 2025 de la que es llamada “la camiseta más linda” de la historia de Perú en los mundiales

De pie frente a lo que podría ser, sin necesidad de una votación, su casa, Héctor Chumpitaz (81) hace un breve repaso mental de su colección privada de camisetas. Los Húsares de Junín lo miran, atónitos, quizá pensando que en lugar de tener fusil deberían tener papel y lapicero. Los dueños del Bar Cordano le reiteran la invitación, cuando quiera. “Vuelva, Capitán”. Es abril, todavía hace calor y Héctor Chumpitaz acomoda el cuello de su guayabera celeste antes de confesar su ránking personal, su propio ‘top five’ de camisetas usadas en cancha, esas perlas que los coleccionistas clasifican como MW —siglas de Match Worn— y que valoran en miles, miles de dólares.

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Aquí, frente a Palacio de Gobierno, luego de grabar cuatro horas un documental, El Capitán de América, el defensa central más sabio que alguna vez defendió a la selección, me explica, con la arbitrariedad y el sentimentalismo del que se sabe un rey. “Todas las camisetas tienen algo emotivo, sin duda. Pero esa de 1978 es especial. Los goles de Teófilo fueron únicos”, cuenta.

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“A la edad de un infantil es crack”. Así, sin preocupación porque el elogio dinamite su carrera, un diario de la época presentaba en sociedad a Teófilo Juan Cubillas Arizaga (76), que en 1965 tenía solo 15 años y unos pies que se preparaban para conocer Mundiales desde los arenales de Puente Piedra, dos horas al norte de Lima. Su aparición en el torneo Interescolar —ese yacimiento de piedras preciosas que alguien clausuró sin medir sus consecuencias— fue tan explosiva que, solo cuatro años después, ya era titular absoluto en la selección. Ocurrió lo mismo con Pelé, con Maradona, con Messi: el destino los unge y les da eternidad desde la primera patadita.

Los mortales nos damos cuenta, claro, recién con el tiempo. En el caso del Perú, y en el caso del Nene, fue el invierno de Argentina, en 1978. Allí, delante del dictador Jorge Rafael Videla, Cubillas anotó cinco goles (dos a Escocia, tres a Irán), en lo que ha sido, hasta hoy, la actuación de un futbolista peruano más brillante en un Mundial de fútbol. Su tiro libre a los escoceses aún es objeto de estudio para la ciencia. “Yo solo apliqué lo que decía Didí”, me contó una vez el Nene en Fort Lauderdale, donde también es ídolo. La camiseta brilló como nunca, y ese recuerdo todavía late fuerte en la memoria de los peruanos.

Teófilo Cubillas, con ese precioso uniforme manga larga —el escudo grande con las siglas FPF debajo de la franja y el número en la espalda, de cuero negro cosido— le regaló al mundo una primera señal. Y a los peruanos un recordatorio: así nos vestimos cuando queremos sentirnos ganadores.

Hace unos días, estos dos próceres se juntaron. Llegaron puntuales, Chumpitaz y Cubillas. No les dijeron mucho, querían que fuera una sorpresa. La firma adidas, encargada de vestir a todas las selecciones peruanas hasta el 2026, tenía lista la campaña Bring Back del 78. Más que un relanzamiento, un guiño al pasado, es una máquina del tiempo que cruza cinco décadas hasta los días de junio de 1978, cuando el Perú despertó una inusitada curiosidad en el Mundial —por ejemplo—, con esa volante que incluía a José Velásquez, César Cueto y Teófilo Cubillas, envueltos en aquel traje de gala. Somos fue testigo de este encuentro y, semanas antes, recogió la historia detrás del proceso y cómo se soñó este nuevo modelo de la selección.

Ocurrió en verano de 2023: adidas presentó la camiseta peruana tras su regreso, desde la última vez que vistió a la Blanquirroja, en 1985. Pero había una curiosidad periodística mayor, consultada con gerentes y expertos en márketing de la marca: ¿volverán los viejos modelos de manga larga con el trifolio de adidas Originals? Y si es así, ¿cuándo será posible? La respuesta fue unánime: es lo que más queremos.

En paralelo, la marca se contactó con quien es, doy fe, el coleccionista de camisetas de la selección más obsesivo del país. Se llama Miguel Montalvo Robertson. Este joven ingeniero inició su colección con una joya muy particular: la camiseta número 7 de Juan José Muñante, usada en el Mundial Argentina 78. Le pertenecía a un vecino suyo, cuyo tío había sido doctor de José Carrión, el legendario Chino Pepe, utilero del Perú en ese Mundial. El vecino se lo heredó porque con él “estaría en buenas manos”. Ese modelo MW de la primera fase del Mundial fue prestado por Montalvo y llevado a Colombia, donde sirvió para que adidas diseñara un uniforme exactamente igual, adaptado a las exigencias y estándares de hoy.

Y ese modelo, expresión de un sueño colectivo, símbolo de una Copa del Mundo donde Cubillas y Chumpitaz se volvieron leyendas, fue probado por primera vez, precisamente, por ellos. Como dijo Chumpi, el Capitán de América, tras la sesión de fotos —con los ojos chinitos y la ceja fruncida, como cuando quería dar una orden—: “Me la pruebo y cómo me gustaría volver a jugar”. //

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