Las nuevas variantes abren un nuevo paradigma sobre la reinfección, por eso las medidas de prevención siguen siendo vitales. (Foto: AITOR DIAGO/GETTY IMAGES)
Las nuevas variantes abren un nuevo paradigma sobre la reinfección, por eso las medidas de prevención siguen siendo vitales. (Foto: AITOR DIAGO/GETTY IMAGES)
BBC News Mundo

Cuando se detectó el primer caso de , Sars-CoV-2, sus efectos aún eran en gran parte misteriosos para pacientes, académicos y médicos.

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Después de un año, la pandemia ha dejado más de 2,5 millones de muertos y 113 millones de casos de COVID-19 en el mundo , aunque poco a poco están comenzando a desacelerarse.

Por otro lado, los médicos y científicos han recopilado una gran cantidad de evidencia sobre el nuevo coronavirus, cómo se transmite y cómo podemos tratarlo de manera más efectiva.

A continuación resumimos algunas de las principales lecciones aprendidas tras un año de pandemia.

La hidroxicloroquina (una de las versiones de la cloroquina) fue objeto de intensas disputas durante la pandemia de covid-19. La evidencia actual no respalda su uso para tratar la infección por coronavirus. (Foto: Getty Images)
La hidroxicloroquina (una de las versiones de la cloroquina) fue objeto de intensas disputas durante la pandemia de covid-19. La evidencia actual no respalda su uso para tratar la infección por coronavirus. (Foto: Getty Images)

1) La cloroquina y la hidroxicloroquina no son útiles en el tratamiento

Al comienzo de la pandemia, la cloroquina, un fármaco tradicionalmente utilizado para combatir la malaria, y su derivado, la hidroxicloroquina, fueron vistos como una esperanza en el tratamiento de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus y llegaron a utilizarse, incluso en combinación con otros medicamentos, como antibióticos.

Aunque su efectividad contra el COVID-19 fue señalada primero por investigadores chinos y luego por un grupo de investigación francés, desde entonces muchos estudios han reportado que estos medicamentos no tienen beneficios o incluso pueden causar efectos nocivos.

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Didier Raoult, médico y microbiólogo responsable del estudio realizado en Francia, llegó a admitir en enero de este año que estas sustancias no reducen la mortalidad ni la gravedad de la enfermedad. Hace dos semanas, dio marcha atrás y defendió la medicación y sus efectos.

En julio del año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió suspender las pruebas con hidroxicloroquina después de descubrir que no había reducción en la mortalidad en pacientes con COVID-19.

Es decir, hasta ahora no existe una eficacia probada en el uso de estos fármacos para el tratamiento del COVID-19.

Defensor abierto de la cloroquina desde el inicio de la pandemia, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dijo durante a principios de este mes que no se arrepentirá de haber indicado el fármaco contra el COVID-19 incluso con pruebas de su ineficacia contra la enfermedad.

Para ingresar a la célula, el virus SARS-CoV-2 se une a una molécula en la superficie de la célula (su receptor). (Foto: SCIENCE PHOTO LIBRARY)
Para ingresar a la célula, el virus SARS-CoV-2 se une a una molécula en la superficie de la célula (su receptor). (Foto: SCIENCE PHOTO LIBRARY)

Según Bolsonaro, el uso puede demostrarse eficaz en el futuro o puede considerarse un placebo, pero “si no hace mal, ¿por qué no tomarlo?”.

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“Por lo menos no maté a nadie”, agregó. “Pero si la aprueban [la eficacia] quienes me criticaron, parte de la prensa, serán responsables”.

Pero no es tan simple: además de no aportar beneficios, la cloroquina puede causar arritmias y otros daños al corazón de los pacientes.

2) El uso de la mascarilla es esencial para contener el coronavirus

El uso de una mascarilla por sí solo no previene la propagación del coronavirus, pero ayuda mucho a contenerlo, según varios estudios sobre el tema.

Recientemente, los CDC (Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades), en Estados Unidos, dijeron que usar dos mascarillas (una de tela sobre otra quirúrgica) bien ajustadas puede reducir la propagación del virus en más de un 90%.

Según los expertos, la mascarilla aporta al menos dos beneficios: protege a quienes la usan y, al mismo tiempo, protege a quienes rodean a una persona infectada.

Desde junio, la OMS ha abogado por el uso de mascarillas de tela para todas las personas que necesiten salir de casa. En diciembre, la agencia de la ONU actualizó sus recomendaciones y pidió refuerzo en el uso de cubrebocas, con especial atención a las unidades de salud.

Los CDC hicieron la misma indicación un poco antes, en abril.

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Recientemente, algunos países europeos desaconsejaron o incluso prohibieron el uso de mascarillas de tela hechas en casa, requiriendo el uso de N95 y PFF2, que ofrecen un mayor nivel de protección.

“Las mascarillas de tela fueron útiles y lo siguen siendo, pero funcionan para proteger a los demás de ti al disminuir la emisión de partículas de quienes la usan”, dijo el ingeniero biomédico Vitor Mori, miembro del grupo Observatorio COVID-19 BR, en una reciente entrevista con BBC News Brasil.

La OMS recomendó hace poco usar dos mascarillas. (Foto: Getty Images)
La OMS recomendó hace poco usar dos mascarillas. (Foto: Getty Images)

3) El COVID-19 no solo afecta y mata a los ancianos

El riesgo de desarrollar síntomas graves de COVID-19 aumenta con la edad, y los adultos mayores tienen un mayor riesgo.

La razón de esto es muy simple y no tiene nada que ver con el coronavirus: cuando envejecemos, nuestro sistema inmunológico, responsable de la defensa de nuestro cuerpo, también envejece.

Sin embargo, eso no significa que las personas más jóvenes sean inmunes al COVID-19, incluso aquellas que no tienen comorbilidades, como diabetes, hipertensión y obesidad.

Pueden desarrollar los síntomas más graves de la enfermedad, requiriendo hospitalización, e incluso morir a causa de ella.

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El riesgo de muerte por COVID-19 entre los menores de 50 años, especialmente los jóvenes de hasta 30 años, se considera bastante bajo.

Pero el hecho de que la probabilidad de muerte sea más baja no quiere decir que estén libres de caer en estado grave.

BBC News Mundo obtuvo testimonios de enfermeras en España que aseguraron que las neumonías derivadas del COVID-19 se estaban complicando en pacientes jóvenes.

“Este virus podría llevarlos [a los jóvenes] al hospital durante semanas o incluso matarlos”, dijo en marzo de 2020 el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Además, Ghebreyesus advirtió de que aunque en algunos casos no vayan a sufrir más que síntomas leves, lo que hagan muchos jóvenes puede ser “la diferencia entre la vida y la muerte para otra persona”.

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4) El coronavirus no es una “gripecita”

La “gripecita” con la que despreciaron el coronavirus el presidente brasileño Jair Bolsonaro o el ex presidente estadouniense Donald Trump dejó estadísticas globales con mayores tasas de mortalidad que la gripe estacional.

Ambos mandatarios restaron importancia a la gravedad del COVID.

No obstante, en Brasil, el COVID-19 fue la causa de muerte con más víctimas el año pasado, superando otras enfermedades de alta letalidad, como ictus, infartos y neumonías, según datos del Portal de Transparencia de las oficinas de registro.

También en Estados Unidos, según los CDC, el COVID fue la principal causa de muerte en los últimos meses.

No obstante, aunque el COVID no es una gripe (y es más mortal), muchos de sus síntomas son similares:

  • Fiebre
  • Tos
  • Fatiga

Algunas personas también pueden experimentar dolores musculares, dolor de cabeza y posiblemente diarrea o vómitos.

Y si se suman otros virus comunes durante el invierno, puede ser difícil estar seguro de qué es lo que está enfermando a alguien.

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Además, tanto la gripe como el coronavirus pueden transmitirse antes de que las personas presenten algún síntoma, o incluso por aquellos que son asintomáticos.

5) El coronavirus tiene origen animal (y no fue producido en un laboratorio)

Cuando el COVID-19 comenzó a extenderse por todo el mundo, su origen apuntaba a un mercado de mariscos en Wuhan, China.

A principios de este mes, un equipo de la OMS responsable de investigar la aparición del Sars-CoV-2 concluyó, después de una misión en Wuhan, zona cero de la pandemia, que toda la evidencia apunta a un origen “animal” del nuevo coronavirus.

“Todos los datos que hemos recopilado hasta ahora nos llevan a concluir que el origen del coronavirus es animal”, dijo a los periodistas el jefe de la misión de la OMS, Peter Ben Embarek. “El trabajo de campo no provocó ningún cambio en las convicciones que ya teníamos antes de comenzar [a investigar]”, agregó.

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Según Embarek, los datos muestran que el nuevo coronavirus apareció en murciélagos. “Pero es poco probable que estos animales se encuentren en Wuhan. Aún no ha sido posible identificar al animal intermedio”, explicó.

Embarek agregó que la hipótesis de que el nuevo coronavirus se escapó de un laboratorio es “extremadamente improbable”.

“La investigación sobre el origen del coronavirus es todavía un trabajo en curso”, concluyó.

Wuhan fue el primer lugar del mundo donde se detectó el virus. (Foto: EPA)
Wuhan fue el primer lugar del mundo donde se detectó el virus. (Foto: EPA)

6) El contagio por envases y alimentos es “mínimo”

Al comienzo de la pandemia, miles de personas denunciaron en las redes sociales la angustia de tener que limpiar regularmente los envases y los alimentos.

En agosto del año pasado, la OMS dijo que no había “casos confirmados de COVID-19 transmitidos por alimentos o envases de alimentos”. Pero enumeró una serie de precauciones para evitar la contaminación cruzada (la transferencia de microorganismos causantes de enfermedades de un alimento a otro, por medio de un vector).

También dice que no es necesario desinfectar los envases de alimentos, pero “las manos deben lavarse bien después de manipular los envases de alimentos y antes de comer”.

A principios de este mes, esta premisa fue reforzada en un nuevo informe publicado por la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA). En él, la agencia informa de “la probabilidad” de que los envases y los alimentos transmitan el coronavirus.

Según la publicación, no hay evidencia comprobada de que los alimentos o sus envases sean una fuente probable de transmisión del coronavirus.

Existe un “abrumador consenso científico internacional” de que “es muy poco probable que los alimentos consumidos y sus envasados propaguen Sars-CoV-2”, concluye la FDA.

La OMS, a su vez, recomienda usar desinfectante de manos antes de ingresar a las tiendas si es posible, así como lavarse bien las manos cuando regreses a casa y también después de manipular y almacenar productos comprados.

La entrega a domicilio no debe ser motivo de preocupación, pero es importante lavarse las manos después de recibirla. Algunos expertos también recomiendan usar bolsas de plástico solo una vez.

7) Es posible contraer el COVID-19 dos veces

La investigación realizada por la agencia de salud pública del gobierno británico, Public Health England, encontró que la mayoría de las personas que han contraído COVID-19 (83%) tienen inmunidad durante al menos cinco meses.

Pero los casos de reinfección por COVID-19, aunque raros, se están identificando en varios países.

La mayor preocupación de los especialistas, sin embargo, es la reinfección con nuevas variantes.

Si un número considerable de personas que ya fueron sido infectadas comienzan a dar positivo por COVID-19, puede ser que haya una variante en circulación capaz de eludir los anticuerpos producidos por el sistema inmunológico después de una primera infección.

La reinfección por variante es una de las hipótesis investigadas para explicar el brote de hospitalizaciones y muertes ocurridas en enero en Manaos, Amazonas, donde se detectó la variante brasileña.

La ciudad ya había sufrido mucho por la primera ola de la enfermedad: una encuesta publicada en la revista Science el 9 de diciembre estimó que el 76% de la población de Manaos habría contraído COVID-19.

En teoría, este número (si es correcto) sería un porcentaje suficiente para generar la llamada inmunidad de grupo (o de rebaño), que ocurre cuando el elevado número de personas con anticuerpos es capaz de detener la circulación de la enfermedad porque se hace difícil encontrar personas vulnerables, y el virus pierde fuerza.

Pero en enero, los hospitales de la capital amazónica comenzaron a llenarse rápidamente hasta el punto de que la estructura de salud pública colapsó y decenas de personas murieron por falta de oxígeno.

Sin acciones de prevención colectiva, como el uso de mascarillas, la distancia social y la higiene personal, la vacuna no podrá interrumpir la transmisión por sí sola, dicen los expertos. (Foto: Getty Images)
Sin acciones de prevención colectiva, como el uso de mascarillas, la distancia social y la higiene personal, la vacuna no podrá interrumpir la transmisión por sí sola, dicen los expertos. (Foto: Getty Images)

Una hipótesis para este nuevo aumento en casos de COVID-19 es que parte de ellos se debieron a reinfecciones por la variante P.1, que circulaba en Manaos en ese momento.

También se descubrieron variantes del coronavirus en Sudáfrica y en el sureste de Inglaterra.

En los tres casos, las nuevas variantes, más contagiosas, jugaron un papel importante en el caos provocado por las altas tasas de infecciones y hospitalizaciones.

Las medidas de contención y la vacunación son, según los expertos, factores clave para prevenir los brotes por nuevas variantes.

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