Tras casi un mes desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, el costo en vidas y sufrimiento no para de crecer.
Filippo Grandi, jefe de operaciones humanitarias de la agencia para refugiados de Naciones Unidas, ACNUR, dijo que al menos 10 millones de ucranianos, cerca de un cuarto de la población total, ya abandonaron sus hogares. La cifra incluye los más de 3,5 millones de refugiados que ya cruzaron la frontera hacia países vecinos.
Hasta el 21 de marzo, la ONU registró 925 civiles muertos y 1.496 heridos, aunque advierte que el número real debe ser "significativamente más alto".
Lyudmila Denisova, ombudsman de derechos humanos de Ucrania, dijo este martes que desde el inicio de la guerra al menos 117 niños murieron y 155 resultaron heridos.
A más de 15.000 km de distancia, los científicos de una base ucraniana en la Antártida se ven obligados a seguir remotamente la tragedia en su país y la angustia de sus familiares.
Dos de esos investigadores, el meteorólogo Alexander Aftenuk y la bióloga marina Oksana Savenko, respondieron desde la Antártida las preguntas de BBC Mundo.
¿Qué sintieron al enterarse de la invasión a Ucrania?
Alexander: La guerra es el mal, y el mal es Rusia, que atacó a mi país. Un país agresor que no sabe vivir como todo el mundo civilizado. En lugar de desarrollar y hacer avances en la esfera científica, este país invade y destruye la vida de los ciudadanos pacíficos de Ucrania.
En nuestra estación Akademik Vernadsky en la Antártida, el internet es lo suficientemente bueno como para monitorear noticias de varias fuentes.
La noche de la invasión ninguno de los integrantes de la base durmió. Todos escribían a sus familiares. Fue un gran estrés porque en pleno siglo XXI era difícil imaginar algo así en medio de Europa.
Oksana: Estaba en mi oficina cuando un colega me dijo que se habían lanzado bombas sobre Ucrania. Fuimos a las redes sociales y estaban llenas de mensajes de amigos de diferentes ciudades sobre explosiones e incendios.
Fue un shock para mí, pero no una sorpresa. Después de que Rusia se anexara Crimea y desestabilizara otros territorios durante años, era solo cuestión de tiempo antes de que decidiera atacar Ucrania.
¿Qué se siente estar en un lugar tan lejano mientras su país está en guerra?
Alexander: Fue moralmente difícil, porque cuando estás aquí, y tus familiares, amigos y conocidos están bajo ataque, y estás lejos de ellos, simplemente no sabes cómo ayudarlos a distancia.
Oksana: Pasamos aquí casi un año. Nos sentimos impotentes al estar tan lejos de nuestro país en un momento tan difícil. Pero gracias a internet, pudimos ayudar a nuestros seres queridos, amigos, colegas y otros ucranianos financiera, informativa y logísticamente.
¿Qué información han recibido de sus familiares?
Alexander: Todos los días escribo a mis padres y familiares, y pregunto por mi hija. Tiene 4 años y dice que no entiende qué es la guerra. Al hablar con mis padres se escucha el rugido de los cohetes volando.
Cuando se encienden las sirenas deben bajar inmediatamente al sótano con documentos y todas las cosas importantes, y esconderse allí el tiempo que sea necesario.
Oksana: La mayoría de mis parientes están en Ucrania. Mis padres permanecen en Kiev, que es bombardeada periódicamente.
Mi tío y mi tía han estado en Járkiv todo este tiempo. Desde el comienzo de la guerra esta ciudad ha estado bajo constantes ataques y bombardeos. Muchos de mis amigos y colegas se han unido voluntariamente al ejército, las fuerzas de defensa territorial y diferentes organizaciones de voluntarios.
¿Cuáles son sus planes para el futuro?
Alexander: En cerca de un mes termina nuestra temporada en la estación Akademik Vernadsky.
En Ucrania trabajo en el Instituto Hidrometeorológico de Kiev. Por supuesto, regresaré a Ucrania desde la Antártida para defender nuestro país, como muchos otros ciudadanos ucranianos.
Rusia debe abandonar nuestra tierra. Ganaremos porque la verdad está de nuestro lado y el mundo civilizado nos apoya.
Oksana: Todavía no tengo planes claros. Tal vez me vaya a casa de inmediato o continúe mis estudios en otro país por un tiempo. Por ahora el edificio en el que vivía sigue intacto, pero no habrá oportunidad de continuar mis investigaciones en un futuro próximo en Ucrania.
Se nos aconsejó buscar un empleo temporal en el extranjero donde se nos permita realizar nuestras investigaciones en colaboración con otros científicos.
Estoy muy triste de estar lejos de casa durante este punto de inflexión para mi país. Es necesario decidir cómo puedo traer más beneficios a mi país en su lucha por la independencia y un mayor desarrollo.
Quizás los ucranianos ahora estén luchando no solo por su propia libertad. Si no logramos detener al agresor, podrá atacar a otros países. Pero estoy absolutamente convencida de que Ucrania ganará esta pelea.