Hace apenas un mes, el buque de la armada peruana (BAP) Carrasco –estrenado en el 2016– zarpó del Callao para llevar a cabo su primera misión a la Antártida. Oficialmente, se convirtió en el reemplazo del buque de investigación científica (BIC) Humboldt, que desde 1988 hasta el 2013 se encargó de estas tareas. Sin embargo, la emblemática embarcación no ha dejado de trabajar, sino que está más vigente que nunca.
“El Humboldt no se ha retirado. Ahora lo tenemos a disposición todo el año para que realice su misión original: estudiar nuestro mar”, dijo a El Comercio Javier Gaviola, presidente del Instituto del Mar del Perú (Imarpe).
—Sin descanso—
Si bien fue su labor principal, el Humboldt no había sido diseñado para viajes al continente blanco.
Se construyó en 1978 –con apoyo de Alemania– para analizar los recursos pesqueros del país. Pero por ser el único buque científico peruano en los años ochenta, se decidió reforzarlo para la primera misión peruana al continente blanco. Partió el 4 de enero de 1988. Desde entonces, cada diciembre se enrumbaba a la Antártida, para luego retornar en marzo.
Sin embargo, con la llegada del Carrasco, el Humboldt puede ahora dedicarse a realizar cruceros oceanográficos y pesqueros en el mar peruano todo el año. En el 2011 fue repotenciado y se alargó su vida útil unos 20 años más.
—Tras las riquezas del mar—
Las misiones del Humboldt no se detienen. En junio del 2017 viajó por la zona norte del litoral peruano para contabilizar las poblaciones de merluza, principalmente frente a Piura y Tumbes. Utilizó su sistema de ecosondas para ubicar y estimar el número de estos peces.
Dos meses más tarde, inició un crucero para evaluar los huevos y larvas de anchoveta en el sur. Con la información obtenida, se programó en octubre una evaluación de la biomasa de esta especie a lo largo del litoral. “Estas expediciones son esenciales para llevar a cabo una explotación sostenible de los recursos marinos”, afirma Gaviola.
De acuerdo con el capitán de fragata Diego Gago –actual comandante del Humboldt–, “el Carrasco no puede reemplazar al Humboldt en análisis pesqueros, pues no está especializado para dicho trabajo”.
A finales del 2017, el Humboldt llegó por primera vez al llamado triángulo exterior –dominio marítimo que se incorporó tras el fallo de La Haya en el 2014– para determinar qué tipo de especies son las que predominan y para medir la población de calamar gigante o pota. Se descubrió que en esta zona abunda el calamar gigante, el perico y vinciguerria, especie de pez que posee una cantidad de proteína similar al de la anchoveta.
Pero no solo se trató de estudios pesqueros. Como parte de un acuerdo entre el Imarpe y el Centro de Investigación en Biogeociencias Marinas Geomar de Alemania, el Humboldt se convirtió en un laboratorio para el proyecto Kosmos, un experimento para estudiar el afloramiento costero (proceso físico capaz de fertilizar naturalmente las aguas).
Como parte del trabajo, se colocaron en el área marítima frente a la isla San Lorenzo ocho plataformas flotantes, desde las cuales se monitorean las condiciones físicas y químicas del mar, así como de las comunidades biológicas, incluyendo el análisis de larvas de especies como la concha de abanico y la anchoveta.
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