Hace meses que investigadores de todo el mundo desarrollan estudios sobre la capacidad de protección de la vacuna de la gripe frente al COVID-19. Al comienzo de la pandemia hubo dudas, incluso confusión entre la población, sobre la posibilidad de que ambas enfermedades fueran tan parecidas que la vacuna de la gripe pudiera parar la pandemia. Sin embargo, aunque está claro entre la sociedades científico-medicas que no sirve contra el SARS-CoV-2, sí se ha observado una protección frente a sus síntomas más graves.
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En el estudio más grande presentado hasta el momento -ya que ha sido realizado sobre una base de datos de 74.000 pacientes-, médicos y científicos de la Facultad de Medicina Miller de la Universidad de Miami (Estados Unidos) han demostrado que la vacuna contra la influenza puede proporcionar una protección “esencial” contra el COVID-19, ya que podría reducir la probabilidad de ingreso en UCI de los pacientes.
El estudio, publicado en la revista PLOS One, es el mayor de este tipo y analizó los registros de pacientes anónimos de todo el mundo, lo que sugiere que la vacuna anual contra la gripe reduce los riesgos de accidente cerebrovascular, sepsis y trombosis venosa profunda en pacientes con COVID-19. Además, los pacientes con COVID-19 que se habían vacunado contra la gripe también tenían una probabilidad significativamente menor de acudir al servicio de urgencias y de ser ingresados en la unidad de cuidados intensivos.
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“Hasta la fecha, solo una pequeña parte del mundo se ha vacunado completamente contra el COVID-19 y, con toda la devastación que ha provocado la pandemia, la comunidad mundial sigue necesitando encontrar soluciones para reducir la morbilidad y la mortalidad”, ha expresado el autor principal del estudio, el doctor Devinder Singh, jefe de cirugía plástica y profesor de cirugía clínica en la Escuela Miller.
“Tener acceso a los datos en tiempo real de millones de pacientes es una herramienta de investigación increíblemente potente”, ha añadido el doctor Singh, que ha realizado el estudio con la estudiante de medicina Susan Taghioff y el residente de cirugía plástica Benjamin Slavin, ambos autores principales. “Junto con la formulación de preguntas importantes, mi equipo ha podido observar una asociación entre la vacuna antigripal y la reducción de la morbilidad en los pacientes de COVID-19”, afirma.
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Los investigadores presentaron previamente los resultados de sus datos preliminares en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID), recibiendo atención internacional. Ahora que se ha publicado el estudio completo, los autores comparten sus resultados detallados por primera vez con el público en general y la comunidad científica.
El estudio se llevó a cabo utilizando registros de pacientes de varios países, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Italia, Israel y Singapur. El equipo examinó las historias clínicas electrónicas no identificadas de la base de datos de investigación TriNetX de más de 70 millones de pacientes para identificar dos grupos de 37.377 pacientes. A continuación, se emparejaron los dos grupos de pacientes en función de los factores que podían influir en su riesgo de susceptibilidad a la COVID-19 grave, entre ellos la edad, el sexo, la etnia, el tabaquismo y los problemas de salud como la diabetes, la obesidad y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Los miembros del primer grupo del estudio habían recibido la vacuna contra la gripe dos semanas y seis meses antes de ser diagnosticados con COVID-19. Los del segundo grupo también tenían un diagnóstico positivo de COVID-19 pero no estaban vacunados contra la gripe. A continuación, se comparó la incidencia de 15 complicaciones asociadas a la enfermedad (sepsis, accidentes cerebrovasculares, trombosis venosa profunda; embolia pulmonar, insuficiencia respiratoria aguda, síndrome de dificultad respiratoria aguda, artralgia o dolor articular, insuficiencia renal; anorexia, infarto de miocardio, neumonía, visitas al servicio de urgencias, ingreso en el hospital, ingreso en la UCI y muerte) en los 30, 60, 90 y 120 días siguientes a la prueba positiva de COVID-19 entre los dos grupos.
Un 20% más posibilidad de ingresar a UCI
El análisis reveló que los que no se habían vacunado contra la gripe tenían una probabilidad significativamente mayor -hasta un 20% más- de haber sido ingresados en la UCI. También eran significativamente más propensos a visitar el servicio de urgencias (hasta un 58% más), a desarrollar sepsis (hasta un 45% más), a sufrir un accidente cerebrovascular (hasta un 58% más) y una trombosis venosa profunda (hasta un 40% más). El riesgo de muerte no se redujo.
Asimismo, los investigadores también pudieron calcular cuántos pacientes positivos en COVID-19 tendrían que recibir la vacuna contra la gripe para evitar un resultado adverso. En particular, descubrieron que solo 176 pacientes debían recibir una vacuna antigripal para evitar una visita al servicio de urgencias en los 120 días siguientes a la prueba positiva de COVID-19. Además, solo 286 pacientes necesitaban haber recibido la vacuna de la gripe para evitar un caso de sepsis, que se sabe que es la enfermedad más cara de tratar en el sistema sanitario estadounidense. Por último, por cada 440 pacientes que estaban al día con la vacuna de la gripe, se evitó un ingreso en la UCI.
Aunque todavía no se sabe exactamente cómo la vacuna antigripal proporciona protección contra el COVID-19, la mayoría de las teorías apuntan a que la vacuna antigripal puede reforzar el sistema inmunitario innato, es decir, las defensas generales con las que se nacen y que no protegen contra ninguna enfermedad específica.
Los resultados, según los autores del estudio, sugieren firmemente que la vacuna antigripal puede proteger contra varios efectos graves del COVID-19. Sin embargo, recomiendan encarecidamente que las personas se vacunen contra el COVID-19, además de su vacuna anual contra la gripe.
Con todo, añaden que se necesita más investigación, en forma de ensayos prospectivos de control aleatorio, para probar y comprender mejor la posible relación, pero que, en el futuro, la vacuna antigripal podría utilizarse para ayudar a proporcionar una mayor protección en los países en los que escasea la vacuna contra la COVID-19 o incluso ayudar en la lucha continua contra los casos de avance en aquellas personas ya vacunadas contra la COVID-19.
“La promoción continuada de la vacuna contra la gripe también tiene el potencial de ayudar a la población mundial a evitar una posible ‘doble indemia’, es decir, un brote simultáneo de gripe y coronavirus”, dijo Taghioff. “Independientemente del grado de protección que ofrezca la vacuna antigripal contra los resultados adversos asociados al COVID-19, el simple hecho de poder conservar los recursos sanitarios mundiales manteniendo el número de casos de gripe bajo control es razón suficiente para defender los esfuerzos continuos de promoción de la vacunación antigripal en todo el mundo”.
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