Una expedición científica realizada hace cuatro décadas llamó la atención del herpetólogo Pablo Venegas y lo animó a organizar una nueva para seguir descubriendo la biodiversidad de la Cordillera de Colán, en la región Amazonas, una vertiente occidental de la Cordillera de los Andes peruanos que ha sido muy poco explorada.
Así empezó el descubrimiento de 26 nuevas especies para la ciencia en Perú —22 anfibios y 4 reptiles— que fueron halladas en dos de las expediciones realizadas en agosto y noviembre de 2019.
«Me llamó la atención que durante una expedición de ornitólogos en 1978 habían logrado colectar en esa zona varias ranas, sin buscarlas, que resultaron ser nuevas para la ciencia. Eso me hizo pensar que si ellos sin buscar habían encontrado varios anfibios, ¿qué tantas nuevas especies de ranas y serpientes se podría encontrar allí?», reflexiona Venegas, líder de la expedición y presidente del Instituto Peruano de Herpetología (IPH).
Con esas referencias, Venegas organizó las salidas a campo en las que participaron científicos, guardaparques del Santuario Nacional Cordillera de Colán y pobladores de las localidades cercanas.
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Bosques inexplorados
Las imágenes son impresionantes. Laderas cubiertas de niebla y hermosas caídas de agua en medio de una tupida selva. Y, como parte de ese paisaje, ranas de diversos colores y tamaños, algunas muy pequeñitas, además de reptiles tan llamativos como la Bothrops pulcher, que tiene un color verde intenso, dejaron fascinados a los científicos.
«Es muy importante el nivel de endemismo de las áreas entre los ríos Utcubamba y Chiriaco que rodean y mantienen aisladas esta cadena de montañas», comenta Venegas sobre la gran cantidad de especies que lograron hallar en los dos recorridos que hicieron dentro del Santuario Nacional Cordillera de Colán y en las áreas de conservación privada que se encuentran cerca de esta zona protegida.
En ambos viajes lograron recolectar 53 especies de ranas y unas 14 de reptiles, entre las que se encuentran las 26 nuevas para la ciencia, pero también por lo menos una decena de anfibios y reptiles endémicos que ya habían sido registrados. Por lo menos ocho anfibios del género Pristimatis, tres de la familia Nobella, así como especímenes de los géneros Rhinella, Gastrotheca y Lynchius, entre otros, son parte de la larga lista de nuevos hallazgos.
Hasta el momento solo cuatro de estos nuevos hallazgos han sido descritos y publicados en revistas científicas: Gastrotheca gemma, Rhinella moralesi, Oreobates colanensis y Lynchius waynehollomonae. «Estamos en el largo proceso de preparar los manuscritos. Esperamos que en dos años contemos con el 50 % de las especies descritas».
Además de las nuevas especies hubo otros registros importantes como la rana de cristal Nymphargus mixomaculatus, cuya distribución era conocida solo en la Cordillera de Carpish, pero que con su hallazgo en Bosque Quemado, en la Cordillera de Colan, amplía su rango en 522 kilómetros. A este registro se suma la especie Nymphargus mixomaculatus, considerada en Peligro Crítico de extinción por la Lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
«Antes de estas expediciones, no había visto el hallazgo de una cantidad de especies nuevas tan grande dentro del Santuario y en los bosques aledaños», comenta Christian Olivera, jefe del Santuario Nacional Cordillera de Colán, un área protegida creada en 2009 con 39 215 hectáreas de bosques montanos, también llamados yungas, ubicados entre las provincias de Bagua y Utcubamba, en la región Amazonas.
Olivera explica que la participación de los guardaparques es clave para las expediciones científicas que se realizan dentro del Santuario. Ellos realizan un recorrido previo a la expedición siguiendo las indicaciones de los científicos —cuenta el jefe del Santuario— para establecer las zonas para acampar y definir las rutas que se seguirán en la expedición. «El Santuario es el hogar de los guardaparques y por ello lo conocen muy bien».
El jefe del Santuario también comenta que los guardaparques han ayudado a encontrar las especies recolectadas, muchas de las cuales habían sido vistas durante sus recorridos.
Cada una de las expediciones duró alrededor de 20 días, durante los cuales se recorrieron páramos y bosques montanos ubicados entre 1100 y 3600 metros de altura en la Cordillera de Colán.
Venegas cuenta que en esta primera expedición estuvieron en el Área de Conservación Privada Copallin, así como en zonas cercanas a la catarata de Nueva Esperanza y al santuario nacional. Mientras que en el segundo recorrido la expedición llegó hasta el Refugio La Lechuza y el Bosque Quemado —dentro del Santuario Nacional Cordillera de Colan—, así como al caserío de Guayaquil, en el distrito de Cajaruro, provincia de Utcubamba.
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Tras los pasos de la rana de Colán
Venegas ya prepara la tercera expedición a la Cordillera de Colán y, en esta oportunidad, la misión será encontrar a la especie conocida como la rana de Colán. «Estamos entrando a una zona distinta, siguiendo la ruta que recorrieron los ornitólogos de la Universidad Estatal de Louisiana en 1978 para encontrar lo que ellos no recolectaron. En ese camino, vamos a buscar a la rana emblema de Colán (Telmatobius colanensis), que no se ha vuelto a ver desde el primer hallazgo».
El investigador señala que lo único que se tiene de esa especie es un solo individuo hallado durante la expedición de 1978 y que se encuentra en la Universidad de Louisiana. «No existe ni una foto en vida de esa especie, por ello, queremos ir al lugar exacto donde la encontraron».
Venegas también considera que los nuevos descubrimientos permitirán tener una mirada más amplia del Santuario, puesto que para su creación se consideraron como centro de conservación especies de aves como la lechucita bigotona (Xenoglaux loweryi), la tangara gargantinaranja (Wetmorethraupis sterrhopteron), el guacamayo verde (Ara militaris) y el picaflor de Koepcke (Phaetornis koepckeae). Y de mamíferos como el mono choro de cola amarilla (Oreonax flavicauda), el oso hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla) y el maquisapa de vientre blanco (Ateles belzebuth).
«No se sabía nada mucho sobre los anfibios y reptiles. Parte de este estudio es destacar la importancia de conservar el Santuario por su alto endemismo de anfibios», precisa Venegas.
En cuanto a los riesgos que enfrentan las especies que habitan en la Cordillera de Colán, Olivera, jefe del Santuario, menciona la expansión agrícola y la ganadería.
Olivera comenta que las zonas más altas y cercanas al Santuario enfrentan el problema de la expansión agropecuaria, aunque en los últimos años —dice— se ha logrado controlar el crecimiento exponencial que había en el pasado. En cuanto a las zonas bajas, el jefe del Santuario señala que el reto es detener el crecimiento de las zonas de cultivo.
«El sector que corresponde al Santuario y las áreas de conservación comunales permanecen en muy buen estado de conservación. Las zonas que las rodean son las que están bajo amenaza, pero trabajamos para que se reduzca», precisa Olivera.
El artículo original fue publicado por Yvette Sierra Praeli en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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