Cuando la profesora Sayury Almirón les contó a sus alumnos del colegio parroquial Santa María del Rosario, en Villa María del Triunfo, que tendrían clases de robótica, estos saltaron de alegría. Dos años después, los resultados siguen sorprendiendo a los docentes y padres de familia.
Almirón se capacitó, cuatro años atrás, en el programa “Comprometidos con la Educación”, el cual es una iniciativa global de la Fundación Telefónica Movistar y la Fundación ‘la Caixa’. De esta manera, introdujo el curso de robótica a las aulas de primaria (4to, 5to y 6to grado) y secundaria de esta institución educativa.
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“En el colegio lo catalogamos como el Taller de Computación y Robótica Educativa. Es bastante atractivo para ellos, fascinante, porque precisamente no lo encuentras en la currícula de colegio. Es más, para nosotros también es nueva. Fuimos paralizados por la pandemia, lo realizamos de manera digital, pero con muchas expectativas de los estudiantes. Demandaban y solicitaban el que se pueda trabajar la robótica educativa”, indicó Almirón en entrevista con El Comercio.
Pese a que la pandemia por la COVID-19 no permitió que los niños usaran las herramientas físicas, no ocasionó que las clases de robótica se detuvieran. “Teníamos que buscar un plan B. Teníamos que buscar una actividad paralela que pueda desarrollar las mismas competencias que nosotros teníamos planteadas con el kit en físico, pero esta vez sería en digital. Y hay un programa que precisamente te permite interactuar con estas piezas en digital, que es el Lego Digital Designer. Entonces los estudiantes pueden tener acceso a las piezas que tenían en físico, pero esta vez en digital, y programarlas para que puedan tener movimientos. Incluso tiene algunos recursos que pueden ser mucho más atractivos”, aseguró la docente.
“Aprendo jugando”
Al enfrentar la pandemia y las clases virtuales, Almirón y sus colegas tuvieron que encontrar la manera de hacer las clases más amenas. “Teníamos que presentar de alguna manera la educación durante la virtualidad. Pudo haber sido fascinante en los primeros meses, pero después ya era cansado. Los chicos estaban cansados, estaban sentados todo el tiempo frente a los dispositivos, los ojos les ardían. Nosotros hicimos una nueva propuesta: ‘Aprendo jugando’. Las actividades, las enseñanzas fueron gamificadas. Un jueguito con intención pedagógica antes de empezar, la robótica que es construir en legos digitales. Se divertían. Los niños todo el tiempo querían participar”, señaló.
Al utilizar la robótica como un juego para los niños, Almirón no solo inculcó el interés por la ciencia y tecnología, sino también dinamizó las clases. “Se nos pasaba la hora rapidito. Habíamos cumplido nuestras horas de clase, pero querían más los chicos. Muchas veces hemos tenido que reunirnos, encontrarnos de nuevo en las tardes. Yo tuve que hacer, por ejemplo un canal de YouTube porque los chicos me pedían más y más”, afirmó la docente. “Cuando uno es docente de vocación, no lo ve como una carga. Todo lo contrario. Ves que contribuyes y te sientes feliz de hacerlo”, añadió.
De esta forma, al mismo tiempo que juegan construyendo, los niños también desarrollan habilidades y competencias dentro del aula. “Me di cuenta que esa propuesta desarrolla precisamente competencias. Es más, el currículo nacional lo tiene incluido de alguna manera también. El mismo currículo nos exige a nosotros, los docentes, trabajar de manera transversal la inclusión de la TIC, la tecnología de la información y la comunicación”, aseveró Almirón.
“Cuando se trabaja con estos bloques, tienes que programarlos, tienes que utilizar dispositivos, tienes que desarrollar el pensamiento computacional, algoritmos. Qué mejor manera de que hacerlo que divirtiéndonos. Ha tenido muy buenos resultados, tiene muy buena demanda por los estudiantes. Esperan ansiosos iniciar la clase de robótica y poner en concreto las ideas que ellos puedan tener”, afirmó la profesora. Además, los alumnos refuerzan el curso de inglés al utilizar constantemente el lenguaje y herramientas de la robótica.
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La inclusión de las niñas en la robótica
Cuando Almirón empezó a capacitarse, lo tomó como un reto, pues los varones son quienes suelen interesarse más en estos temas. Esto se debe a que, como en la mayoría de ámbitos considerados “importantes”, las mujeres han sido históricamente relegadas. Incluso, en colegios estatales peruanos, por ejemplo, se enseñaban cursos de carpintería pero solo para los hombres. Sin embargo, en las últimas décadas, se está buscando llegar a una equidad en la investigación de las ciencias y tecnologías, así como en las aulas.
“Yo lo tomé como un reto. Al ser una docente mujer, lo tomé como tal. De la misma manera, las estudiantes están teniendo esta misma cercanía con piezas y bloques con los que antes no habían interactuado. Tiene un valor agregado porque no es común que una niña te hable de engranaje, de poleas, manivelas y domine este lenguaje, que ya sea parte de su alfabeto”, aseguró la docente.
Asimismo, esta inclusión es calificada como un logro por Almirón. “Precisamente es uno de los grandes logros que podemos haber tenido nosotros con el desarrollo de esta experiencia de robótica en la escuela. Los niños tienen la cercanía a la programación, a la construcción de prototipos, pero es mucho más un logro que las niñas pueden tener el mismo acceso que los varones y puedan manejar el mismo discurso cuando sustentan, cuando socializan acerca de sus construcciones”, añadió.
La recepción de las niñas al curso de robótica ha sido tan buena como la de los varones. “Ellas deben tener el mismo acceso. En esta oportunidad lo están teniendo, lo están haciendo, y lo están disfrutando. Se divierten mientras investigan, mientras aprenden”, afirmó la profesora.
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¿Qué crean los alumnos en la clase de robótica?
Los niños crean prototipos de robots que cumplen una función en específico. La docente les indica que estos deben estar enfocados en resolver un problema que presenta nuestra sociedad, por lo que ellos pueden escoger el que crean conveniente. Estos van desde limpiar un objeto, hasta ayudar en situaciones de desastres.
“En el aula se puede escuchar todo tipo de ideas. Es decir, ellos quieren construir un robot que tienda su cama, quieren construir un robot que los ayude con los quehaceres de la casa. Pero también pueden estar creando un robot que pueda remover escombros para ayudar a la gente de Chavín de Huántar cuando hubo ese derrumbe, un robot que pueda movilizar la basura. O sea, ya están incluyendo, aparte del juego, problemas reales. Los estudiantes están haciendo ciudadanía desde el aula. Se sienten realmente involucrados. Sienten que están contribuyendo al resolver problemas de la sociedad y nosotros, los docentes, solamente los guiamos”, aseveró Almirón.
Con cada grado, los alumnos enfrentan construcciones más complejas que ayudan a incentivar su imaginación, pero utilizando la misma metodología de aprendizaje. Mientras que los niños de primaria utilizan los kits de inicio de Lego, los estudiantes de educación media utilizan el Lego Mindstorms EV3, el cual fue lanzado en 2013 y es más avanzado.
“Yo creo que muchos profesionales que se van a dedicar a la ingeniería, a la ingeniería electrónica, van a salir de nuestra institución, porque están ya con el ‘bichito’. Están bastante entusiasmados. Muchos de ellos puede que acá fortalezcan su vocación”, añadió Almirón.
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¿Cómo se financió este curso de robótica?
Como se había mencionado, Almirón se capacitó en robótica, pero no fue hasta 2020, junto a sus colegas, cuando presentó la propuesta al colegio Santa María del Rosario. “Somos tres profesores de computación, o los que tenemos más dominio del área. Se le presentó la propuesta a la directora y teníamos incertidumbre de si iban a aceptarla. Estoy muy agradecida que la dirección del colegio nos abrió las puertas e invirtió en un mobiliario especial, invirtió en los primeros kits de robótica para poder hacer una experiencia piloto. Confiaron en nuestra vocación como profesores”, afirmó.
Tras el éxito del curso con los alumnos, este ya forma parte de la currícula del colegio. “Se hizo primero como una experiencia piloto y, al ver la gran demanda de los estudiantes, se incorporó como parte de nuestro PCI, nuestro proyecto curricular institucional. Está ya establecido como un curso para nosotros. Entonces tiene ya una unidad, tiene sus experiencias de aprendizaje, tiene competencias planteadas. Es algo ya estructurado y formalmente dentro de nuestra institución educativa”, añadió la docente.
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Asimismo, Almirón indicó que tuvo la suerte de que en la institución en que trabaja notaron lo que quería lograr con este curso. “Los profesores podemos tener muchas ideas locas, podemos tener muchas ganas de hacer diferentes actividades. Y en esta institución educativa, nos dieron todas las facilidades para poder implementarlas”, aseguró.
De igual manera, la profesora señaló que la situación socioecónomica del distrito donde se ubica la escuela no significa que los alumnos no puedan educarse en más áreas. “Con orgullo dicen los papás: ‘Mis hijos aprenden robótica’. Y es muy extraño ver que un colegio de Villa María del Triunfo tenga estos temas dentro de su currículo. Normalmente, podrías encontrarlo en algunos colegios con mayor ingreso, con mayor presupuesto. Pero nosotros no nos ‘achicamos’”, concluyó.