El mítico director alemán Werner Herzog hizo una sorpresiva aparición en los primeros capítulos de “The Mandalorian”, interpretando a un misterioso villano. Pero hay una anécdota sobre su aporte en la serie que no se ha difundido lo suficiente: durante el rodaje, y tras hacer unas escenas con la marioneta robótica de Baby Yoda, los directores le pidieron a Herzog volver a grabar dichas tomas, ya sin el muñeco. Su intención era probar con una versión 100% digital del diminuto personaje verde, cosa que no le gustó para nada al alemán. “No sean cobardes. Déjenlo como está”, les reclamó con su típica e intimidante voz.
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La advertencia de Herzog, que de cine sabe mucho, terminó siendo clave para la exitosa serie de Disney+: si el títere de Baby Yoda se ha convertido en un personaje viral y ‘memeable’, favorito instantáneo de los fans de “Star Wars”, es porque su apariencia artesanal nos remite a la estética original de la saga galáctica. Es decir, más parecido al peludo Chewbacca y al oxidado C3PO que al ridículamente computarizado Jar Jar Binks. Puede parecer un detalle menor, pero ese ha sido un gran primer punto a favor para que “The Mandalorian” le devuelva altura a una franquicia que venía alicaída. Y hay varios atributos más.
Western espacial
El protagonista de la serie es el Mandaloriano interpretado por el chileno Pedro Pascal: héroe a medias, mercenario inmisericorde, cazarrecompensas sin rostro (tiene como consigna no sacarse nunca el casco de acero beskar). Un tributo directo a otro de los personajes icónicos del universo de George Lucas: el recordado Boba Fett, que aunque solo aparecía en 7 minutos de la trilogía iniciática, se ganó el cariño de sus seguidores. Era evidente que una figura con tanto arrastre no podía ser desperdiciada de esa manera, y este ‘spin-off’ le saca el jugo a su potencial.
Inexpresivo y silencioso, el acorazado ‘Mando’ es también un pistolero que, en sus mejores momentos, nos remite a los ‘westerns’ clásicos: desde la aspereza de los duelos cuerpo a cuerpo hasta el caminar con piernas arqueadas, pasando por la música de Ludwig Göransson, los paisajes polvorientos y otros elementos con resonancias al duro Clint Eastwood o al cine de John Ford. A eso hay que sumarle el ritmo aventurero de las ‘road movies’ y uno que otro guiño a las épicas de Kurosawa para comprobar que la serie aprovecha bien sus homenajes y referencias.
La verdadera clave de “The Mandalorian”, sin embargo, es el bien desarrollado vínculo entre el Mandaloriano y Baby Yoda (que ya tiene nombre en esta segunda temporada, pero la gente lo sigue llamando así): una relación que pasa del mero trámite del secuestro al tierno y humorístico afecto. Porque capítulo a capítulo, ‘Mando’ empieza a combinar su rudeza con un instinto paternal que da en el corazón mismo de la esencia de “Star Wars”. Después de todo, ¿no es el drama paternofilial entre Darth Vader y Luke Skywalker el centro de toda esta narrativa que ya atraviesa cinco décadas de vigencia?
Tradición jedi
La saga “Star Wars” nunca se ha preciado de demasiada originalidad, para ser francos. El talento de Lucas y compañía siempre ha estado en la habilidad para reciclar y darle vuelta a inspiraciones a veces sutiles, y a veces demasiado obvias (el caso del cómic “Valerian” es el más clamoroso, casi lindando con el plagio). Pese a ello, es innegable la capacidad del director estadounidense para configurar un universo fantástico y hacerlo extremadamente popular, cruzando generaciones, formatos y abundante ‘merchandising’.
Para dicha de los dogmáticos, “The Mandalorian” también se ha ocupado de respetar sus aspectos más rituales, aunque con inteligente dosificación: el capítulo 5 de la segunda temporada, por ejemplo, es el primero que incluye la aparición de los icónicos sables láser. La introducción del personaje de Asokah Tano (encarnada por Rosario Dawson) ha sido uno de los puntos más altos de la serie hasta la fecha, precisamente porque restituyó la mística jedi sin prescindir de una renovada identidad.
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Como responsable mayor de ese logro cabe mencionar a Dave Filoni, productor, guionista y director de algunos de los episodios (incluido el mencionado con la jedi Ahsoka Tano). Un tipo hasta ahora poco conocido por el gran público (había trabajado en un par de series animadas de la franquicia), pero que entre los devotos de “Star Wars” tiene la fama de ser, además de un especialista en la saga, un verdadero creyente en sus posibilidades: oírlo hablar es presenciar un ‘nerdismo’ que roza con la fe.
Ni Rey ni Kylo Ren ni BB8 consiguieron que la más reciente trilogía de la saga (los episodios VII, VIII y IX) congraciara ni con los fans acérrimos ni con los espectadores ocasionales. La experiencia de “The Mandalorian” podría corregir esa senda con una mezcla de respeto al espíritu clásico y cierta dosis de innovación con personalidad. Lo que no pudieron hacer J.J. Abrams ni Rian Johnson quizá deba caer, de aquí en adelante, en manos de otros Filoni. Parafraseando al protagonista, “this is the way”. A ver si los astros por fin se alinean.
LO QUE SE VIENE
Con la llegada de Disney+ como una de las principales plataformas de streaming del mercado, el universo “Star Wars” comienza a expandirse. Ya se conocía, por ejemplo, que allí se estrenará “Obi Wan”, serie sobre el recordado jedi protagonizado por Ewan McGregor y que contará además con el regreso de Hayden Christensen en el papel de Anakin Skywalker/Darth Vader. A ello hay que sumar los anuncios de la serie “Ahsoka”, sobre la jedi Ahsoka Tano; “Rangers of the New Republic”, otro ‘spin-off’ de “The Mandalorian”; “Andor”, que se centrará en el personaje de Diego Luna en “Rogue One”; la película “Rogue Squadron”, que dirigirá Patty Jenkins; y un par de producciones animadas más.
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