Antes de agarrarlos, lávate las manos con agua y jabón. Foto: Getty Images.
Antes de agarrarlos, lávate las manos con agua y jabón. Foto: Getty Images.
Laura Espinoza Busato

Siempre hay que estar atentos y atentas a los síntomas que puedan aparecer cuando nos está fastidiando la vista. Era y como cualquiera la computadora se volvió mi mejor amiga para trabajar y estudiar. Me la pasaba todo el día tipeando y viendo clases sin medir las consecuencias de lo que podía pasarle a mi vista. Luego de unos meses de cuarentena, los dolores de cabeza comenzaron a ser insoportables, tanto así que me iba a dormir y al día siguiente esto continuaba, no entendía qué era lo que sucedía.

Dos años después, me animé a ir por primera vez a medirme la vista. Llegué a mi cita con el doctor, pasé control y le expliqué a la enfermera que tenía dolores de cabeza muy fuertes y que eso me mareaba, ella optó por responderme: “Ay, hija, eso ya no creo que sea parte de la vista ¿No estarás embarazada?”, simplemente no respondí y entré donde el doctor. Me hizo un chequeo, me dijo que tenía ojo seco, por ello me recetó unas gotas y a simple vista sí o sí tenía que usar lentes, ya que tenía hipermetropía con un poco de astigmatismo, además de ello, tenía como unas pequeñas legañas dentro de mis ojos y me recomendó un shampoo para poder controlarlo.

Pasó una semana de seguir el tratamiento y ya era momento de medirme la vista para que utilice lentes. Me sentó en el autorefractómetro, donde apoyé mi cabeza y a través de unas lunas tenía que señalar qué letras veía y cuáles no. Luego de varios intentos, no logré diferenciar las letras con o sin la máquina. Él me explicó que yo estaba acomodando la vista, por lo que tenía que dilatarme las pupilas para que saliera mi medida real.

Me echó unas gotas en los ojos y me advirtió que luego de terminar con la medición alguien tenía que venir por mí porque no iba a poder ver nada. Luego de 15 minutos, comencé a ver todo nublado y me sentí muy ansiosa, porque no sabía lo que estaba sucediendo a mi alrededor. La enfermera me llamó y nuevamente me senté para probar si es que ya podía diferenciarlo. Cambió unas cuantas veces las lunas y finalmente pensé que ya podía ver: me había colocado de medida 1.5 en el ojo derecho y 3.75 en el izquierdo. La diferencia entre ambos era abismal.

Salí de mi cita sin casi poder caminar y me dirigí a mi casa para descansar hasta que se me pase el efecto. Días después fui a que me hicieran mis lentes y cuando finalmente los tuve, los dolores de cabeza no se iban y usándolos sentía que los mareos empeoraban, así que decidí regresar donde el doctor que me los había dado. Pasé con él y me explicó que el punto focal de mis lentes no estaba en la posición correcta. Salí de la clínica y fui directamente donde el señor que me había hecho los lentes y le dije que me los cambiara, cuando lo hizo me di cuenta de que los dolores de cabeza y mareos no se iban, por lo que me preocupé y decidí escuchar la opinión de otra profesional.

La solución al problema

Saqué mi cita en otra clínica con una doctora, quien me revisó los ojos y me hizo pasar al autorefractómetro, donde me midió 0.75 en el ojo derecho y 1.5 en el ojo izquierdo, lo cual fue sumamente preocupante, porque era mucha diferencia con el anterior especialista al que había ido. La doctora me explicó que cuando una persona es primeriza usando lentes, no puede lanzarse a usar unos con una medida tan fuerte, ya que primero tienes que acostumbrarte.

Poco tiempo después me di cuenta de que los dolores de cabeza ya habían desaparecido. Es sumamente importante, si es que nos dan un diagnóstico, sea malo o bueno, poder consultar segundas opiniones para más o menos darnos cuenta cuál podría ser la más acertada para nuestro cuerpo.


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