¿Quién no ha usado talco? Su efecto lleno de frescura y suavidad lo ha vuelto parte fundamental en la rutina de aseo de muchos, especialmente en niños y bebés. Sin embargo, eso probablemente cambie debido a la polémica noticia que surgió la semana pasada, pues la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de su Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), ha declarado este producto como “posible cancerígeno”. Por ello, en Bienestar El Comercio, conversamos con un experto sobre los resultados de este estudio y las opciones alternas disponibles.
Para tratar este tema, es preciso señalar que las investigaciones realizadas por la OMS admiten que la evidencia científica de que el talco provoque cáncer -mayormente de ovario- es limitada. No obstante, sí existen estudios que prueban el aumento de la incidencia de cáncer de ovario en personas que han aplicado talco en sus zonas íntimas, práctica realizada por muchas mujeres. Asimismo, indicaron que también sucede en trabajadoras de la industria de la pulpa y papel.
Igualmente, es importante aclarar que los análisis de la IARC se han realizado específicamente en el talco sin contaminación de asbesto, más no ha sido posible excluir totalmente la presencia de esta sustancia en todos los estudios humanos realizados.
¿Cómo está compuesto el talco?
La Asociación Americana de Personas Retiradas (AARP, por sus siglas en inglés) publicó que el talco es un mineral compuesto por magnesio, sílice, oxígeno e hidrógeno que se extrae de minas en todo el mundo. Luego, este mineral es extraído, procesado, purificado y mezclado con perfumes y más sustancias para ser utilizado en productos de belleza, como el talco para niños y bebés.
“El talco es un mineral de arcilla que, desde el punto de vista químico, contiene silicato de magnesio y, como toda roca natural, no se encuentra en la naturaleza de forma pura. Muchas veces, está combinado con otras sustancias, por ejemplo, como el asbesto”, declaró el Dr. Mauricio León, cirujano oncólogo de la Clínica Ricardo Palma y Presidente de la Sociedad Peruana de Oncología Quirúrgica.
En esa línea, el doctor destacó que los usos más comunes del talco en el cuidado personal incluyen los siguientes puntos:
- Control de la grasa en el cuero cabelludo
- Prevención de rozaduras en la piel
- Desenredo de joyas
- Refrescante íntimo después del ejercicio físico
Según el doctor, el talco también se suele recomendar para curar las heridas que se producen por el roce de la piel, sobre todo en personas con obesidad.
Después de lo publicado por la OMS, ¿debemos eliminar el talco de nuestra rutina?
“Como oncólogo, hay mucha controversia en relación a los sesgos que existen, lo que hace casi imposible establecer una relación causa-efecto del talco con el cáncer. Lo que sí se ha demostrado es que este producto aumenta el riesgo de cáncer en animales, sobre todo en ratas, donde se observó una mayor incidencia de cáncer de glándula suprarrenal y cáncer de pulmón”, explicó el Dr. León.
Para responder esta duda, el presidente de la Sociedad Peruana de Oncología Quirúrgica hizo hincapié en que la OMS ha ubicado al talco en la categoría 2A, la misma en la que se encuentran las carnes rojas, por ejemplo. “Decir que el talco definitivamente produce cáncer en humanos sería una afirmación falsa. Si te has puesto talco alguna que otra vez, no significa que estás en riesgo de cáncer. Las probabilidades van a depender de la dosis, la exposición, el tiempo y la forma de contacto”, aseveró el experto.
“Quizás por la forma de uso, porque todo en exceso es dañino, se podrían producir algún tipo de anomalías. Ahora, habría que revisar también el tema de que el talco tiene una propiedad absorbente que de repente impide la buena oxigenación de las células o los poros, por lo que se pueden ver ciertos efectos con el paso del tiempo. De todas maneras, es una posibilidad muy remota”, agregó el Dr. Juan Eskorceny Cueva Rioja, químico farmacéutico de FarmaMARKET Asesores y Consultores.
En relación con ello, el químico farmacéutico sostuvo que se necesitan más estudios y una mayor observación directamente en el ser humano para determinar si el talco es cancerígeno o no. “Las situaciones que se presentan al respecto podrían ser determinadas por la respuesta de cada uno de los organismos. Un producto no va a afectar a todas las personas de la misma manera. A pesar de que el producto sea inocuo, nadie sabe cómo va a reaccionar específicamente su cuerpo”, comentó el Dr. Cueva Rioja.
De igual modo, el Dr. León recalcó que el aviso de la OMS es una señal para limitar el uso de este producto y/o reemplazarlo por opciones que puedan generar el mismo efecto en la piel, sobre todo en bebés y mujeres. “Todo exceso es dañino”, enfatizó León. Por ello, compartió las siguientes alternativas que pueden cumplir el papel del talco:
- Harina de fécula de maíz
- Harina de trigo
- Harina de papa, más conocida como chuño
“Si tomamos estas harinas y les añadimos bicarbonato de sodio, incluso podemos hacer un talco completamente natural e inofensivo. El bicarbonato cumple la función de absorber la humedad y los malos olores, por ejemplo, en el calzado. Por el otro lado, la harina le da la suavidad necesaria al producto”, compartió el especialista.
¿Qué productos conforman la categoría 2A establecida por la Organización Mundial de la Salud?
Conforme a la OMS, el grupo 2A reúne a los agentes (o mezclas) que son probablemente cancerígenos para el ser humano. Es decir, las condiciones de la exposición conllevan exposiciones probablemente carcinógenas para el ser humano.
“Esta categoría se utiliza cuando hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos y pruebas suficientes en experimentación animal. En algunos casos, un agente o mezcla puede ser incluido en esta categoría si hay pruebas inadecuadas en humanos pero suficientes en animales, y si existe una fuerte evidencia de que los mecanismos implicados también operan en humanos. Excepcionalmente, un agente, mezcla o condición de exposición puede ser clasificado en esta categoría únicamente basado en pruebas limitadas en humanos”, publicó la organización.
Entre los ejemplos, se incluyen a los gases de escape de motores diésel, la formaldehído, los esteroides, las estufas de carbón, el trabajo de turno noche y los bifenilos policlorados (PCBs).
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