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“Ayrton Senna, el campeón supremo en igualdad de condiciones”, Daniel San Román y por qué el título de 1991 fue el mejor de todos
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“Ayrton Senna, el campeón supremo en igualdad de condiciones”, Daniel San Román y por qué el título de 1991 fue el mejor de todos

“Ayrton Senna, el campeón supremo en igualdad de condiciones”, Daniel San Román y por qué el título de 1991 fue el mejor de todos

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Hablar de quién es el mejor campeón de Fórmula 1 es como encender una fogata en un garaje lleno de gasolina. ¿Michael Schumacher? ¿Lewis Hamilton? ¿Max Verstappen? Los números crudos —títulos, victorias, puntos— tientan con respuestas fáciles, pero la F1 no se rige por sumas simples. Hace 35 años, un campeonato tenía 16 carreras y 10 puntos por victoria; hoy, con hasta 24 carreras, 25 puntos, bonos por vueltas rápidas y sprints, las matemáticas mienten si no las ajustamos. ¿Cómo ponemos a todos en el mismo ring? Con un análisis porcentual que nivela el terreno desde 1990 hasta 2024, desglosando puntos, dominio, fiabilidad y la ferocidad de los rivales. El veredicto, tras pulir los datos con la lupa de la verdad, señala a un hombre que danzó con la lluvia y la adversidad como nadie: Ayrton Senna en 1991.

¿Por qué Senna? No es la nostalgia hablando, es la evidencia. La Fórmula 1 de 1991 era un coliseo de titanes. Senna se enfrentó a tres campeones mundiales —Prost, Piquet, Mansell— en una parrilla donde cada punto era una batalla épica. Su McLaren no era un misil imbatible; Williams acechaba, y su auto lo traicionó en tres carreras por fallos mecánicos. Aun así, lideró 485 de 959 vueltas, conquistó 8 de 16 poles, cargó con el 69.1% de los puntos de McLaren y superó a su coequipero Berger por 53 puntos. Ganar contra rivales de leyenda, con un título de constructores ganado por un suspiro del 11.3%, no es solo vencer: es pintar una obra maestra en un lienzo de tormentas.

Comparemos. Max Verstappen en 2023 voló en un Red Bull que parecía desafiar la física, logrando un 94.6% de los puntos posibles y liderando el 76% de las vueltas. Pero su ventaja era abrumadora, y Sergio Pérez, su coequipero, no fue un rival de peso. Lewis Hamilton en 2020 reinó en una temporada acortada por la pandemia, con un Mercedes casi perfecto, pero la competencia no tenía el filo de los 90. Fernando Alonso en 2005 tejió una hazaña al derrotar a un Räikkönen feroz, con un Renault que superó a McLaren por solo un 6.9% en constructores. Sebastian Vettel en 2011 dominó las clasificaciones con 15 poles, pero su Red Bull tenía un margen claro. Michael Schumacher en 2002 y 2004 fue una máquina de podios, pero sus rivales palidecían ante los gladiadores que Senna enfrentó. Ni siquiera Alain Prost en 1993, con un Williams dominante, o Mika Häkkinen en 1998, en un McLaren veloz pero frágil, igualaron la intensidad de la danza de Senna en 1991.

¿Cómo llegamos a esta conclusión? Tomamos los puntos de cada temporada y los normalizamos al sistema actual —25 por victoria, sin vueltas rápidas ni sprints— para que las 16 carreras de 1990 pesen lo mismo que las 24 de 2023. Calculamos la eficiencia: puntos obtenidos frente a los posibles. Medimos el peso del piloto en su equipo: sus puntos contra el total de la escudería. Contamos las poles como porcentaje de carreras. Pero no nos quedamos ahí. Sumamos las vueltas lideradas, la fiabilidad del auto (carreras terminadas frente al total), y los abandonos mecánicos —esos momentos en que el auto, no el piloto, dice “basta”—. Evaluamos la ventaja técnica con el margen en el campeonato de constructores y estimaciones de velocidad en clasificación. Y, crucialmente, pesamos la calidad de los rivales: cuántos campeones había en la parrilla y cuán cerca estuvo el subcampeón. Los datos, extraídos de statsf1.com y formula1.com, son el pincel que dibuja la verdad.

Senna en 1991 brilla como un relámpago. Su eficiencia, un 51.8%, parece modesta, pero el sistema de puntos de entonces —10-6-4, solo para el top 6— era cruel. Logró 7 victorias y 12 podios en 16 carreras, superó a Mansell por solo 24 puntos, y enfrentó una parrilla donde cuatro pilotos y dos equipos ganaron carreras. El título de constructores de McLaren, ganado por un estrecho 11.3% sobre Williams, palidece ante los abismos del 37.6% de Red Bull en 2023 o el 29.7% de Mercedes en 2020. Senna no corrió; navegó una tempestad con maestría, dejando a Berger a años luz y demostrando su temple en un campo donde la victoria era un tesoro disputado.

Los números desvelan la verdad, pero la magia está en el alma de las carreras. Senna en 1991 no solo ganó; danzó con la lluvia, desafió a la mecánica y doblegó a los dioses de la pista. Mientras Verstappen surcaba los cielos en 2023 y Hamilton reinaba en 2020, Senna peleó con uñas y dientes contra lo mejor de su época. Eso es la grandeza.

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