Parecía una feliz coincidencia ver a Joazinho Arroé celebrando el segundo gol de Alianza Lima, el miércoles ante Estudiantes de Mérida. Parecía porque Arroé también anotó el gol en la última victoria íntima en cancha, el 28 de febrero ante Municipal. Los dos fueron golazos. Pero uno terminó en un marco de foto y el otro quedará en el baúl donde se guarda el olvido.
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Sí, no importan los goles de Alexi Gómez (penal a los 51′) y Arroé que habían adelantado a Alianza por 2-0 sobre el club venezolano. Lo que parecía encaminarse al sueño de La Victoria, se convirtió en la más íntima de las pesadillas. Los de Mérida voltearon en el minuto 97.
El 3-2, en partido válido por el Grupo F de la Copa Libertadores de América, confirma que el torneo continental es una prueba de resistencia al sufrimiento para los equipos peruanos.
Es cierto que la estadística aliancista es calamitosa, con 20 partidos consecutivos sin ganar en la Copa; sin embargo la realidad peruana no es ajena a esta crisis. Es la quinta derrota consecutiva de clubes nacionales en la Libertadores (dos caídas de Binacional). ¿Es posible explicar esta crisis deportiva en La Victoria? Ensayamos algunas razones:
-'Comandante' sin armas-
El técnico de Alianza Lima, Mario Salas, era el más feliz hasta el minuto 64 del partido. El técnico blanquiazul corría, gritaba los goles, sonreía después de muchos días. Hasta que la ruta del resultado cambió hasta llegar al destino de lo inverosímil. Tres goles de Estudiantes de Mérida en 30 minutos.
Desgano, exceso de confianza, lentitud y algo que ha señalado Mario Salas: por ratos Alianza aparece como un equipo liviano y sin convencimiento de un plan de juego.
Luego de su éxito con Sporting Cristal, Salas decidió volver a su país (llegó a Colo Colo) y al no conseguir los resultados se quedó sin trabajo. Los directivos del Fondo Blanquiazul llegaron a Santiago en marzo y negociaron rápidamente su llegada. Luego de seis meses, Salas tiene el mismo rostro y discurso que mostraba a inicios de año en el club chileno: mientras rescata los pocos avances del equipo su cara es de autogol.
“Hemos mejorado en lo ofensivo”, dijo Salas en su conferencia de prensa. Suena tibio, pero es razonable que el entrenador sureño se refiera al ataque. Hoy es el talón de Aquiles blanquiazul. Patricio Rubio sigue quedando lejos de ser una solución y, ante la partida de Federico Rodríguez y Adrián Balboa, lo único que ha quedado como alternativa es buscar respuestas en jóvenes como Gonzalo Sánchez.
Sin ese funcionamiento, sin esa eficacia, es difícil que funcione la propuesta de Salas. En Sporting Cristal tuvo a Emanuel Herrera inspirado con más de 40 goles y a Gabriel Costa con récord casi de 30 asistencias. Sin esas armas, el ‘Comandante’ no puede pelear.
-Armado del plantel-
Tener el mejor plantel -o el más caro-, no te garantiza a tener el mismo equipo. Alianza Lima hizo ruido con sus fichajes a inicios de año y reforzó casi todas sus líneas. Sin embargo, esa abundancia hoy se convierte en escasez por tres motivos principales: indisciplina, lesiones y ausencia de opinión del técnico.
Pablo Bengoechea, antes de su salida en marzo, soportó el tsunami entre indisciplinas y ampays de jugadores como Jean Deza y Carlos Ascues.
Bengoechea respaldó a su plantel con la recordada frase “las fiestas son divertidas” y ese camerino le respondió con más indisciplinas. En el caso de Deza, hasta hubo demora -por temas legales según el club blanquiazul- en oficializar su salida. Ese equipo fue el que recibió al nuevo técnico Mario Salas: sin firmeza contra las inconductas en tiempos de pandemia.
La salida de los uruguayos Rodríguez, Aguiar y Balboa también responde a que el nuevo técnico, Mario Salas, no ha participado en el armado del plantel. Y eso, en un equipo grande que debe pelear en todas las competencias, puede ser letal.
Aún Alianza Lima está lejos de mostrar un equipo base sólido y, en muchas situaciones de emergencia en los partidos post pausa por la pandemia- se ha tenido que recurrir a jugadores jóvenes como Cornejo o Sánchez.
El director deportivo hoy es Víctor Hugo Marulando. Él mismo debería consolidar ese liderazgo y autonomía, sobre todo ante la presencia de los directivos del Fondo Blanquiazul que están, por ahora, muy lejos del perfil bajo. El mensaje que deja este grupo inversor es que también tiene influencia en las decisiones deportivas y no solo en las administrativas.
-Ausencia de canteras-
La llegada de Daniel Ahmed como director de planeamiento en Alianza Lima también revela que existe una preocupación por reformular el plan de menores en La Victoria. Si bien hubo muchos avances durante la gestión de Ernesto Arakaki, hoy en la Federación Peruana, aún se arrastran años de descuido en las categorías inferiores.
La última venta importante de un jugador con ese perfil de formación en Alianza Lima fue la Yordy Reyna al Salzburgo de Austria por casi dos millones de dólares. Aunque habría que mencionar, que Reyna llegó a La Victoria a los 15 años luego de destacar en Chiclayo.
Lo más reciente fue la transferencia de Aldair Fuentes al Fuenlabrada. Casos de traspasos pasados como Kevin Quevedo y, más atrás, Carlos Ascues no le dejaron réditos monetarios al club. El caso de Kluivert Aguilar, comprado por el City Group, más fue un mérito de scouting que de divisiones menores. Como diría el jefe planeamiento, Ahmed: ya llegó formado.
El proyecto de autosostenibilidad que quiere emprender Alianza Lima, con venta de jugadores al exterior, es saludable y puede ser un aporte determinante al futuro del fútbol peruano. Pero eso tarda años y no tiene influencia directa en el pésimo presente deportivo del equipo principal.
En Sporting Cristal emprendieron algo similar con el español Alberto Giraldez (2012) y la autosostenibilidad recién empezó a consolidarse cuatro años después.
-Proyecto internacional-
Desde aquellas semifinales -con otro formato de torneo- en la Copa Libertadores de 1978 no hay otro resultado con ese nivel de impacto internacional en Alianza Lima. Lo más cercano a éxito fue la campaña copera del 2010 con eliminación en octavos de final ante Universidad de Chile.
Son más de cuarenta años con tropiezos en primeras rondas, con acumulación de pésimas estadísticas y sin una visión dirigencial para dar el salto internacional. El liderazgo local es innegable y hasta se podría afirmar que ha retomado su jerarquía en cuanto a títulos en este siglo XXI (cinco campeonatos ganados). Lo que sigue faltando, y allí tiene la palabra el Fondo Blanquiazul, es un plan ambicioso para competir afuera.
Son veinte partidos sin ganar en la Copa Libertadores y 24 en torneos internacionales. La caída ante Estudiantes de Mérida fue la octava consecutiva de los íntimos en esta competición. Lo más libertador para Alianza, es que esta Copa se acabe.
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