José Antonio Bragayrac

Con una brusquedad poco habitual y un rostro que retrataba muy bien su enojo, Roberto Chale interrumpe la calma de la media mañana en la redacción periodística y elude el saludo habitual de quienes se encontraban sentados en sus escritorios. Era un día de setiembre del 2015. Sin decir una sola palabra, camina sigilosamente hasta llegar a la oficina del director y se entromete sin pedir permiso ni disculpas. Cierra la puerta, toma asiento y estalla. Había renunciado a su cargo de entrenador de Universitario de Deportes hace unos minutos y necesitaba hacer catarsis o planear venganza.