En una habitación del recuperado Edificio Ronald, en Monumental Callao, tres chalacos alejan de las calles a niños y jóvenes del primer puerto con el boxeo: más que un deporte, la herramienta que llegó a sus manos para dar pelea en el ring de la vida. El espacio es chico para tantos valientes con el mismo anhelo: pelear por el Perú y noquear a la pobreza. Lastimosamente también los une el riesgo de crecer en los barrios más bravos del Callao, donde hay peleas de un minuto que te llevan a la lona.
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Desde hace tres años, la ONG Boxea Callao enseña cómo convertirse en púgil y luchar por no perder el rumbo. Primero en losas, hasta ser echados por serenazgo. Luego con permiso para armar un gimnasio al aire libre y ahora en un ambiente prestado con casi 100 años de varios usos.
La agrupación tiene actualmente dos representantes en la preselección, Ricardo Porras y Mykeel Villalva, a quienes pronto se sumarían tres valores más. Pero esa línea no pudieron seguir todos. Lo que más lamentan los fundadores es el asesinato de una promesa de 14 años y la reclusión de otros dos talentos en Maranguita.
Johan Denegri, ex campeón nacional categoría juvenil y mayor, es el pionero de este ambicioso proyecto social que no tiene como prioridad medallas o cinturones. “Lo que más importa es que sean buenas personas”, nos aclara Jorge Guevara, reconocido entrenador, quien se sumó a la causa con la convicción de compartir lo que más sabe. Y el staff lo completa Anthony Quispe, miembro de la Policía, a quien encontramos de instructor en un día de franco, como viene haciendo desde el comienzo de esta noble iniciativa.
Como sucedía en el estadio Telmo Carbajo, donde los promotores de esta organización se formaron en el boxeo, el compromiso es llegar al corazón y a la mente de quienes necesitan una luz de esperanza.
Testimonio
Valentino Santillán
“Acá boto todos mis problemas. No me gustaría desviarme como amigos o familiares. Sueño ser el primer peruano campeón mundial”
Testimonio
Josua Benites Souza
“El boxeo es una manera de relajar mi mente, de botar lo negativo, aquí fluyen todo tipo de pensamientos. Me ayuda a seguir día a día. Acá es como si fuera una segunda familia. Mi sueño es ser profesional, llegar alto, que mi apellido sea reconocido mundialmente”
En la pelea
Valentino Santillán, único profesional del grupo, guía el calentamiento y se hace escuchar en voz alta. Es su cumpleaños 19 y lo celebra con un entrenamiento nocturno bajo lluvia que presencia El Comercio en primera fila. Un trote hasta La Punta con vendas puestas y una serie de abdominales son suficientes para comenzar. Luego el grupo hace sombra. En la sala suena salsa, cada pisada y el ruido de los golpes al aire. Crece la motivación y se forman deseos de superación.
Los alumnos se dividen en parejas. Frente a frente pulen su técnica quienes podrían ser rivales a muerte en la calle. Trabajan combinaciones y acaban enfrentándose, sin guardar nada, al medio de un cuadrilátero humano formado en círculo por los participantes. Se presentaron el pasado sábado en Satipo frente a un equipo del Vraem, otra salida a cargo de los organizadores. Van varios viajes y triunfos a nombre del Callao. Pero es muy temprano para cantar victoria y se necesita respaldo.
“En barrios como Ancash, Loreto y Carrillo no se pueden ver, desde temprana edad ya se están tirando piedras en la calle. Nosotros los juntamos en grupos y les enseñamos. Después los unimos y gracias a ese trabajo ahora se saludan, vienen a entrenar juntos. Pero si esto no crece volvemos a retroceder”, detalla ‘Thony’ con los protectores aún puestos. “Ellos no tienen a nadie que les diga qué está mal. Gracias a este deporte dicen puedo ser bueno en algo y sobresalen”.
Boxea Callao también sueña y se ha propuesto tener un centro de alto rendimiento donde niños y adolescentes chalacos puedan internarse para entrenar, estudiar, recibir ayuda psicológica y contar con más de una comida al día, un lujo que no todos los alumnos actuales pueden darse. Para la ONG es prioridad encontrar un sitio acorde a la acogida de la gente y ayuda para sumar más profesores. De lo contrario, el apoyo a los atletas quedará contra las cuerdas.
“Hay gente muy talentosa y el chalaco siempre se acostumbra por no tener miedo, tiene eso que no les puedes enseñar”, valora Jorge, pero “la habilidad llega a un punto y luego tiene que estar el entrenamiento”. “Para no perderlos tenemos que ir a las casas. Cuando no está viniendo algo pasa. Yo salí de los Barracones por el box, me dieron estudios y se arregló mi vida. No llegué a ser campeón del mundo, pero me siento bien. Me he comprado una casa, un carro, mi hija está en la universidad, mis hijos están en un colegio particular, y todo me lo dio este deporte”, comparte.
Otro ejemplo de supervivencia con los guantes es Johan. “El boxeo me cambió la vida. Mi camino era estar preso o muerto si no lo conocía”, comenta y no exagera. “Vengo de una familia disfuncional, no crecí con mis padres. Mucha gente pasa lo mismo en el Callao y no tiene la oportunidad de conocer el deporte. Con este programa buscamos que salgan adelante”.
Testimonio
Julio Zevallos Camara
“Acá me siento vivo, el boxeo para mi es una oportunidad para salir adelante. Con disciplina creo que voy a lograr mis objetivos. Mi sueño es ser campeón mundial y construirle una casita a mi viejita”
Testimonio
Juergen Saavedra Flores
“Logré desestresarme por varios problemas, ahora estoy bien pero cuando estaba mal venía y me recuperaba. No quisiera terminar como todos. Quiero salir para representar al país, sacar a mis padres del lugar donde están y darles una mejor calidad de vida”
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