Hace nueve años, Jefferson Farfán pasó por su propio tribunal de La Haya. El atacante, que acaba de desvincularse del Lokomotiv, viajó vía terrestre hasta esta localidad neerlandesa para pedir perdón. Así es. Alejado de la selección peruana por una sanción disciplinaria, Jefferson salió al encuentro del plantel bicolor, dirigido en ese entonces por Sergio Markarián, e intentar una reconciliación. El ’10′ peruano viajó con la convicción que podía volver. Un galáctico lo había convencido unos días antes que podía hacerlo.
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Una coincidencia dentro de esta historia es que el cómplice motivador de esta aventura era un homónimo de un hombre de confianza. Jefferson Farfán, por aquel tiempo, era compañero de ataque del español Raúl González Blanco en el Schalke 04. Con esa mochila pesada de experiencia, el ‘Angel de Madrid’ escogió la localidad alemana de Gelsenkirchen para continuar su carrera después de su paso estelar en el Real Madrid.
El mismo nombre, Raúl González, era el del entonces (y actual) representante de Jefferson Farfán. Precisamente, este manager fue quien nos dio las primeras señales de esta intención que tenía Jefferson de redimirse ante los ojos de Sergio Markarián, luego de haber sido castigado por el escándalo del casino Veneto en Panamá (una salida nocturna sin permiso en medio de un amistoso en el país caribeño).
La selección peruana viajó hasta Holanda para disputar un amistoso con Ecuador en La Haya. Su hospedaje fue en el céntrico hotel Bilderberg. Hasta allí llegamos los periodistas y hasta allí llegó Raúl González, el manager de la 'Foquita'.
Los trabajadores del hotel negaron que Farfán hubiera reservado un cuarto en este lugar. Es más, todos recordaron el paso de la ‘Foquita’ en el PSV y sus visitas cuando el cuadro de Eindhoven concentraba en La Haya. “Farfán siempre venía aquí, pero ahora no ha llamado para reservar”, nos dijo la recepcionista del turno de la noche. González explicó aquella vez que su visita se debía a que tiene jugadores en la selección como Luis Advíncula y Rinaldo Cruzado y a sus buenas relaciones con los empresarios y cazatalentos holandeses.
-”Quiero volver”-
En medio del escepticismo tras una larga espera, al fin llegó Jefferson Farfán a Holanda. Lo primero que hizo fue visitar el estadio ADO Den Haag para ver el amistoso ante Ecuador (resultado final 0-0). Después, el atacante se dirigió al hotel Bilderberg para visitar al plantel. Paolo Guerrero fue quien se encargó de llevarlo al comedor. El profesor Markarián estaba en el estadio aún viendo el Chile-Colombia. Pero el ‘Mago’ se regresó a medio tiempo. Allí se concretó su primera conversación con el delantero. El Comercio fue testigo de esa reunión y, antes que Farfán se regrese a Alemania, pudimos charlar unos minutos con él.
-Antes del partido de la selección, ¿estuviste con el profesor Markarián?
Yo he venido al estadio desde Gelsenkirchen. Aproveché que he tenido la tarde libre y ya había coordinado con algunos compañeros y con mi empresario que iba a venir para estar con ellos un rato. Acabé mi práctica de la mañana y vine.
-¿Pero me dicen que ya hablaste con Sergio Markarián?
No me he reunido aún. Hubo un acercamiento, eso es lo más importante. Estoy conforme con todo lo dicho hasta ahora.
-¿Venir hasta aquí es un gesto de alguien que quiere volver a la selección peruana?
Claro que tengo ganas de volver, con esto he demostrado que deseo regresar al equipo. Pero por ahora me toca seguir entrenando tranquilo en mi club.
-Se viene uno de los partidos más importantes de tu carrera con el Inter-Schalke, por la Champions League.
De hecho que es un partido muy importante que cualquiera desearía jugarlo. Yo espero que todo salga de la mejor manera, aunque ya todos saben lo que es el Inter en el fútbol.
-¿Y viajas a Italia solo para jugar ante el Inter o también para buscar casa y mudarte en julio?
[Se ríe] Yo tengo el partido y nada más. Aunque es verdad, muchas personas importantes van a mirar el encuentro porque son los cuartos de final de la Champions. Los ojos del mundo van a estar allí y eso puede ayudar después.
Tras esa charla, decidimos viajar a Gelsenkirchen, Alemania. Eran los días previos a un importante partido de cuartos de final de Champions entre el campeón vigente Inter de Milán y el Schalke de Farfán y Raúl.
El inmenso y modernísimo estadio Veltins Arena se encuentra a solo 15 minutos en autobús desde el centro de Gelsenkirchen, una localidad tranquila y que deja pasar el tiempo con un silencio cómplice. La paz de esta ciudad alemana solo encuentra alteraciones cada vez que una nube gris se cruza en su camino. Lluvia cruel y despiadada se instala por estas calles, pero Jefferson Farfán ya había terminado de entrenar. Nos pidió que hablemos en el restaurante del recinto deportivo del club porque sin permiso es difícil ofrecer declaraciones en día de prácticas.
De todos modos, lo único que quería agregar de la charla con Deporte Total en La Haya era que no le molestaría quedarse en el club alemán. “Tú mismo estás viendo cómo funciona el club. Cualquiera es feliz aquí”, dice la ‘Foquita’ mientras saluda al español de leyenda que le acaba de gritar: “Buenos goles, hermano”. Era Raúl González, el ‘Ángel de Madrid’. La amistad del español con el peruano era más que evidente. Pocos días descubrimos la relevancia del ibérico y su influencia para que Farfán busque todos los caminos para regresar a la selección.
“Me dice hermano porque yo también le digo así. Jugar con Raúl es como un sueño hecho realidad y además ahora es mi amigo, o mi hermano”, nos comentó Farfán hace nueve años. Días más tarde, el Schalke goleó 5-2 de visita al Inter de Milán en el mismísimo San Siro. Sí, también llegamos hasta el mítico Giuseppe Meazza para seguir el mejor momento de Jefferson Farfán en el fútbol europeo y para intentar dialogar con Raúl.
Pocas veces es posible ver que un equipo con historia como el Inter es apabullado en casa propia y que la estrella del rival sea la más aplaudida de la noche. Los 'neroazurris' saludaron a Raúl con la resignada alabanza del que se sabe derrotado. Muy temprano en el diario gratuito "El Interista", que reparten en el San Siro, ya aparecía una semblanza del ex Real Madrid con el título "La leyenda". Así lo esperaron y así lo despidieron. Como gran matador en repleta plaza de toros, como valiente gladiador en coliseo romano (así estemos en Milán). El mejor jugador del 5-2 entre el Schalke y el Inter conversó en la ciudad con El Comercio y confesó su protagonismo en un hecho que agradecemos hasta hoy. Nos lo dijo cuando lo abordamos en la zona mixta después de tremenda victoria.
-¿Te gustaría que Jefferson Farfán vuelva a la selección peruana?
Pero si Jefferson va a volver. Yo se lo he dicho a él y te lo digo. Seguro que sí.
-¿Te unirías entonces al grupo que lo pide de vuelta?
Él sabe que va a volver, ya lo hemos conversado. Ya es hora de que demuestre el juego que hace en el Schalke con la camiseta de su selección. Yo lo he visto jugando por Perú y puede ser tan desequilibrante como cuando participa aquí en el club. Puede y debe hacer una gran Eliminatoria.
-En el partido ante el Inter solo le faltó el gol...
Pero hizo un gran partido, corrió bastante y fue muy solidario con sus compañeros. A nosotros nos gusta mucho tener a Farfán en el Schalke. Es un jugador importantísimo para desequilibrar cuando los partidos se cierran.
-Dices que Farfán corrió, pero quien más kilómetros corrió según las estadísticas que nos han entregado a los periodistas al final del partido eres tú.
Bueno si el papel dice eso, pues estoy orgulloso. Para eso entrenamos y nos preocupamos tanto del aspecto físico. Al Inter lo superamos físicamente y futbolísticamente. Ese tipo de desempeño nos va a dar mucha confianza para definir la próxima semana el pase a semifinales (Nota de Redacción: en esa instancia el Manchester United eliminó al Schalke).
En esa noche inmensa, en esa escala en Milán, Farfán fue protagonista en los primeros dos goles del encuentro. Raúl nos demostró que era mucho más que un extraordinario jugador. Bastó verlo en vivo y en directo para entender que hay jugadores tan excepcionales que sin haber sido campeones del mundo tienen un lugar reservado en cualquier museo de cera del fútbol.
Dentro del estadio era inevitable recordar esos anillos inconfundibles que diferenciaban al Meazza de los otros estadios italianos en el Mundial 90. Los ‘azzurri’ respetan la historia, y este monumento futbolístico es casi el mismo de hace 20 años. El San Siro no es tan grande como el Bernabéu, pero es igual de envolvente. No es el Teatro La Scala pero sus graderías parecen hechas para ópera. Y a la belleza se le une el ego.
En medio de una ópera magistral, Raúl fue la voz cantante que nos recitó la melodía que hasta hoy suena en nuestro corazón. Tenía que volver Jefferson Farfán. Cometió errores, tuvo idas y venidas, pero como una vez dijo el gran Daniel Peredo, sus chimpunes estaban sentenciados a entregarnos el gol más gritado de nuestras vidas. En el 2011 era imposible imaginarlo, pero Raúl González, la leyenda del Real Madrid, fue nuestro ‘Angel’ anunciador.
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