Durante el año 2021 se produjo la fuga de capitales más importante de los últimos 50 años. Según el BCR, cerca de US$ 15.000 millones, equivalentes al 7,4% del PBI anual, salieron del país en búsqueda de opciones de inversión o ahorro en el mercado internacional. Temores acerca de la posible implementación de políticas de control cambiario, de intervención de las entidades financieras, de prohibición de inversiones en empresas extranjeras, entre otros, llevaron a muchos peruanos a trasladar sus activos financieros al exterior en búsqueda de un ambiente de inversión más seguro y estable. Una parte de estos activos regresó paulatinamente al país hasta finales del 2022, cuando se inició la crisis política social, que obligó a los inversionistas individuales a mirar al extranjero nuevamente.
Estados Unidos de América (EUA) se convirtió en uno de los destinos preferidos por los peruanos. Su aparente estabilidad económica y política, así como las opciones de inversión disponibles, generaron el nivel de confianza suficiente para colocar en ese país gran parte de los capitales que salieron del Perú.
No obstante, desde una perspectiva exclusivamente fiscal, mantener inversiones en los EUA no es necesariamente lo más eficiente. Efectivamente, dependiendo del tipo de ingreso, el impuesto a la renta de ese país se aplica través de tasas fijas o progresivas y puede llegar a niveles cercanos al 40%. Regularmente el inversionista peruano sabe que pagará un impuesto a la renta en el exterior y se prepara para ello. Sin embargo, lo que suele omitirse en el análisis o se revisa superficialmente, debido a la necesidad urgente de buscar un mercado de inversión más seguro, es la aplicación del Impuesto a las Herencias; el Estate Tax.
Este impuesto aplica indistintamente a los ciudadanos o residentes americanos, y a los que no lo son, es decir, también afecta a los peruanos que no viven en los EUA y mantienen patrimonio o inversiones en ese país. La tasa del impuesto puede llegar hasta el 40% y se aplica sobre el valor de mercado del patrimonio ubicado en los EUA, a la fecha del fallecimiento del propietario de los bienes (el causante). El patrimonio afectado incluye a los activos inmobiliarios y activos financieros situados en ese país, entre los que podrían estar las casas, departamentos, acciones, bonos y otros valores emitidos por empresas norteamericanas, debiendo analizarse cada caso. La regulación de ese país ha establecido un monto no imponible, es decir que en tanto la herencia no exceda de ese valor no se aplicará el impuesto. Para los ciudadanos norteamericanos el valor no imponible asciende a US$ 12,92 millones, mientras que para los extranjeros no residentes el monto no imponible solo alcanza los US$ 60.000. Es decir, casi todo el patrimonio que tengan los peruanos en los EUA estará gravado con el impuesto al momento de su fallecimiento, con excepción de las cuentas bancarias de ahorro o corrientes.
El Estate Tax es un impuesto federal, pero debe recordarse que existen impuestos estatales adicionales que también afectan a las herencias, con tasas establecidas por cada estado, lo que incrementa aún más el potencial costo tributario de la transferencia de bienes por causa de muerte.
Una exposición como esta, nos obliga a revisar cuidadosamente cual es la mejor forma de invertir en el exterior, a fin de lograr la seguridad deseada sin perder eficiencia. La elección de la alternativa de inversión más conveniente debe hacerse caso por caso, de acuerdo con los objetivos familiares a corto, mediano y largo plazo, la dinámica familiar, el tamaño y complejidad del patrimonio, la condición legal y migratoria del causante y sus herederos, entre otras variables, ya que no todas las alternativas funcionan de la misma forma para todos, ni generan los mismos niveles de eficiencia y protección, considerando además que hay otros países que también aplican impuestos a las herencias, como son Suiza, Luxemburgo, Reino Unido, España, Portugal, Italia, entre otros.