Una etapa decisiva en la formación de Jorge Basadre como historiador fue su descubrimiento de la filosofía alemana. Después de una niñez aleccionadora en la que imagina el Perú desde lejos –en la Tacna cautiva por los chilenos–, Basadre llega a Lima en 1912 e ingresa al Colegio Alemán, donde estudiará hasta el penúltimo año de secundaria. Ese primer contacto con la cultura germana, “con magníficos textos venidos de Europa”, lo recordará en su libro “La vida y la historia” (1975) y será un preludio de lo que sucederá años después, en 1932, cuando, a los 29 años, convertido ya en un joven catedrático, llega a estudiar y trabajar en la Universidad de Berlín.
“Mi hipótesis es que al mismo tiempo en que toma posición a favor de la historia, Basadre se convierte en un filósofo de la misma, y eso lo va cultivando desde niño y adolescente, cuando empieza a leer a los pensadores alemanes. Después, cuando viaja becado a Alemania toma contacto con los intelectuales de la Escuela de Fráncfort, comandada por Theodor Adorno y Hans Horkheimer y se identifica con ellos. Basadre llega en un momento crítico, cuando está surgiendo el nazismo. Él vive todo ese ambiente de confrontación con las ideas fascistas y también comunistas”, dice el profesor Luis Alberto Arista, quien ha publicado “La dimensión filosófica del pensamiento republicano de Jorge Basadre”, un interesante libro que se enfoca en la relación de nuestro historiador con el ideario de su época.
Benjamin y Ortega
Según este estudio, dos fueron los filósofos que más influyeron en la formación inicial de Basadre: el alemán Walter Benjamin y el español José Ortega y Gasset. Del primero tomó su temprano interés por el arte, a la vez que se identificó con su vida, pues Benjamin provenía de una acaudalada familia judía perseguida por los nazis, y acabó suicidándose a los 48 años al no poder cruzar la frontera franco-española en los Pirineos. Basadre toma contacto con la obra de Benjamin publicada de manera fragmentaria en diarios y revistas. Se interesa en conceptos como la filosofía de la historia y la existencia de un estado oficial en contraposición a otro real, nociones que trabajará a lo largo de su vida. Y de Ortega y Gasset, el historiador toma la concepción del pensamiento como fruto del raciocinio y la experiencia vital.
“La dimensión filosófica del pensamiento republicano de Jorge Basadre”, del filósofo, profesor universitario y periodista Luis Arista Montoya, ha sido editada por la Universidad Ricardo Palma. Páginas: 293.
“Cuando termina su beca en Alemania –cuenta Arista–, Basadre realiza investigaciones en el Archivo Histórico de Madrid y en esta ciudad conoce a José Ortega y Gasset. Asiste a sus conferencias y consolida su filosofía vitalista. Como escribo en la contratapa del libro, la visión filosófica de Basadre fluye en toda su obra y brota del seno del racionalismo optimista. Esa idea del Perú disgregado, con abismos sociales, y esa contraposición entre un Estado oficial y un Perú profundo se condice con la teoría de la España invertebrada de la que hablaba el pensador español”.
La conciencia histórica
Una de las mayores preocupaciones de Basadre fue formar la conciencia histórica del ciudadano peruano republicano. Por eso, cuando fue ministro de Educación, en 1945 y 1956, respectivamente, se preocupó por consolidar el curso de Historia del Perú en las escuelas del país. Y eso lo acercó a otro autor que comenzó a leer en plena madurez: el francés Raymond Aron, quien en sus reflexiones históricas destacaba que el ser humano debía tomar conciencia de su devenir y definirse a partir de ahí.
Para Arista, además de Aron, existen otros dos pensadores claves en el pensamiento ya maduro de Basadre: los alemanes Max Weber y Georg Hegel. A través de la sociología de Weber, él descubre el fenómeno de la “descomposición moral del sultanismo” (lo sucedido en Oriente Próximo, con el surgimiento de pequeños sultanes omnipotentes que ponían la ley a su servicio). Esta idea, Basadre la traslada a nuestra realidad para explicar el tema de la corrupción en el Perú contemporáneo. Es decir, el uso extendido de la prebenda entre los caudillos, sus burócratas y seguidores.
Y en cuanto a Hegel, Basadre fue influenciado, sobre todo, por su lectura de “La fenomenología del espíritu”, un libro que lo ayudó a desarrollar el ideal de espíritu republicano. De esta manera, se consolidó en el historiador tacneño esa metáfora del Perú como país en construcción hacia el futuro. “Su filosofía de la historia tiene tres ideas-fuerza o capas de significación que se engarzan dialécticamente –escribe Arista–: la idea de las dos patrias, ‘la visible y la invisible’, que yo la considero punto de partida; la idea de diferenciación entre ‘Perú oficial’ y ‘Perú profundo’ como puntos de intermediación; y, una tercera, como punto de llegada y consumación de su pensamiento que se abre al futuro como destino histórico que apunta hacia una utopía republicana accesible: el Perú-promesa-posibilidad” (pág. 110).
Una utopía posible a través de un proyecto nacional que en 1931 (cuando Basadre escribió “Perú, problema y posibilidad”) y ahora, más de 90 años después, sigue siendo eso: una promesa incumplida. Una promesa irrealizable hasta ahora por los avatares, azares y circunstancias de nuestra vida como nación que Basadre explicó muy bien en su monumental “Historia de la República del Perú”, una obra que corrigió y aumentó a lo largo de su vida.
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