Lo peor de la segunda novela de Orlando Quevedo (Lima, 1992) es su título, “Al pie de las hambres”, que podría espantar a los lectores prejuiciosos. Los demás nos toparemos con una acabada ficción que estremece, trastorna y desasosiega como pocas lo consiguen en nuestro medio. Quevedo ha logrado con este libro –no he leído todavía el primero, “Tierra mojada”, pero ya está en mi lista– algo realmente meritorio: imponer un lenguaje y un mundo propios que se diferencian decisivamente de lo que produce la narrativa peruana de nuestro tiempo. Y también otra virtud no menor: interpretar el caudal de la miseria y de la violencia de los extrarradios de Lima desde una combinación de códigos que nos muestra lo que ya otros nos han enseñado, pero desde un prisma nuevo y de avasallador enrarecimiento.
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