Cuatro días después de que se apruebe la última norma de la reforma política, George Forsyth se inscribió en Restauración Nacional, un partido que lleva un año buscando incorporar a un candidato presidenciable. Al menos otras cinco personalidades de alto perfil han hecho lo mismo en los últimos días, lo que ha sido comparado con una temporada de fichajes futbolísticos que acabará el miércoles 30.
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“¿Para esto se aprobó la reforma política?”, le preguntamos al politólogo Mauricio Zavaleta, autor del libro Coalición de independientes, las reglas no escritas de la política electoral. “Creo que esto da cuenta de los límites de la reforma. Escucho decir que la reforma es esencial para cambiar el sistema político, pero la verdad es que son expectativas demasiado grandes. Es cierto que se pueden organizar mejor las cosas, pero no va a cambiar la forma en la que se hace política hace más de 30 años”, dice.
Paula Muñoz, exintegrante de la Comisión para la Reforma Política y docente de la Universidad del Pacífico, coincide en que cambiar reglas no iba a modificar la política de individuos que tenemos, pero añade que “estamos llegando con algunos cambios que son positivos, pero no el paquete conjunto e integral que se había pensado”.
¿Por qué los posibles candidatos se inscriben recién a pocos días de que acabe el plazo? Muñoz cree que están siguiendo las reglas informales de siempre. “Es posible que los tratos no se cierran antes porque los mismos dueños de las franquicias no se deciden, porque quieren ver cómo están las intenciones de voto para ver quién tiene más capital político acumulado”, señala.
Casi todos los posibles candidatos que se ubican desde el centro hacia la derecha han optado por afiliarse a partidos pequeños. Los partidos tradicionales, como el PPC, no los han captado. “Es fruto de la personalización de la política. Cuando tienes una organización delante vas a tener menos capacidad de maniobra, porque vas a tener un grupo que te va a exigir cosas. La idea va por maximizar los márgenes de libertad de ellos”, señala Muñoz.
Zavaleta explica que la mejor opción que tiene un candidato presidenciable –por ejemplo, George Forsyth que ha construido su imagen a partir de apariciones en medios– es crear su propia organización, como los expresidentes Alejandro Toledo y Ollanta Humala. La segunda opción es buscar un partido con inscripción, y allí hay dos caminos: buscar uno institucionalizado o uno pequeño. “Es más fácil negociar con un grupo de personas muy reducidas que tiene una inscripción. ‘Sin mí no son nada porque no tienen candidato presidencial’. Ese es el cálculo que prima, y es una estrategia de salvataje”, concluye.
Desde el punto de vista de los candidatos, los partidos tradicionales tampoco son muy atractivos. “[Los partidos] parecen no ser conscientes que no hay mucha diferencia entre Siempre Unidos o Democracia Directa y el PPC, porque el valor que finalmente tienen es la inscripción. ¿El PPC tiene comités activos en la costa peruano que puedan hacer campaña? No. ¿En el Apra tiene un grupo sólido de profesionales en la costa norte? No. Lo único que Acción Popular podía ofrecer era un logo conocido y que no tenía pasivos, pero ahora eso ya se acabó”, dice Zavaleta.
Fuentes del PPC informaron que Lourdes Flores Nano impulsó la incorporación de Hernando de Soto y rechazó la unión con Alianza para el Progreso. Ella, en diálogo con este Diario, prefirió dejar este tema en el fuero interno del partido. En este partido se han intentado mostrar calmados y han señalado que aún hay tiempo para evaluar alianzas. Pero esto último tiene un precio: por cada partido adicional necesitarán 1% más de votos válidos para pasar la valla. Además, los posibles aliados llegarán en una mejor posición al diálogo por tener candidato propio.
En la izquierda, el Nuevo Perú, agrupación no inscrita de Verónika Mendoza, ha optado por afianzar una alianza con Juntos por el Perú. Mientras, el Partido Morado tomó la decisión de aliarse a Fuerza Ciudadana, un grupo de centro izquierda formado por la fusión de Ciudadanos por el Cambio y Fuerza Social, pero que tiene pocas personalidades que en los últimos años hayan tenido algún protagonismo reconocido. Salomón Lerner, antes en CxC, solo mantiene amistad con ellos; mientras que Gustavo Guerra García y otros, antes en FS, optaron por acercarse más hacia Verónika Mendoza.
Para Muñoz, estos casos son diferentes pues, aunque se trate de organizaciones pequeñas, en los últimos años han intentado consolidar proyectos colectivos antes que individuales.
¿Hay algo diferente en esta campaña de las anteriores? Zavaleta considera que hay bastante en común, pues la negociación entre organizaciones con inscripción electoral y candidatos es algo que siempre ha ocurrido. Lo que sucede es que ahora se ve con mayor claridad porque el plazo para inscribirse en un partido vence en setiembre.
Pero el principal cambio es que esta vez los candidatos no han armado sus propias vehículos electorales como en el pasado. “El elenco que tenías hace 5 años ya no está [por el Caso Odebrecht], y tienes nuevos liderazgos que no han podido planificar cosas en un año que ha sido complicado para todos [por la pandemia]. Eso hace que tengan que recurrir a quiénes tienen inscripción”, señala el politólogo.
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